/ jueves 25 de octubre de 2018

Reforzar el español en la escuela

En todas las versiones que han existido de la nueva escuela, o nueva educación, desde el siglo pasado, y aun antes, se ha intentado convertir al educando en el eje alrededor del cual deben girar planes de estudio, asignaturas, programas, actividades, en fin, todo el currículo, y por ello, los enfoques han ido cambiando.

Desde los conductistas aplicados en nuestro país en los setenta hasta los constructivistas recientes, inmersos en lo comunicativo o en la práctica social del lenguaje, se han visto intentos de lograr calidad educativa que, sin embargo, suelen tener gran distancia en sus niveles de excelencia.

Dígase lo que se diga, el alumnado parece ir de mal en peor. Su gusto por la lectura no asciende como se ha planificado; la ortografía es pésima, que se demuestra hoy por el chateo que realizan en sus celulares, la redacción se vuelve ininteligible y la cultura, los conocimientos obligados de historia, literatura, artísticos y científicos que toda persona con un grado escolar especifico debe dominar, se ha vuelto, a decir de algunos, anticuado.

No se ha logrado aterrizar la concepción heredad de los viejos y grandes educadores, pues de pronto, como el alumnado tiene que ser activo, todo se reduce a una inducción instruccional que con frecuencia carece de modelaje y de referentes, y conduce a los estudiantes al vacío intelectual y sensible, sin siquiera llegar a una eficiente educación práctica.

Los gustos del alumnado, sus necesidades e intereses reales, no son adecuados por planificadores educativos que creen tener la clave del ser humano nuevo que requiere la futura sociedad y la distorsión en la que caen se revela en todos esos jóvenes que prefieren otros lugares que la escuela, pues ahí aprenden por la vida para la vida, aunque tales aprendizajes después deparen facturas muy caras.

Individuos y sociedad se encuentran naufragando en el mercado de la mano de obra barata, por abandonar la escuela en un tiempo temprano de su vida.

Por eso es urgente que el maestro contemporáneo, maestro nuevo también adquiera el absoluto conocimiento del alumno quien ha de guiar rumbo a la armonía afectiva, intelectual y social de lo futuro que con frecuencia nos rebasa.

En este ya casi segundo decenio del siglo XXI la situación de los jóvenes inmersos en los medios masivos de difusión informativa y en las redes sociales, han irrumpido en sus conductas escolares y, de modo general, el profesorado enfrenta muchos problemas psicopedagógicos en el trato con ellos.

La materia de español no es la excepción, es entonces importante volver a reflexionar en lo que los educandos, juzgan como faltante a su personalidad y atienden a una búsqueda de soluciones donde la clase de español se encuentra conectada con ellos y realmente les sirva como instrumento de expresión, información y comunicación.

Generalmente se han considerado en la vida humana cinco grandes edades: infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez. De acuerdo con este ciclo, la escuela, como encargada de conducir al estudiante al goce pleno de cada una de las etapas mencionadas para logros de madurez, debe adaptarse a ellas para crear conciencia de la misión en la vida natural y social.

Después de la educación básica proporcionada por la escuela para el hogar, durante la primera infancia, al jardín de niños y a la escuela primaria corresponde exclusivamente la educación de la segunda y tercera infancias respectivamente.

A la secundaria el periodo de la adolescencia; a las escuelas de bachillerato o preparatoria, el de la juventud, y a las licenciaturas o especialización a quienes están capacitados para ello, en su mayoría, los adultos profesionales.

No obstante, por diversas circunstancias, sobre todo económicas, no se cumple el proceso antes mencionado y en ocasiones la escuela creada para determinada edad tiene que adaptarse a otras.

Y así, por aspectos técnicos y administrativos, la enseñanza primaria suele impartirse a adultos con las mismas bases y conocimientos destinados a los niños.

Igual sucede con la secundaria, el bachillerato o preparatoria, no se atiende a las características psicológicas del educando ni a los intereses positivos de los mismos, creando deficiencias en los conocimientos principalmente del español.

