/ lunes 19 de abril de 2021

¿Quién se hará responsable del resultado electoral en Morena?

Morena no mintió en eso de ser diferente a los viejos partidos políticos PAN y PRI, al menos no en la manera de conducir y resolver su proceso de selección de candidatos a puestos de elección popular en el estado de Puebla.

El partido, en efecto, rompió los paradigmas creados en el pasado para tratar de garantizar el acceso al poder entre los suyos, lo cual se sabrá si fue bueno o malo una vez que se conozcan los resultados de los comicios en las horas posteriores a la ansiada jornada del 6 de junio.

Para sorpresa del respetable, Morena no entregó al gobernador Miguel Barbosa la facultad para definir de manera absoluta y unipersonal las candidaturas, pero tampoco le quitó el derecho de proponer perfiles en situaciones específicas, como en el caso de los aspirantes al Congreso del Estado, sino que abrió a otros liderazgos la posibilidad de opinar para armar un ejército de abanderados de orígenes e intereses diversos.

Concluida la selección de candidatos, lo que sucedió el sábado con la divulgación de la lista de aspirantes a presidentes municipales, síndicos y regidores, así como la del complemento de abanderados a diputados locales, quedó claro el mecanismo utilizado por los líderes nacionales de ese instituto político para conformar el universo de personajes que enviarán a la contienda electoral.

Las listas de candidatos reflejan pluralidad, lo cual será bueno en un sentido de apertura para la gran mayoría de los beneficiarios del esquema, pero malo en términos de responsabilidad política para echarse a espaldas y por anticipado el resultado de la elección, sea este positivo o negativo.

El gobernador Barbosa fue marginado por los dirigentes de Morena de la definición de candidatos a diputados federales y después sufrió un revés en la selección de la abanderada a la presidencia municipal de Puebla.

Sin embargo, fue tomado en cuenta para la postulación en muchos otros municipios, no en todos, y para al menos la mitad de los 26 candidatos a diputados locales que fueron ratificados o anunciados este fin de semana.

Finalizados los jaloneos, aunque falte por ver lo que resuelva el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en las impugnaciones presentadas por decenas de inconformes, puede observarse que, además de darle espacios a Barbosa, el partido tuvo importantes deferencias con Claudia Rivera Vivanco, el senador Alejandro Armenta Mier, el diputado federal Ignacio Mier Velazco y, faltaba más, el trío de dirigentes –opositor al gobernador— integrado por Edgar Garmendia, Carlos Evangelista y Aristóteles Velmont.

Todos ellos, en mayor o menor medida, con sus filias y sus fobias, con sus intereses y proyectos futuristas bajo el brazo, influyeron en la selección de candidatos a legisladores, federales y locales, y a presidentes municipales.

Visto en primera instancia esto es bueno porque le da al ejército de candidatos una conformación diversa.

No obstante, desde otra perspectiva no lo es tanto.

Que haya aspirantes de orígenes no solo distintos, sino en muchos casos opuestos entre sí, quitará de responsabilidad a los generales de las campañas, quienes en caso de presentarse derrotas estrepitosas se excusarán de los resultados negativos con el argumento de que no fueron ellos quienes escogieron y pusieron a los candidatos perdedores.

Si el saldo es positivo, todos se colgarán la medalla.

Si es negativo, se deslindarán.

Ese será el punto flaco de Morena a la hora de ir a la arena electoral.

Por darle cabida a todos, no podrá responsabilizar a uno solo.

Y ha sido el mandatario estatal quien ha dado una muestra adelantada con ese estilo peculiar que posee para ser muy específico a la hora de hacer señalamientos.

Miguel Barbosa ha utilizado las conferencias mañaneras para lanzarle dardos de advertencia al dirigente nacional del partido, Mario Delgado Carrillo, como la vez que desacreditó los perfiles elegidos para la contienda federal o aquella en que acusó a los dirigentes locales y al senador Armenta de causar destrozos políticos tras las designaciones de Claudia Rivera y otras más en el interior del estado.

Barbosa ha intentado deslindar su responsabilidad en algunos momentos, preparándose para lo que viene, pero no será el único.

Ese es el problema que dejará el esquema empleado para definir postulaciones en el partido presidencial.

¿Quién entonces se hará responsable de la elección?

¿Delgado?

¿Barbosa?

¿Armenta?

¿Mier?

¿Rivera?

¿Garmendia, Evangelista y Velmont?

¿Todos juntos?

