/ domingo 31 de julio de 2022

¿Qué importa ahora?

Derivado del fallecimiento de mi mamá el pasado miércoles 27 de julio, pensé la vida ahora con una reflexión. Las condiciones para vivir cambiaron radicalmente en 91 años, los que ella vivió; sus manos trabajaron duro para atender a 11 niños y un esposo que trabajó literalmente “de sol a sol”. Pero esos esfuerzos dieron frutos porque en el Desarrollo Estabilizador (1940-1970) se podía ahorrar para adquirir un terreno y construir, y ver florecer un negocio, se podía salir de la pobreza con trabajo arduo. Además, la violencia no era más que nota roja, había que preocuparse más bien por la educación, por el futuro ¿qué importa ahora?


Las personas mayores necesitan de atención y cuidados, es algo que requerimos pensar cuando podemos, para prevenir lo que irremediablemente pasará, la muerte de ellos y la propia. Medicamentos, consultas médicas, revisión dental, anteojos, alimentación y ejercicio adecuado, trabajo mental, ropa, tal vez pañales, limpieza, y lidiar con el temperamento que nos hará como niños pero sin posibilidad de “corrección”. Estas y muchas otras condiciones incomprendidas han causado que hijos abandonen o incluso, no solo piensen en el homicidio contra sus padres.


Tal vez hemos exclamado o escuchado ¿de qué estaban hechas las personas que viven más de 80? Me inclino a pensar que los excesos cobran la cuenta a nuestros cuerpos que van deteriorándose por el trabajo de los órganos y sistemas que lo componen, pero también cuenta el entorno donde no hay riesgo de que alguien corte tu vida por nada, por desaparición forzada, o simplemente por eventos fortuitos. La forma en que se da esa interrupción de la vida cuenta cuenta mucho para quienes nos quedamos con los cuerpos para ser cremados o sepultados. Aún más, quien no tiene la certeza del cuerpo del ser querido con seguridad queda para vivir en la zozobra permanente, sin paz.


Los padres adultos mayores tienen la posibilidad de ver a sus hijos crecer, formar sus propias familias que les dan nietos y bisnietos, con alegrías o tristezas hasta que la memoria ayude a no sufrir ni preocuparse tanto y a no reconocer también. Una fortuna de los viejitos en medio de sus dolencias.


Los homicidios dolosos cometidos contra Luz Raquel Padilla y Margarita Ceceña, en Jalisco y Morelos respectivamente (e-consulta 28 jul 2022), además de evidenciar las fallas en nuestro sistema de justicia, no muestra con trasparencia el proceso que ahora sigue con los hijos que dejan. Si hay más familiares adultos, podrían retomar la crianza, sólo si quieren y si pueden. Este es el otro rostro de la muerte precoz, la des fortuna de los menores con un futuro incierto.


La violencia, el crimen, los homicidios, la indolencia y la corrupción son consecuencia de las acciones humanas, esas que resultan de lo que ha sido sembrado en las conciencias y los corazones de los niños. Aunque suene trillado, la realidad cruda nos sacude con este otro rostro, la madre y el padre educan con su ejemplo, así sólo sean los cuidadores. No se trata de niveles académicos en un sistema educativo, ni de la asidua visita a los templos, se trata de valores que cualquiera puede distinguir; se trata de integridad.


En todo caso, como fui educada en la fe católica, que abrazo sin restricciones, me quedo conforme con lo que dictan sus preceptos: la certeza de la Resurrección para mis padres, aunque entiendo que esta actitud y creencia se va dificultando cuando nuestro entorno es de pobreza extrema y la injusticia nos grita a cada paso, con un sistema ineficiente y corrupto. Que en Paz Descansen las almas que se han ido, les dé Paz a quienes nos quedamos para asimilar la Providencia y voluntad divina, y que la justicia humana llegue pronto, al menos para confortar un poco el dolor de otros que no tienen la certeza de los 100,000 muertos o desaparecidos que se registran en México.






