/ miércoles 29 de mayo de 2019

Reventar la elección, un objetivo morenovallista en 2018

En los archivos de guerra electoral de Morena, correspondientes a 2018, se asegura que fue el ex gobernador Rafael Moreno Valle el autor intelectual de los hechos de violencia ocurridos el día de las votaciones el domingo 1 de julio.

Derivado de esos acontecimientos, en los que grupos armados irrumpieron en las casillas para quemar, robar o vaciar las urnas, el Instituto Nacional Electoral interpuso 23 denuncias penales y un consejero de la junta local, Alfredo Guillermo Domínguez Buenfil, censuró a las autoridades poblanas por ignorar todos los llamados de auxilio que se hicieron ese día.

“En otras jornadas electorales en el estado sí habíamos tenido respuesta de la seguridad pública”, reprochó el consejero en una sesión del 4 de julio. “No esta vez. Esta vez brillaron por su ausencia”, remató.

Que las corporaciones de seguridad pública desatendieran los llamados de auxilio para frenar a los delincuentes, “reventadores” en realidad, que atentaban contra el proceso electoral, da fuerza a los señalamientos vertidos en esos archivos contra Moreno Valle.

¿Qué necesidad tenía el ex mandatario para provocar hechos de violencia en la elección de 2018?, se preguntará usted.

La respuesta la dieron los propios morenovallistas, “en corto”, en meses posteriores a la jornada electoral.

Provocar actos delictivos en contra de la elección formó parte de una de las diversas estrategias de Moreno Valle para tratar de garantizar el triunfo de su esposa Martha Erika Alonso Hidalgo.

La información que recibió en su centro de inteligencia alrededor del mediodía resultó ser muy preocupante.

Los números que le mostraron sus colaboradores no solo evidenciaron el desarrollo de una votación muy pareja en la contienda de gobernador, la que más le importaba, sino que, además, expusieron una ventaja en favor del candidato rival: Luis Miguel Barbosa Huerta.

En ese momento decidió generar violencia para posteriormente reventar la elección en tribunales, en caso de que la clásica operación electoral, a cargo de sus operadores de cabecera, no le alcanzara para hacer ganar a Martha Érika en las urnas.

Al final no tuvo necesidad de impugnar el resultado de los comicios.

En medio de una serie de encuestas de salida que le dieron el triunfo a Miguel Barbosa, el Instituto Electoral del Estado le obsequió la victoria a Martha Erika, en una jornada marcada por la polémica y sumamente cuestionada.

Aun así, con el asunto finiquitado para Moreno Valle, las historias de balazos y robo de urnas ya le habían dado la vuelta al país.

En la sesión del consejo local del INE del 4 de julio, tres días después de los comicios, los consejeros Domínguez Buenfil y Jordán Miranda Trejo informaron que había personas todavía hospitalizadas como consecuencia de las balaceras que se registraron afuera de las casillas.

Junto con eso, demandaron que se hiciera una investigación exhaustiva y se castigara a los responsables.

Nada de eso pasó.

En la antesala de una nueva jornada electoral, los actores políticos se preguntan qué sucederá el próximo domingo.

Manténgase en calma.

Guillermo Pacheco Pulido asumió la gubernatura interina con el propósito principal de conducir un proceso electoral en paz.

Cuatro meses de gestión le han servido para procurar que ese objetivo se cumpla.

Si bien ha trascendido la comisión de supuestos intentos desestabilizadores para reventar las votaciones que se avecinan, eso no ocurrirá.

Las áreas encargadas de la gobernabilidad y la seguridad tomaron cartas en el asunto y presumen que no habrá hechos parecidos, ni remotamente, a los propiciados, desde el morenovallismo, en 2018.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

En los archivos de guerra electoral de Morena, correspondientes a 2018, se asegura que fue el ex gobernador Rafael Moreno Valle el autor intelectual de los hechos de violencia ocurridos el día de las votaciones el domingo 1 de julio.

Derivado de esos acontecimientos, en los que grupos armados irrumpieron en las casillas para quemar, robar o vaciar las urnas, el Instituto Nacional Electoral interpuso 23 denuncias penales y un consejero de la junta local, Alfredo Guillermo Domínguez Buenfil, censuró a las autoridades poblanas por ignorar todos los llamados de auxilio que se hicieron ese día.

“En otras jornadas electorales en el estado sí habíamos tenido respuesta de la seguridad pública”, reprochó el consejero en una sesión del 4 de julio. “No esta vez. Esta vez brillaron por su ausencia”, remató.

Que las corporaciones de seguridad pública desatendieran los llamados de auxilio para frenar a los delincuentes, “reventadores” en realidad, que atentaban contra el proceso electoral, da fuerza a los señalamientos vertidos en esos archivos contra Moreno Valle.

¿Qué necesidad tenía el ex mandatario para provocar hechos de violencia en la elección de 2018?, se preguntará usted.

La respuesta la dieron los propios morenovallistas, “en corto”, en meses posteriores a la jornada electoral.

Provocar actos delictivos en contra de la elección formó parte de una de las diversas estrategias de Moreno Valle para tratar de garantizar el triunfo de su esposa Martha Erika Alonso Hidalgo.

La información que recibió en su centro de inteligencia alrededor del mediodía resultó ser muy preocupante.

Los números que le mostraron sus colaboradores no solo evidenciaron el desarrollo de una votación muy pareja en la contienda de gobernador, la que más le importaba, sino que, además, expusieron una ventaja en favor del candidato rival: Luis Miguel Barbosa Huerta.

En ese momento decidió generar violencia para posteriormente reventar la elección en tribunales, en caso de que la clásica operación electoral, a cargo de sus operadores de cabecera, no le alcanzara para hacer ganar a Martha Érika en las urnas.

Al final no tuvo necesidad de impugnar el resultado de los comicios.

En medio de una serie de encuestas de salida que le dieron el triunfo a Miguel Barbosa, el Instituto Electoral del Estado le obsequió la victoria a Martha Erika, en una jornada marcada por la polémica y sumamente cuestionada.

Aun así, con el asunto finiquitado para Moreno Valle, las historias de balazos y robo de urnas ya le habían dado la vuelta al país.

En la sesión del consejo local del INE del 4 de julio, tres días después de los comicios, los consejeros Domínguez Buenfil y Jordán Miranda Trejo informaron que había personas todavía hospitalizadas como consecuencia de las balaceras que se registraron afuera de las casillas.

Junto con eso, demandaron que se hiciera una investigación exhaustiva y se castigara a los responsables.

Nada de eso pasó.

En la antesala de una nueva jornada electoral, los actores políticos se preguntan qué sucederá el próximo domingo.

Manténgase en calma.

Guillermo Pacheco Pulido asumió la gubernatura interina con el propósito principal de conducir un proceso electoral en paz.

Cuatro meses de gestión le han servido para procurar que ese objetivo se cumpla.

Si bien ha trascendido la comisión de supuestos intentos desestabilizadores para reventar las votaciones que se avecinan, eso no ocurrirá.

Las áreas encargadas de la gobernabilidad y la seguridad tomaron cartas en el asunto y presumen que no habrá hechos parecidos, ni remotamente, a los propiciados, desde el morenovallismo, en 2018.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx