/ domingo 9 de agosto de 2020

Revivir la promesa de la democracia frente a la corrupción

Después de la Segunda Guerra Mundial en 1932, el arribo de la democracia fue avasallador en el mundo por el resto del siglo XX, pero también se distinguieron las democracias viejas (liberales) y las modernas (con variaciones muy diversas), pero también democracias con deterioro en el Estado de derecho, que rompen parcialmente el criterio democrático, criterio en la publicación “El estado de la democracia en el mundo y en las Américas 2019” del Instituto Intrnacional para la Democracia y la Asiwtencia Electoral (www.idea.int). Aún así, lo que llama la atención es la convivencia de sistemas monárquicos conviviendo en pleno siglo XXI, como en España.

Según una publicación de BBC, hasta el 2018 existen en el mundo 44 Estados soberanos con monarcas, aunque con poderes y atribuciones variadas, si son monarquías constitucionales (cuando gobierna con una constitución) como Reino Unido y la reina Isabel II que funge como jefe de Estado y es también la reina de 15 países más -Canadá y Australia-, y absolutistas (cuando tiene poder absoluto) como Arabia Saudita y el sultanato de Brunéi.

También hay híbridos, con los dos sistemas como Qatar, los Emiratos árabes Unidos y Bahréin, con el monarca con la mayoría de los poderes. Pero en la mayoría de las monarquías constitucionales los reyes tienen poderes limitados. Por otro lado los tronos también pueden ser heredados o electivos, como el Papa en el Vaticano. Los casos particulares con Bélgica, la única monarquía popular en el mundo, o Andorra y Suazilandia (en el sur de África), diarquías constitucionales.

Así, España sobresale como Monarquía constitucional que en 1975 regresa al escenacio tras la muerte de Francisco Franco, el dictador. Constitucionalmente reconocido como jede del Estado Español y rey legítimo heredero de la dinastía de los Borbón, Juan Carlos I llega a España después del exhilio (desde 1931), y haber nacido en Roma en 1938. Bueno, toda esa pompa se fue casi a la basura en 2012 cuando se supo que en Botsuana se había roto la cadera nada más y nada menos que en una cacería de elefantes, patrocinada por influyentes hombres de negocios saudíes, evento al que se hizo acompañar por su amante, porque gustaba mucho de las damas.

El desprestigio lo persiguió y abdicó en 2014 en favor de su hijo que será Felipe VI. Hata entonces seguiría conservando de forma honorífica y vitalicia el titulo de rey, jefe de las fuerzas armadas españolas y otros honores, además del fuero. Pero las sospechas de corrupción no se esfumaron y en 2019 renunció a la vida institucional, y unos meses después le fue suspendido el presupuesto de 225 mil dólares al año, presupuesto que tenía asignado.

El ex rey salió definitivamente de España el pasado 3 de agosto; a sus 83 años deja atrás su participación en el golpe de estado fallido en 1981. Por delante está una corona de corrupción adornada por su yerno Iñaki Urdangarin condenado a la cácel, más dos investigaciones judiciales en España y Suiza: una cuenta de cien millones de dólares, transferencias millonarias de monarcas saudíes (no se sabe a cambio de qué), el regalo del sultán de Omán, un lujoso ático en Londres que vendió en 62 millones, regalo de 65 millones de euros a una amante, otro millón a otra, dinero proveniente de blanqueo de capitales y fraude fiscal, según datos de Ignacio Escobar (washingtonpost.com), nada más.

La crisis generada en España muestra que la corrupción no es un producto democrático sino una condición humana, despreciable de donde venga; porque los modelos de gobierno no democráticos como China, Egipto y Arabia Saudita o Singapur (www.idea.int) se alejan de la promesa de la democracia.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Después de la Segunda Guerra Mundial en 1932, el arribo de la democracia fue avasallador en el mundo por el resto del siglo XX, pero también se distinguieron las democracias viejas (liberales) y las modernas (con variaciones muy diversas), pero también democracias con deterioro en el Estado de derecho, que rompen parcialmente el criterio democrático, criterio en la publicación “El estado de la democracia en el mundo y en las Américas 2019” del Instituto Intrnacional para la Democracia y la Asiwtencia Electoral (www.idea.int). Aún así, lo que llama la atención es la convivencia de sistemas monárquicos conviviendo en pleno siglo XXI, como en España.

Según una publicación de BBC, hasta el 2018 existen en el mundo 44 Estados soberanos con monarcas, aunque con poderes y atribuciones variadas, si son monarquías constitucionales (cuando gobierna con una constitución) como Reino Unido y la reina Isabel II que funge como jefe de Estado y es también la reina de 15 países más -Canadá y Australia-, y absolutistas (cuando tiene poder absoluto) como Arabia Saudita y el sultanato de Brunéi.

También hay híbridos, con los dos sistemas como Qatar, los Emiratos árabes Unidos y Bahréin, con el monarca con la mayoría de los poderes. Pero en la mayoría de las monarquías constitucionales los reyes tienen poderes limitados. Por otro lado los tronos también pueden ser heredados o electivos, como el Papa en el Vaticano. Los casos particulares con Bélgica, la única monarquía popular en el mundo, o Andorra y Suazilandia (en el sur de África), diarquías constitucionales.

Así, España sobresale como Monarquía constitucional que en 1975 regresa al escenacio tras la muerte de Francisco Franco, el dictador. Constitucionalmente reconocido como jede del Estado Español y rey legítimo heredero de la dinastía de los Borbón, Juan Carlos I llega a España después del exhilio (desde 1931), y haber nacido en Roma en 1938. Bueno, toda esa pompa se fue casi a la basura en 2012 cuando se supo que en Botsuana se había roto la cadera nada más y nada menos que en una cacería de elefantes, patrocinada por influyentes hombres de negocios saudíes, evento al que se hizo acompañar por su amante, porque gustaba mucho de las damas.

El desprestigio lo persiguió y abdicó en 2014 en favor de su hijo que será Felipe VI. Hata entonces seguiría conservando de forma honorífica y vitalicia el titulo de rey, jefe de las fuerzas armadas españolas y otros honores, además del fuero. Pero las sospechas de corrupción no se esfumaron y en 2019 renunció a la vida institucional, y unos meses después le fue suspendido el presupuesto de 225 mil dólares al año, presupuesto que tenía asignado.

El ex rey salió definitivamente de España el pasado 3 de agosto; a sus 83 años deja atrás su participación en el golpe de estado fallido en 1981. Por delante está una corona de corrupción adornada por su yerno Iñaki Urdangarin condenado a la cácel, más dos investigaciones judiciales en España y Suiza: una cuenta de cien millones de dólares, transferencias millonarias de monarcas saudíes (no se sabe a cambio de qué), el regalo del sultán de Omán, un lujoso ático en Londres que vendió en 62 millones, regalo de 65 millones de euros a una amante, otro millón a otra, dinero proveniente de blanqueo de capitales y fraude fiscal, según datos de Ignacio Escobar (washingtonpost.com), nada más.

La crisis generada en España muestra que la corrupción no es un producto democrático sino una condición humana, despreciable de donde venga; porque los modelos de gobierno no democráticos como China, Egipto y Arabia Saudita o Singapur (www.idea.int) se alejan de la promesa de la democracia.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com