*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías (2022-2024) Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Derivado del fallecimiento de mi mamá el pasado miércoles 27 de julio, pensé la vida ahora con una reflexión. Las condiciones para vivir cambiaron radicalmente en 91 años, los que ella vivió; sus manos trabajaron duro para atender a 11 niños y un esposo que trabajó literalmente “de sol a sol”. Pero esos esfuerzos dieron frutos porque en el Desarrollo Estabilizador (1940-1970) se podía ahorrar para adquirir un terreno y construir, y ver florecer un negocio, se podía salir de la pobreza con trabajo arduo. Además, la violencia no era más que nota roja, había que preocuparse más bien por la educación, por el futuro ¿qué importa ahora?


Las personas mayores necesitan de atención y cuidados, es algo que requerimos pensar cuando podemos, para prevenir lo que irremediablemente pasará, la muerte de ellos y la propia. Medicamentos, consultas médicas, revisión dental, anteojos, alimentación y ejercicio adecuado, trabajo mental, ropa, tal vez pañales, limpieza, y lidiar con el temperamento que nos hará como niños pero sin posibilidad de “corrección”. Estas y muchas otras condiciones incomprendidas han causado que hijos abandonen o incluso, no solo piensen en el homicidio contra sus padres.


Tal vez hemos exclamado o escuchado ¿de qué estaban hechas las personas que viven más de 80? Me inclino a pensar que los excesos cobran la cuenta a nuestros cuerpos que van deteriorándose por el trabajo de los órganos y sistemas que lo componen, pero también cuenta el entorno donde no hay riesgo de que alguien corte tu vida por nada, por desaparición forzada, o simplemente por eventos fortuitos. La forma en que se da esa interrupción de la vida cuenta cuenta mucho para quienes nos quedamos con los cuerpos para ser cremados o sepultados. Aún más, quien no tiene la certeza del cuerpo del ser querido con seguridad queda para vivir en la zozobra permanente, sin paz.


Los padres adultos mayores tienen la posibilidad de ver a sus hijos crecer, formar sus propias familias que les dan nietos y bisnietos, con alegrías o tristezas hasta que la memoria ayude a no sufrir ni preocuparse tanto y a no reconocer también. Una fortuna de los viejitos en medio de sus dolencias.


Los homicidios dolosos cometidos contra Luz Raquel Padilla y Margarita Ceceña, en Jalisco y Morelos respectivamente (e-consulta 28 jul 2022), además de evidenciar las fallas en nuestro sistema de justicia, no muestra con trasparencia el proceso que ahora sigue con los hijos que dejan. Si hay más familiares adultos, podrían retomar la crianza, sólo si quieren y si pueden. Este es el otro rostro de la muerte precoz, la des fortuna de los menores con un futuro incierto.


La violencia, el crimen, los homicidios, la indolencia y la corrupción son consecuencia de las acciones humanas, esas que resultan de lo que ha sido sembrado en las conciencias y los corazones de los niños. Aunque suene trillado, la realidad cruda nos sacude con este otro rostro, la madre y el padre educan con su ejemplo, así sólo sean los cuidadores. No se trata de niveles académicos en un sistema educativo, ni de la asidua visita a los templos, se trata de valores que cualquiera puede distinguir; se trata de integridad.


En todo caso, como fui educada en la fe católica, que abrazo sin restricciones, me quedo conforme con lo que dictan sus preceptos: la certeza de la Resurrección para mis padres, aunque entiendo que esta actitud y creencia se va dificultando cuando nuestro entorno es de pobreza extrema y la injusticia nos grita a cada paso, con un sistema ineficiente y corrupto. Que en Paz Descansen las almas que se han ido, les dé Paz a quienes nos quedamos para asimilar la Providencia y voluntad divina, y que la justicia humana llegue pronto, al menos para confortar un poco el dolor de otros que no tienen la certeza de los 100,000 muertos o desaparecidos que se registran en México.






*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías (2022-2024) Mail: margarita_arguelles@hotmail.com