/ sábado 26 de diciembre de 2020

Precarización económica

Lamentablemente en el México de la nueva normalidad, han seguido los actos vandálicos, las masacres y las protestas, las cuales son inaceptables, pues no se puede demandar justicia o poner fin a la violencia, ejerciendo violencia; es entendible la indignación social pero no debe ser pretexto para incitar, confundir e incluso para enfrentar a la sociedad.

Salvador García Soto señalaba, “la teoría del complot contra un proyecto o contra un gobierno no es nuevo en la política mexicana; para Díaz Ordaz fueron los comunistas soviéticos detrás del movimiento estudiantil de 68, justificando la “defensa de la Patria”; para Carlos Salinas, la desestabilización desde la “nomenklatura”, el asesinando de Colosio le descompuso su proyecto reformador y transexenal”. Por su parte el presidente Andrés Manuel López Obrador a toda costa culpa al pasado y principalmente a Calderón y a Peña Nieto.

Esta confusión, ha derivado en una grave crisis institucional, la cual se combina con, ineficacia y tolerancia imprudente; con un Estado inmóvil, ante este escenario, se deben establecer criterios de políticas públicas que disminuyan la desigualdad social, la injusticia, la discriminación y el deterioro de los valores sociales y éticos, aspectos que han contribuido a generar violencia, delincuencia, y corrupción, que se manifiesta con más frecuencia en nuestra vida cotidiana.

Si a ello le sumamos que hoy en México la mitad del PIB se genera en la economía informal, mezclada la informalidad con la formalidad, no se alcanza a distinguir donde acaba una y empieza la otra. La ilegalidad ha permeado a la legalidad lo cual ha contribuido al deterioro del tejido social.

Esta realidad, aunada a la pandemia por el covid-19, ha generado una parálisis para buscar otras alternativas frente a las recetas económicas de las últimas tres décadas; y frente a esta realidad; entre los seres humanos la desconfianza hace que no exista la cooperación en la vida cotidiana.

La cual, en México, rebasa cualquier esfuerzo de comunicación política; siendo un tema que se le ha salido de las manos al Estado Mexicano. Ahora toca preguntarse: ¿qué pasa con los medios de comunicación? ¿Qué papel histórico están jugando en estos escenarios violentos, las organizaciones, los actores políticos y por supuesto los partidos políticos?.

Es muy importante que el gobierno y la ciudadanía recuperemos los espacios perdidos, tanto en términos de la definición de una agenda para recomponer el tejido social, como en los espacios de convivencia, la salud y la economía.

Por tal razón los medios de comunicación deben hoy más que nunca, pensar sobre la importancia de su carácter informativo y no la especulación sobre el entorno. Si bien es cierto que no se puede señalar una imagen saludable de México, su trabajo profesional debe centrarse en informarnos quiénes somos, qué nos pasa y qué estamos haciendo para resolverlo.

Vivimos con una atmósfera sombría que tiene a la sociedad bajo una gran fragilidad que no nos merecemos, a causa de los secuestros y el narcotráfico, asesinatos etc. Notando un ánimo convulso y una sensación de fragilidad síquica, que no debe ser admisible. La sociedad vive con miedo ante esta nueva realidad; y lo cierto es que no podemos ni debemos seguir así.

La crisis puede manifestarse como un quiebre, el cual genere un ciclo que involucre los valores que se requieren para asumir el cambio, y buscar la sintonía con el desarrollo y la continuidad, las crisis política y social en la que está inmerso el país, recae en el comportamiento de la economía, pues ahora no solo existe decrecimiento que se desencadenará en un proceso de recesión; desde finales del 2018 no se avanza y, de manera individual cada mexicano buscara hacer hasta lo imposible para poder sostener su nivel de vida.

