/ jueves 26 de noviembre de 2020

Quién está detrás de los botones de ataque

En medio de la estampida de morenovallistas que corren por su vida y de otros que ocultan la cabeza en los hoyos de los avestruces, Marcelo García Almaguer disfruta su tercer aire con el lujo añadido de promoverse políticamente en la capital angelopolitana.

La campaña que impulsa se centra en ser alcalde. Me parece que el propósito raya lo absurdo, incluso algunos lo han tomado a chunga. Sin embargo, a él le vale cacahuate y medio, hace su lucha y la osadía se aplaude.

El Chelo, como él mismo se puso de cariño, no es un ciudadano promedio aunque se esfuerce por aparentarlo. Brilló en el sexenio de Rafael y no poco.

Eukid fue la conciencia política del exgobernador ausente, es bien sabido, como el Chelo lo fue en temas de comunicación y redes sociales, “AMLO sí, Barbosa No” bien pudo ser estigma suyo en las elecciones del 2018.

Cuando un crítico tocaba a los Moreno Valle o a secretarios cercanos en afecto a Rafael, la ferocidad con que respondían las granjas de bots en contra suya era endemoniada, la suposición colectiva imaginaba a Marcelo detrás de los botones de ataque.

Lo mismo se decía de las entregas ácidas de comunicadores instruidos por él y que hoy lo siguen haciendo pero con otra cachucha y otro amo.

Es un tipo que sabe y sabe mucho. Lo podrán acusar de todo menos de tonto. Ejerció en sus años mejores la comunicación en las direcciones señaladas por la rosa de los vientos tanto para bien como para propósitos oscuros.

La política comunicacional de entonces hizo estragos en los acorazados de los enemigos del régimen morenovallista y ametralló a sangre fría a los críticos. Su mano fue de terciopelo en lo público, con sonrisita cínica añadida, pero de hierro en lo subrepticio.

Riphagen es un personaje del servicio de inteligencia nazi, parece bueno pero es un miserable, roba las fortunas de los judíos antes de ser llevados a los campos de concentración, destruye vidas en masa. Sin embargo, por cada ocasión que lo acorralan para enjuiciarlo siempre tiene información disponible para negociar impunidad y libertad, es opción maravillosa de Neflix.

El tipo sabe mucho y lo que sabe le permite sobrellevar una vida casi normal durante el pico último de la segunda guerra. El Chelo se conduce por una ruta muy parecida cuando a colegas suyos como Eukid, Aguilar Chedraui, Gali, Cruz Bermúdez, ex notarios y otros morenovallistas el infortunio les acorrala.

Muchas cosas no cuadran respecto a él y al resto del equipo cercano a Rafa. Contrasta que en redes sociales, donde el Chelo juega como Ronaldiño, se muevan como antes granjas de bots vapuleando a críticos y afines al régimen actual, decenas de ellos se aprecian especialistas en amarrar navajas con operarios, probablemente, muriendo a carcajadas.

La información es un arma bastante poderosa, decía Riphagen, y si a eso se le añade el activo digital de hoy, el intercambio por impunidad es de no despreciarse.

La locura de Marcelo persiguiendo la presidencia municipal y su desempeño legislativo resultan intrascendentes comparado con el capital informativo que posee tanto del gremio periodístico como del tablero político y el empresariado local. Su acervo como el de Riphagen sostiene cualquier pellejo en circunstancias de apremio.

Zebadúa y Lozoya son los testigos colaboradores de moda en lo nacional, les tildan de traidores por entregar información discrecional que perjudica a Rosario Robles y Peña Nieto a cambio de libertad y de no ser molestados. Al señor Marcelo nadie le molesta y anda libre, los perjudicados son otros…

Los sabios de la vida dicen que el pasado tarde o temprano termina por juzgar a las personas, el futuro lo determinará.

En medio de la estampida de morenovallistas que corren por su vida y de otros que ocultan la cabeza en los hoyos de los avestruces, Marcelo García Almaguer disfruta su tercer aire con el lujo añadido de promoverse políticamente en la capital angelopolitana.

La campaña que impulsa se centra en ser alcalde. Me parece que el propósito raya lo absurdo, incluso algunos lo han tomado a chunga. Sin embargo, a él le vale cacahuate y medio, hace su lucha y la osadía se aplaude.

El Chelo, como él mismo se puso de cariño, no es un ciudadano promedio aunque se esfuerce por aparentarlo. Brilló en el sexenio de Rafael y no poco.

Eukid fue la conciencia política del exgobernador ausente, es bien sabido, como el Chelo lo fue en temas de comunicación y redes sociales, “AMLO sí, Barbosa No” bien pudo ser estigma suyo en las elecciones del 2018.

Cuando un crítico tocaba a los Moreno Valle o a secretarios cercanos en afecto a Rafael, la ferocidad con que respondían las granjas de bots en contra suya era endemoniada, la suposición colectiva imaginaba a Marcelo detrás de los botones de ataque.

Lo mismo se decía de las entregas ácidas de comunicadores instruidos por él y que hoy lo siguen haciendo pero con otra cachucha y otro amo.

Es un tipo que sabe y sabe mucho. Lo podrán acusar de todo menos de tonto. Ejerció en sus años mejores la comunicación en las direcciones señaladas por la rosa de los vientos tanto para bien como para propósitos oscuros.

La política comunicacional de entonces hizo estragos en los acorazados de los enemigos del régimen morenovallista y ametralló a sangre fría a los críticos. Su mano fue de terciopelo en lo público, con sonrisita cínica añadida, pero de hierro en lo subrepticio.

Riphagen es un personaje del servicio de inteligencia nazi, parece bueno pero es un miserable, roba las fortunas de los judíos antes de ser llevados a los campos de concentración, destruye vidas en masa. Sin embargo, por cada ocasión que lo acorralan para enjuiciarlo siempre tiene información disponible para negociar impunidad y libertad, es opción maravillosa de Neflix.

El tipo sabe mucho y lo que sabe le permite sobrellevar una vida casi normal durante el pico último de la segunda guerra. El Chelo se conduce por una ruta muy parecida cuando a colegas suyos como Eukid, Aguilar Chedraui, Gali, Cruz Bermúdez, ex notarios y otros morenovallistas el infortunio les acorrala.

Muchas cosas no cuadran respecto a él y al resto del equipo cercano a Rafa. Contrasta que en redes sociales, donde el Chelo juega como Ronaldiño, se muevan como antes granjas de bots vapuleando a críticos y afines al régimen actual, decenas de ellos se aprecian especialistas en amarrar navajas con operarios, probablemente, muriendo a carcajadas.

La información es un arma bastante poderosa, decía Riphagen, y si a eso se le añade el activo digital de hoy, el intercambio por impunidad es de no despreciarse.

La locura de Marcelo persiguiendo la presidencia municipal y su desempeño legislativo resultan intrascendentes comparado con el capital informativo que posee tanto del gremio periodístico como del tablero político y el empresariado local. Su acervo como el de Riphagen sostiene cualquier pellejo en circunstancias de apremio.

Zebadúa y Lozoya son los testigos colaboradores de moda en lo nacional, les tildan de traidores por entregar información discrecional que perjudica a Rosario Robles y Peña Nieto a cambio de libertad y de no ser molestados. Al señor Marcelo nadie le molesta y anda libre, los perjudicados son otros…

Los sabios de la vida dicen que el pasado tarde o temprano termina por juzgar a las personas, el futuro lo determinará.