/ sábado 10 de abril de 2021

¿Por qué deben o no existir las monarquías?

Murió el esposo de la reina Elizabeth II, dando por finalizada una vida brillante, propia de la nobleza, pero el hecho también marca un declive para una familia que luce vieja y poco capaz de continuar una era de reyes cada vez más criticada, sin embargo y pese a ser algo milenariamente antiguo, hay que reflexionar la pertinencia de la continuidad de estas formas de gobierno, especialmente atendiendo al fracaso de las democracias, como la mexicana.

Cuando mencionamos a Felipe de Edimburgo, nos referimos a alguien que nació cuando Álvaro Obregón era presidente de México y Europa vivía la reciente finalización de la Primera Guerra Mundial. A pocos meses de cumplir cien años de edad, falleció el consorte de la monarca británica que más tiempo ha estado en el poder, habiendo vivido muy diversos capítulos que ahora solo conocemos en los libros de historia. De cuna noble, el padre del Príncipe de Gales, tuvo que huir de un conflicto bélico en su natal Grecia por temor a ser asesinado, para después estudiar en Europa y al final naturalizarse británico y formar parte de la entonces mejor marina del mundo. Como militar participó activamente en la Segunda Guerra Mundial y en 1947 se casó con la entonces princesa.

La situación de la corona británica ha empeorado desde hace años, basta recordar los escándalos producidos por Lady Di y Meghan de Suxxes, las esposas “incómodas” de príncipe Carlos y su hijo.

En un mundo contemporáneo, donde los derechos humanos, la no discriminación y la igualdad son banderas a seguir sin duda alguna, resulta algo fuera de lugar pensar en reyes, duques, barones y esa distinción que resulta siempre incómoda entre nobles y plebeyos, no obstante, hay otros lugares en el mundo donde existe un clasismo semejante. Pongamos un ejemplo claro en Puebla, en donde gente de génesis criolla asume que tiene una superioridad respecto a aquellos que no tienen pasaporte español, recordando que esa nacionalidad se les dio a los descendientes de quienes salieron huyendo, sin ninguna riqueza, de la Guerra Civil de la madre patria. Entonces debemos asumir que, al menos en el imaginario, las diferenciaciones siguen muy presentes en México y el mundo.

El fundamento de los reinos europeos parte de algo llamado Derecho Divino de los Reyes, el cual consiste en que un monarca tiene el poder porque así Dios lo quiere, lo cual resulta absurdo para aquellos que somos republicanos y aspirantes a intelectuales, pero en un país donde la gente se hinca frente a una piedra, porque supuestamente se aparece una virgen, todo es posible. De forma lamentable y dicho con todo respeto para los feligreses.

Evidentemente las monarquías, como forma pura de gobierno, dio lugar a la forma impura: la tiranía, dando lugar a los escenarios más cruentos de la historia, pero también la democracia ha arrojado a tiranos, como Hitler o el fallecido Moreno Valle, es más, no necesitamos tener a algunos de los Luises franceses, con cualquiera de los muchos alcaldes y gobernadores que actúan como señores feudales tenemos más que suficiente.

También no podemos omitir que los miembros de la realeza han sido criados y entrenados para tal fin, lo cual les da un mayor grado de preparación, lo cual resulta muy positivo cuando comparamos a algunos de nuestros políticos improvisados, como los actores, futbolistas, cantantes y demás perfiles que han probado su más rotundo fracaso, pero que resultan atractivos ante un electorado mayormente ignorante.

En México la idea de una monarquía sería caótica, la relección presidencial nunca debe volver y, en el caso de diputados y presidentes municipales, vemos cómo personajes, que han cometido grandes errores en su administración, tienen el cinismo de querer repetir en el cargo. Como siempre, todo depende de la población y no del gobierno, por esa razón una monarquía británica, aun con un sistema antiquísimo, funciona mejor que nuestra democracia mexicana, la más cara del planeta y una de las más ineficientes porque no ha logrado conseguir sus objetivos y desgraciadamente quizá nunca los conseguirá. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Murió el esposo de la reina Elizabeth II, dando por finalizada una vida brillante, propia de la nobleza, pero el hecho también marca un declive para una familia que luce vieja y poco capaz de continuar una era de reyes cada vez más criticada, sin embargo y pese a ser algo milenariamente antiguo, hay que reflexionar la pertinencia de la continuidad de estas formas de gobierno, especialmente atendiendo al fracaso de las democracias, como la mexicana.