Pudiese parecer que el término “crisis económica” es exagerado, pero mantener las actuales tasas de crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto anual) impactará negativamente, en el corto plazo, en los niveles de bienestar de la mayor parte de los mexicanos, particularmente a los menos favorecidos y en general a toda la sociedad mexicana que se encamina a una vida precaria o de una sensible disminución de su nivel de vida en la actual administración federal.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com

Lamentablemente en el México de la nueva normalidad, han seguido los actos vandálicos, las masacres y las protestas, las cuales son inaceptables, pues no se puede demandar justicia o poner fin a la violencia, ejerciendo violencia; es entendible la indignación social pero no debe ser pretexto para incitar, confundir e incluso para enfrentar a la sociedad.

Salvador García Soto señalaba, “la teoría del complot contra un proyecto o contra un gobierno no es nuevo en la política mexicana; para Díaz Ordaz fueron los comunistas soviéticos detrás del movimiento estudiantil de 68, justificando la “defensa de la Patria”; para Carlos Salinas, la desestabilización desde la “nomenklatura”, el asesinando de Colosio le descompuso su proyecto reformador y transexenal”. Por su parte el presidente Andrés Manuel López Obrador a toda costa culpa al pasado y principalmente a Calderón y a Peña Nieto.

Esta confusión, ha derivado en una grave crisis institucional, la cual se combina con, ineficacia y tolerancia imprudente; con un Estado inmóvil, ante este escenario, se deben establecer criterios de políticas públicas que disminuyan la desigualdad social, la injusticia, la discriminación y el deterioro de los valores sociales y éticos, aspectos que han contribuido a generar violencia, delincuencia, y corrupción, que se manifiesta con más frecuencia en nuestra vida cotidiana.

Si a ello le sumamos que hoy en México la mitad del PIB se genera en la economía informal, mezclada la informalidad con la formalidad, no se alcanza a distinguir donde acaba una y empieza la otra. La ilegalidad ha permeado a la legalidad lo cual ha contribuido al deterioro del tejido social.

Esta realidad, aunada a la pandemia por el covid-19, ha generado una parálisis para buscar otras alternativas frente a las recetas económicas de las últimas tres décadas; y frente a esta realidad; entre los seres humanos la desconfianza hace que no exista la cooperación en la vida cotidiana.

La cual, en México, rebasa cualquier esfuerzo de comunicación política; siendo un tema que se le ha salido de las manos al Estado Mexicano. Ahora toca preguntarse: ¿qué pasa con los medios de comunicación? ¿Qué papel histórico están jugando en estos escenarios violentos, las organizaciones, los actores políticos y por supuesto los partidos políticos?.

Es muy importante que el gobierno y la ciudadanía recuperemos los espacios perdidos, tanto en términos de la definición de una agenda para recomponer el tejido social, como en los espacios de convivencia, la salud y la economía.

Por tal razón los medios de comunicación deben hoy más que nunca, pensar sobre la importancia de su carácter informativo y no la especulación sobre el entorno. Si bien es cierto que no se puede señalar una imagen saludable de México, su trabajo profesional debe centrarse en informarnos quiénes somos, qué nos pasa y qué estamos haciendo para resolverlo.

Vivimos con una atmósfera sombría que tiene a la sociedad bajo una gran fragilidad que no nos merecemos, a causa de los secuestros y el narcotráfico, asesinatos etc. Notando un ánimo convulso y una sensación de fragilidad síquica, que no debe ser admisible. La sociedad vive con miedo ante esta nueva realidad; y lo cierto es que no podemos ni debemos seguir así.

La crisis puede manifestarse como un quiebre, el cual genere un ciclo que involucre los valores que se requieren para asumir el cambio, y buscar la sintonía con el desarrollo y la continuidad, las crisis política y social en la que está inmerso el país, recae en el comportamiento de la economía, pues ahora no solo existe decrecimiento que se desencadenará en un proceso de recesión; desde finales del 2018 no se avanza y, de manera individual cada mexicano buscara hacer hasta lo imposible para poder sostener su nivel de vida.

Pudiese parecer que el término “crisis económica” es exagerado, pero mantener las actuales tasas de crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto anual) impactará negativamente, en el corto plazo, en los niveles de bienestar de la mayor parte de los mexicanos, particularmente a los menos favorecidos y en general a toda la sociedad mexicana que se encamina a una vida precaria o de una sensible disminución de su nivel de vida en la actual administración federal.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com