*Doctor en Educación.


En todas las versiones que han existido de la nueva escuela, o nueva educación, desde el siglo pasado, y aun antes, se ha intentado convertir al educando en el eje alrededor del cual deben girar planes de estudio, asignaturas, programas, actividades, en fin, todo el currículo, y por ello, los enfoques han ido cambiando.

Desde los conductistas aplicados en nuestro país en los setenta hasta los constructivistas recientes, inmersos en lo comunicativo o en la práctica social del lenguaje, se han visto intentos de lograr calidad educativa que, sin embargo, suelen tener gran distancia en sus niveles de excelencia.

Dígase lo que se diga, el alumnado parece ir de mal en peor. Su gusto por la lectura no asciende como se ha planificado; la ortografía es pésima, que se demuestra hoy por el chateo que realizan en sus celulares, la redacción se vuelve ininteligible y la cultura, los conocimientos obligados de historia, literatura, artísticos y científicos que toda persona con un grado escolar especifico debe dominar, se ha vuelto, a decir de algunos, anticuado.

No se ha logrado aterrizar la concepción heredad de los viejos y grandes educadores, pues de pronto, como el alumnado tiene que ser activo, todo se reduce a una inducción instruccional que con frecuencia carece de modelaje y de referentes, y conduce a los estudiantes al vacío intelectual y sensible, sin siquiera llegar a una eficiente educación práctica.

Los gustos del alumnado, sus necesidades e intereses reales, no son adecuados por planificadores educativos que creen tener la clave del ser humano nuevo que requiere la futura sociedad y la distorsión en la que caen se revela en todos esos jóvenes que prefieren otros lugares que la escuela, pues ahí aprenden por la vida para la vida, aunque tales aprendizajes después deparen facturas muy caras.

Individuos y sociedad se encuentran naufragando en el mercado de la mano de obra barata, por abandonar la escuela en un tiempo temprano de su vida.

Por eso es urgente que el maestro contemporáneo, maestro nuevo también adquiera el absoluto conocimiento del alumno quien ha de guiar rumbo a la armonía afectiva, intelectual y social de lo futuro que con frecuencia nos rebasa.

En este ya casi segundo decenio del siglo XXI la situación de los jóvenes inmersos en los medios masivos de difusión informativa y en las redes sociales, han irrumpido en sus conductas escolares y, de modo general, el profesorado enfrenta muchos problemas psicopedagógicos en el trato con ellos.

La materia de español no es la excepción, es entonces importante volver a reflexionar en lo que los educandos, juzgan como faltante a su personalidad y atienden a una búsqueda de soluciones donde la clase de español se encuentra conectada con ellos y realmente les sirva como instrumento de expresión, información y comunicación.

Generalmente se han considerado en la vida humana cinco grandes edades: infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez. De acuerdo con este ciclo, la escuela, como encargada de conducir al estudiante al goce pleno de cada una de las etapas mencionadas para logros de madurez, debe adaptarse a ellas para crear conciencia de la misión en la vida natural y social.

Después de la educación básica proporcionada por la escuela para el hogar, durante la primera infancia, al jardín de niños y a la escuela primaria corresponde exclusivamente la educación de la segunda y tercera infancias respectivamente.

A la secundaria el periodo de la adolescencia; a las escuelas de bachillerato o preparatoria, el de la juventud, y a las licenciaturas o especialización a quienes están capacitados para ello, en su mayoría, los adultos profesionales.

No obstante, por diversas circunstancias, sobre todo económicas, no se cumple el proceso antes mencionado y en ocasiones la escuela creada para determinada edad tiene que adaptarse a otras.

Y así, por aspectos técnicos y administrativos, la enseñanza primaria suele impartirse a adultos con las mismas bases y conocimientos destinados a los niños.

Igual sucede con la secundaria, el bachillerato o preparatoria, no se atiende a las características psicológicas del educando ni a los intereses positivos de los mismos, creando deficiencias en los conocimientos principalmente del español.

*Doctor en Educación.