Cuando mencionamos a Felipe de Edimburgo, nos referimos a alguien que nació cuando Álvaro Obregón era presidente de México y Europa vivía la reciente finalización de la Primera Guerra Mundial. A pocos meses de cumplir cien años de edad, falleció el consorte de la monarca británica que más tiempo ha estado en el poder, habiendo vivido muy diversos capítulos que ahora solo conocemos en los libros de historia. De cuna noble, el padre del Príncipe de Gales, tuvo que huir de un conflicto bélico en su natal Grecia por temor a ser asesinado, para después estudiar en Europa y al final naturalizarse británico y formar parte de la entonces mejor marina del mundo. Como militar participó activamente en la Segunda Guerra Mundial y en 1947 se casó con la entonces princesa.

La situación de la corona británica ha empeorado desde hace años, basta recordar los escándalos producidos por Lady Di y Meghan de Suxxes, las esposas “incómodas” de príncipe Carlos y su hijo.

En un mundo contemporáneo, donde los derechos humanos, la no discriminación y la igualdad son banderas a seguir sin duda alguna, resulta algo fuera de lugar pensar en reyes, duques, barones y esa distinción que resulta siempre incómoda entre nobles y plebeyos, no obstante, hay otros lugares en el mundo donde existe un clasismo semejante. Pongamos un ejemplo claro en Puebla, en donde gente de génesis criolla asume que tiene una superioridad respecto a aquellos que no tienen pasaporte español, recordando que esa nacionalidad se les dio a los descendientes de quienes salieron huyendo, sin ninguna riqueza, de la Guerra Civil de la madre patria. Entonces debemos asumir que, al menos en el imaginario, las diferenciaciones siguen muy presentes en México y el mundo.

El fundamento de los reinos europeos parte de algo llamado Derecho Divino de los Reyes, el cual consiste en que un monarca tiene el poder porque así Dios lo quiere, lo cual resulta absurdo para aquellos que somos republicanos y aspirantes a intelectuales, pero en un país donde la gente se hinca frente a una piedra, porque supuestamente se aparece una virgen, todo es posible. De forma lamentable y dicho con todo respeto para los feligreses.

Evidentemente las monarquías, como forma pura de gobierno, dio lugar a la forma impura: la tiranía, dando lugar a los escenarios más cruentos de la historia, pero también la democracia ha arrojado a tiranos, como Hitler o el fallecido Moreno Valle, es más, no necesitamos tener a algunos de los Luises franceses, con cualquiera de los muchos alcaldes y gobernadores que actúan como señores feudales tenemos más que suficiente.

También no podemos omitir que los miembros de la realeza han sido criados y entrenados para tal fin, lo cual les da un mayor grado de preparación, lo cual resulta muy positivo cuando comparamos a algunos de nuestros políticos improvisados, como los actores, futbolistas, cantantes y demás perfiles que han probado su más rotundo fracaso, pero que resultan atractivos ante un electorado mayormente ignorante.

En México la idea de una monarquía sería caótica, la relección presidencial nunca debe volver y, en el caso de diputados y presidentes municipales, vemos cómo personajes, que han cometido grandes errores en su administración, tienen el cinismo de querer repetir en el cargo. Como siempre, todo depende de la población y no del gobierno, por esa razón una monarquía británica, aun con un sistema antiquísimo, funciona mejor que nuestra democracia mexicana, la más cara del planeta y una de las más ineficientes porque no ha logrado conseguir sus objetivos y desgraciadamente quizá nunca los conseguirá. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.