/ sábado 29 de septiembre de 2018

¿Qué podemos aprender de la generación de 1968?

El 2 de octubre de hace medio siglo es una fecha trágica en la historia nacional. Con todo, después de tanto tiempo siguen existiendo muchas dudas y aún se clama justicia por el hecho. Dentro de todo esto considero que algo muy importante es analizar el tipo de jóvenes que había en ese entonces y ver los aspectos positivos que los hicieron trascendentes y que pudieran ser útiles hoy.

Empezaré mencionando una banalidad actual: hace unos días fue estrenada la más reciente versión del iPhone, situación que provocó filas enteras para poder adquirirlo, no importando su altísimo precio. Inclusive esto fue noticia ya que para una parte de la población lo más importante es tener uno de esos aparatos. Lo anterior pudiera ser una manifestación del consumismo, la masificación, una poca cultura y, por ende, un limitado interés en la vida pública.

Obviamente solo me refiero a una parte, puesto que también hay quien se esfuerza por tener un país y mundo mejor de una forma legítima y seria, diferenciándose de los muchos seudoactivistas que solo siguen alguna tendencia sin ayudar verdaderamente a una buena causa, sino únicamente para exhibirse en sus redes sociales.

Hacer una comparación entre las generaciones separadas por 5 décadas pudiera resultar algo anacrónico, ya que cada época responde a las circunstancias que le tocaron, pero tampoco podemos dejar de señalar aspectos que nos están haciendo mucho daño.

Pensemos en esos años finales de la década de 1960: los jóvenes tenían un contexto rico en personalidades. En esos días se había dejado de creer fervientemente en el mito revolucionario; la Guerra Fría creaba una polarización internacional con grandes personalidades en ambos lados: Fidel Castro o Martin Luther King eran auténticas figuras surgidas de la lucha social; qué decir del legendario Ernesto “Che” Guevara, cuyas convicciones eran infranqueables y fue ejemplo de lucha en todo el mundo. Figuras de esta estatura ya no se ven en nuestros días. La mayoría de los políticos actuales se basan en el marketing, el photoshop y un discurso vacío.

Inclusive los intelectuales de ese entonces son totalmente superiores: puedo citar a José Revueltas, preso por oponerse al sistema; y Octavio Paz, quien renunció a su puesto de embajador después de la matanza de Tlatelolco. Ellos no se pueden comparar con los que hoy son tomados por grandes filósofos, como Paulo Coelho y Odín Duperyron.

En ese entonces había convicciones para cambiar al mundo en el contexto de polarización entre americanos y soviéticos. El socialismo no es lo más conveniente para México, pero yo manifiesto mi respeto a los activistas ilustrados, quienes estudiaban y hablaban de temas contemporáneos y globales, a diferencia de quienes hoy son presas del Facebook y se enajenan con movimientos que poseen profundas contradicciones, en algunos aspectos, como la defensa animal y el veganismo.

Existe una buena parte de adolescentes y universitarios que ya no se preocupan por problemas globales, como fue la guerra de Vietnam, sino simplemente por tener una buena señal de wifi. Lo peor es quien se cree un activista, cuando en realidad lo que sigue es una moda y no un movimiento socialmente trascendente.

Afortunadamente la historia es de ciclos y algún día volveremos a tener un mayor nivel intelectual e idealismos verdaderos, en donde ser joven no sólo sea un slogan para algunos políticos, quienes, por cierto, han demostrado que se puede ser muy corrupto a temprana edad.

Por lo anterior, debemos recordar con profundo respeto a los caídos en la Plaza de las 3 Culturas, apreciando la calidad de muchos de aquellos que soñaban verdaderamente con cambiar al mundo. Hasta la próxima semana.




Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com. Síganme en Facebook por mi nombre y en Twitter: @vicente_aven.


El 2 de octubre de hace medio siglo es una fecha trágica en la historia nacional. Con todo, después de tanto tiempo siguen existiendo muchas dudas y aún se clama justicia por el hecho. Dentro de todo esto considero que algo muy importante es analizar el tipo de jóvenes que había en ese entonces y ver los aspectos positivos que los hicieron trascendentes y que pudieran ser útiles hoy.

Empezaré mencionando una banalidad actual: hace unos días fue estrenada la más reciente versión del iPhone, situación que provocó filas enteras para poder adquirirlo, no importando su altísimo precio. Inclusive esto fue noticia ya que para una parte de la población lo más importante es tener uno de esos aparatos. Lo anterior pudiera ser una manifestación del consumismo, la masificación, una poca cultura y, por ende, un limitado interés en la vida pública.

Obviamente solo me refiero a una parte, puesto que también hay quien se esfuerza por tener un país y mundo mejor de una forma legítima y seria, diferenciándose de los muchos seudoactivistas que solo siguen alguna tendencia sin ayudar verdaderamente a una buena causa, sino únicamente para exhibirse en sus redes sociales.

Hacer una comparación entre las generaciones separadas por 5 décadas pudiera resultar algo anacrónico, ya que cada época responde a las circunstancias que le tocaron, pero tampoco podemos dejar de señalar aspectos que nos están haciendo mucho daño.

Pensemos en esos años finales de la década de 1960: los jóvenes tenían un contexto rico en personalidades. En esos días se había dejado de creer fervientemente en el mito revolucionario; la Guerra Fría creaba una polarización internacional con grandes personalidades en ambos lados: Fidel Castro o Martin Luther King eran auténticas figuras surgidas de la lucha social; qué decir del legendario Ernesto “Che” Guevara, cuyas convicciones eran infranqueables y fue ejemplo de lucha en todo el mundo. Figuras de esta estatura ya no se ven en nuestros días. La mayoría de los políticos actuales se basan en el marketing, el photoshop y un discurso vacío.

Inclusive los intelectuales de ese entonces son totalmente superiores: puedo citar a José Revueltas, preso por oponerse al sistema; y Octavio Paz, quien renunció a su puesto de embajador después de la matanza de Tlatelolco. Ellos no se pueden comparar con los que hoy son tomados por grandes filósofos, como Paulo Coelho y Odín Duperyron.

En ese entonces había convicciones para cambiar al mundo en el contexto de polarización entre americanos y soviéticos. El socialismo no es lo más conveniente para México, pero yo manifiesto mi respeto a los activistas ilustrados, quienes estudiaban y hablaban de temas contemporáneos y globales, a diferencia de quienes hoy son presas del Facebook y se enajenan con movimientos que poseen profundas contradicciones, en algunos aspectos, como la defensa animal y el veganismo.

Existe una buena parte de adolescentes y universitarios que ya no se preocupan por problemas globales, como fue la guerra de Vietnam, sino simplemente por tener una buena señal de wifi. Lo peor es quien se cree un activista, cuando en realidad lo que sigue es una moda y no un movimiento socialmente trascendente.

Afortunadamente la historia es de ciclos y algún día volveremos a tener un mayor nivel intelectual e idealismos verdaderos, en donde ser joven no sólo sea un slogan para algunos políticos, quienes, por cierto, han demostrado que se puede ser muy corrupto a temprana edad.

Por lo anterior, debemos recordar con profundo respeto a los caídos en la Plaza de las 3 Culturas, apreciando la calidad de muchos de aquellos que soñaban verdaderamente con cambiar al mundo. Hasta la próxima semana.




Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com. Síganme en Facebook por mi nombre y en Twitter: @vicente_aven.