Más les vale prepararse para saber qué cuentas rendirle a su jefe en caso de que ocurra una tragedia.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx


Morena no mintió en eso de ser diferente a los viejos partidos políticos PAN y PRI, al menos no en la manera de conducir y resolver su proceso de selección de candidatos a puestos de elección popular en el estado de Puebla.

El partido, en efecto, rompió los paradigmas creados en el pasado para tratar de garantizar el acceso al poder entre los suyos, lo cual se sabrá si fue bueno o malo una vez que se conozcan los resultados de los comicios en las horas posteriores a la ansiada jornada del 6 de junio.

Para sorpresa del respetable, Morena no entregó al gobernador Miguel Barbosa la facultad para definir de manera absoluta y unipersonal las candidaturas, pero tampoco le quitó el derecho de proponer perfiles en situaciones específicas, como en el caso de los aspirantes al Congreso del Estado, sino que abrió a otros liderazgos la posibilidad de opinar para armar un ejército de abanderados de orígenes e intereses diversos.

Concluida la selección de candidatos, lo que sucedió el sábado con la divulgación de la lista de aspirantes a presidentes municipales, síndicos y regidores, así como la del complemento de abanderados a diputados locales, quedó claro el mecanismo utilizado por los líderes nacionales de ese instituto político para conformar el universo de personajes que enviarán a la contienda electoral.

Las listas de candidatos reflejan pluralidad, lo cual será bueno en un sentido de apertura para la gran mayoría de los beneficiarios del esquema, pero malo en términos de responsabilidad política para echarse a espaldas y por anticipado el resultado de la elección, sea este positivo o negativo.

El gobernador Barbosa fue marginado por los dirigentes de Morena de la definición de candidatos a diputados federales y después sufrió un revés en la selección de la abanderada a la presidencia municipal de Puebla.

Sin embargo, fue tomado en cuenta para la postulación en muchos otros municipios, no en todos, y para al menos la mitad de los 26 candidatos a diputados locales que fueron ratificados o anunciados este fin de semana.

Finalizados los jaloneos, aunque falte por ver lo que resuelva el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en las impugnaciones presentadas por decenas de inconformes, puede observarse que, además de darle espacios a Barbosa, el partido tuvo importantes deferencias con Claudia Rivera Vivanco, el senador Alejandro Armenta Mier, el diputado federal Ignacio Mier Velazco y, faltaba más, el trío de dirigentes –opositor al gobernador— integrado por Edgar Garmendia, Carlos Evangelista y Aristóteles Velmont.

Todos ellos, en mayor o menor medida, con sus filias y sus fobias, con sus intereses y proyectos futuristas bajo el brazo, influyeron en la selección de candidatos a legisladores, federales y locales, y a presidentes municipales.

Visto en primera instancia esto es bueno porque le da al ejército de candidatos una conformación diversa.

No obstante, desde otra perspectiva no lo es tanto.

Que haya aspirantes de orígenes no solo distintos, sino en muchos casos opuestos entre sí, quitará de responsabilidad a los generales de las campañas, quienes en caso de presentarse derrotas estrepitosas se excusarán de los resultados negativos con el argumento de que no fueron ellos quienes escogieron y pusieron a los candidatos perdedores.

Si el saldo es positivo, todos se colgarán la medalla.

Si es negativo, se deslindarán.

Ese será el punto flaco de Morena a la hora de ir a la arena electoral.

Por darle cabida a todos, no podrá responsabilizar a uno solo.

Y ha sido el mandatario estatal quien ha dado una muestra adelantada con ese estilo peculiar que posee para ser muy específico a la hora de hacer señalamientos.

Miguel Barbosa ha utilizado las conferencias mañaneras para lanzarle dardos de advertencia al dirigente nacional del partido, Mario Delgado Carrillo, como la vez que desacreditó los perfiles elegidos para la contienda federal o aquella en que acusó a los dirigentes locales y al senador Armenta de causar destrozos políticos tras las designaciones de Claudia Rivera y otras más en el interior del estado.

Barbosa ha intentado deslindar su responsabilidad en algunos momentos, preparándose para lo que viene, pero no será el único.

Ese es el problema que dejará el esquema empleado para definir postulaciones en el partido presidencial.

¿Quién entonces se hará responsable de la elección?

¿Delgado?

¿Barbosa?

¿Armenta?

¿Mier?

¿Rivera?

¿Garmendia, Evangelista y Velmont?

¿Todos juntos?

Más les vale prepararse para saber qué cuentas rendirle a su jefe en caso de que ocurra una tragedia.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx