/ sábado 22 de agosto de 2020

¿Qué aprendizaje positivo adquiere un niño en la plaza de toros?

La fiesta brava ha sido víctima de muy diversos ataques por parte de quienes asumen ser defensores de los animales, especialmente cuando se señala que la faena es algo nocivo para un menor, sin embargo, hay que analizar bien los argumentos y aceptar que la tauromaquia que puede ser algo positivo en la formación de los futuros ciudadanos.

Hace pocos días, el Ayuntamiento de Pachucha rechazó la iniciativa de prohibir la entrada a menores de edad a las corridas de toros, situación que despertó nuevamente un gran debate que parece no tener fin.

Ya en múltiples ocasiones me he referido a la absoluta importancia de la formación infantil, en este sentido, cada quien será responsable de educar a sus hijos o dependientes como mejor le parezca, claro, bajo las directrices legales.

El problema es que ahora tenemos una gran censura a diversas actividades, consideradas como “malas”, simplemente porque así diversos colectivos las consideran, como los antitaurinos. Creo que este tema ha llegado al hartazgo y considero que esos movimientos se fundan más en la ignorancia y el egoísmo que en la verdadera búsqueda de una mejor sociedad.

Creo que es mucho más peligroso que a un niño se le dé acceso a un celular, computadora o Tablet que llevarlo a una corrida, ya que esos aparatos han causado una peligrosa adicción, inclusive hemos visto adolescentes que se suicidan por no tener internet, aparte de los grandes riesgos de los tratantes que encuentran en el cyberespacio un lugar para cazar a sus presas.

Entrando de lleno en el punto considero los siguientes puntos positivos de la fiesta de sangre y arena para un menor, aclarando que deben ser explicados minuciosamente, ya que un pequeñín debe ser instruido en lo que significa la gran variedad de elementos y simbolismos que tiene la fiesta más culta del mundo.

En primer lugar, se aprende el respeto y hasta amor al rival, en la dimensión de que la vida es una lucha, en donde se gana y se pierde, pero siempre con dignidad y, en el caso de la tauromaquia, trascendiendo, inclusive si se pierde la vida.

La disciplina en un torero es fundamental, las horas de entrenamiento y la fortaleza mental que se alcanza son admirables, lo que los lleva a recuperarse como nadie de las lesiones físicas, eso forja la personalidad a gran escala, situación que ayuda a afrontar los retos de la vida como tal, recalcando que la existencia es prácticamente una lidia.

Un aspecto que considero muy importante, más en estos tiempos donde nos encontramos con una especie de debilidad emocional, producto quizá de la excesiva sobreprotección, es la valentía. Indudablemente enfrentarse a un burel de media tonelada, cuya vocación asesina está inscrita en un ADN muy peculiar, es digno de reconocimiento y puede ser fuente de inspiración para hacer frente a las calamidades, inclusive si no se simpatiza con la fiesta brava.

También podemos hablar de los elementos católicos, la teoría de Freud respecto a la sexualidad y la violencia; además del entorno de un ruedo que significa mucho, sin embargo, esta editorial es muy corta para señalarlo.

La formación artística a temprana edad ha sido históricamente un privilegio en diversas culturas, el toreo es un arte en donde se aprecia el colosal cuerpo de un toro que se conjuga con la sensualidad y brillo del torero, ambos sujetos se deslizan en una danza incomparable que evoca profundos axiomas, si un niño puede apreciar esto, tendrá mayores herramientas para valorar otras expresiones estéticas

Para terminar, considero que sería muy útil, en estos tiempos de tanta victimización, animal y humana, enseñar a los menores que no se debe sentir lástima por nosotros mismos y vernos, desde nuestros primeros años, como entes destinados a la superación y la trascendencia, para lo cual evidentemente debemos afrontar y superar las dificultades, asumiendo que la vida como tal es un crisol de maldad, bondad, violencia, paz, riesgo y otros tantos elementos que debemos experimentar para así poder sobrevivir y alcanzar la felicidad. Hasta la vista.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

La fiesta brava ha sido víctima de muy diversos ataques por parte de quienes asumen ser defensores de los animales, especialmente cuando se señala que la faena es algo nocivo para un menor, sin embargo, hay que analizar bien los argumentos y aceptar que la tauromaquia que puede ser algo positivo en la formación de los futuros ciudadanos.

Hace pocos días, el Ayuntamiento de Pachucha rechazó la iniciativa de prohibir la entrada a menores de edad a las corridas de toros, situación que despertó nuevamente un gran debate que parece no tener fin.

Ya en múltiples ocasiones me he referido a la absoluta importancia de la formación infantil, en este sentido, cada quien será responsable de educar a sus hijos o dependientes como mejor le parezca, claro, bajo las directrices legales.

El problema es que ahora tenemos una gran censura a diversas actividades, consideradas como “malas”, simplemente porque así diversos colectivos las consideran, como los antitaurinos. Creo que este tema ha llegado al hartazgo y considero que esos movimientos se fundan más en la ignorancia y el egoísmo que en la verdadera búsqueda de una mejor sociedad.

Creo que es mucho más peligroso que a un niño se le dé acceso a un celular, computadora o Tablet que llevarlo a una corrida, ya que esos aparatos han causado una peligrosa adicción, inclusive hemos visto adolescentes que se suicidan por no tener internet, aparte de los grandes riesgos de los tratantes que encuentran en el cyberespacio un lugar para cazar a sus presas.

Entrando de lleno en el punto considero los siguientes puntos positivos de la fiesta de sangre y arena para un menor, aclarando que deben ser explicados minuciosamente, ya que un pequeñín debe ser instruido en lo que significa la gran variedad de elementos y simbolismos que tiene la fiesta más culta del mundo.

En primer lugar, se aprende el respeto y hasta amor al rival, en la dimensión de que la vida es una lucha, en donde se gana y se pierde, pero siempre con dignidad y, en el caso de la tauromaquia, trascendiendo, inclusive si se pierde la vida.

La disciplina en un torero es fundamental, las horas de entrenamiento y la fortaleza mental que se alcanza son admirables, lo que los lleva a recuperarse como nadie de las lesiones físicas, eso forja la personalidad a gran escala, situación que ayuda a afrontar los retos de la vida como tal, recalcando que la existencia es prácticamente una lidia.

Un aspecto que considero muy importante, más en estos tiempos donde nos encontramos con una especie de debilidad emocional, producto quizá de la excesiva sobreprotección, es la valentía. Indudablemente enfrentarse a un burel de media tonelada, cuya vocación asesina está inscrita en un ADN muy peculiar, es digno de reconocimiento y puede ser fuente de inspiración para hacer frente a las calamidades, inclusive si no se simpatiza con la fiesta brava.

También podemos hablar de los elementos católicos, la teoría de Freud respecto a la sexualidad y la violencia; además del entorno de un ruedo que significa mucho, sin embargo, esta editorial es muy corta para señalarlo.

La formación artística a temprana edad ha sido históricamente un privilegio en diversas culturas, el toreo es un arte en donde se aprecia el colosal cuerpo de un toro que se conjuga con la sensualidad y brillo del torero, ambos sujetos se deslizan en una danza incomparable que evoca profundos axiomas, si un niño puede apreciar esto, tendrá mayores herramientas para valorar otras expresiones estéticas

Para terminar, considero que sería muy útil, en estos tiempos de tanta victimización, animal y humana, enseñar a los menores que no se debe sentir lástima por nosotros mismos y vernos, desde nuestros primeros años, como entes destinados a la superación y la trascendencia, para lo cual evidentemente debemos afrontar y superar las dificultades, asumiendo que la vida como tal es un crisol de maldad, bondad, violencia, paz, riesgo y otros tantos elementos que debemos experimentar para así poder sobrevivir y alcanzar la felicidad. Hasta la vista.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.