/ sábado 2 de febrero de 2019

Roma, ¿Simulación en la lucha vs la discriminación?

La cinta de Alfonso Cuarón ha sido tomada por algunos como un logro nacional y como un esfuerzo por reivindicar a los grupos marginados, sin embargo, creo que precisamente hace lo contrario, sin demeritar una producción que es buena, pero nada extraordinaria, con una protagonista que actuó poco y una temática que resalta las diferencias sociales.


Cuando he impartido clases de cine, los alumnos me han preguntado cuáles son los elementos para considerar a una película sobresaliente, cuestionamiento difícil para responder, sin embargo, creo que podría responder fundadamente que la reciente producción del Alfonso Cuarón no tiene dichos elementos.

Las redes sociales hacen que los internautas se sientan expertos en prácticamente todos los temas. Muchos se han manifestado exageradamente en el reconocimiento de Roma, haciendo alarde de un aparente orgullo patrio porque la cinta está nominada, en diversas categorías, a los Premios de la Academia.

Indudablemente hay que celebrar los triunfos que cualquier connacional pueda obtener en el extranjero y aquí mismo, pero creo que hay que dimensionar claramente cuáles son los aspectos positivos y no caer en patrioterismos e hipocresías.

Empecemos haciendo un poco de crítica: la fotografía me parece notable; la trama evoca una contradicción de valores, como sucede a menudo en el cine de arte; pero la actuación de los personajes es muy ordinaria, especialmente la de Yalitza Aparicio, quien se nota que nunca fue a una escuela de actuación, ya que sus expresiones histriónicas son limitadas y su participación dentro del libreto escasa. Hay un resalte notable de unas diferencias sociales que se reproducen prácticamente en toda la cinta, creando una linealidad que puede resultar aburrida y gris, tanto como el tono monocromático de algo que me parece sobrevaluado.

Hollywood no es ajeno a la política y las decisiones equivocadas, bueno, creo que desde que le dieron el Nobel de Literatura a Bob Dylan ya cualquier cosa es posible. Así que la nominación al Óscar se me hace exagerado, sin que eso me quite el gusto de ver algo mexicano en la gran gala.

Ahora bien, más allá de la calidad de la producción, creo que lo que verdaderamente triste es el contenido. Es bien sabido que una película es eso, solo una película y no tiene por qué enseñar algo científico o debe luchar contra el racismo. El problema es que muchos han tomado esto como algo que aporta a la solución respecto a este lamentablemente tema.

México es el país de la discriminación, eso es patente en los estereotipos manejados en las telenovelas y publicidad, en donde mujeres altas, delgadas y de piel blanca se vuelven el modelo a seguir. Lamentablemente, la gente morena accede a los roles de delincuentes o pobres, para muestra tenemos al fallecido Miguel Galván, quien se hizo famoso con el personaje de la “tartamuda”.

Muchos aplauden a Yalitza Aparicio, pero no tienen la más mínima intención de cambiar sus conductas discriminatorias. El personaje interpretado por la profesora oaxaqueña es visto como exótico por algunos, algo que hay que aplaudirle, pero que es ajeno al imaginario deseado por la mayoría. Como aquellos que celebran la dación de una limosna, pero sin tomar, en términos de Marx, una conciencia para sí y contribuir a la solución del problema.

Hablando psicológicamente, el alabar a Cleo, la trabajadora doméstica dentro de Roma, puede ser una compensación para seguir discriminando, aplaudiendo algo que no reivindica a un grupo social, sino que reafirma y sentencia irremediablemente la condición de pobre, indígena, marginado y tantos otros calificativos que nutren las trágicas diferencias sociales que hay en nuestro dividido México. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

La cinta de Alfonso Cuarón ha sido tomada por algunos como un logro nacional y como un esfuerzo por reivindicar a los grupos marginados, sin embargo, creo que precisamente hace lo contrario, sin demeritar una producción que es buena, pero nada extraordinaria, con una protagonista que actuó poco y una temática que resalta las diferencias sociales.


Cuando he impartido clases de cine, los alumnos me han preguntado cuáles son los elementos para considerar a una película sobresaliente, cuestionamiento difícil para responder, sin embargo, creo que podría responder fundadamente que la reciente producción del Alfonso Cuarón no tiene dichos elementos.

Las redes sociales hacen que los internautas se sientan expertos en prácticamente todos los temas. Muchos se han manifestado exageradamente en el reconocimiento de Roma, haciendo alarde de un aparente orgullo patrio porque la cinta está nominada, en diversas categorías, a los Premios de la Academia.

Indudablemente hay que celebrar los triunfos que cualquier connacional pueda obtener en el extranjero y aquí mismo, pero creo que hay que dimensionar claramente cuáles son los aspectos positivos y no caer en patrioterismos e hipocresías.

Empecemos haciendo un poco de crítica: la fotografía me parece notable; la trama evoca una contradicción de valores, como sucede a menudo en el cine de arte; pero la actuación de los personajes es muy ordinaria, especialmente la de Yalitza Aparicio, quien se nota que nunca fue a una escuela de actuación, ya que sus expresiones histriónicas son limitadas y su participación dentro del libreto escasa. Hay un resalte notable de unas diferencias sociales que se reproducen prácticamente en toda la cinta, creando una linealidad que puede resultar aburrida y gris, tanto como el tono monocromático de algo que me parece sobrevaluado.

Hollywood no es ajeno a la política y las decisiones equivocadas, bueno, creo que desde que le dieron el Nobel de Literatura a Bob Dylan ya cualquier cosa es posible. Así que la nominación al Óscar se me hace exagerado, sin que eso me quite el gusto de ver algo mexicano en la gran gala.

Ahora bien, más allá de la calidad de la producción, creo que lo que verdaderamente triste es el contenido. Es bien sabido que una película es eso, solo una película y no tiene por qué enseñar algo científico o debe luchar contra el racismo. El problema es que muchos han tomado esto como algo que aporta a la solución respecto a este lamentablemente tema.

México es el país de la discriminación, eso es patente en los estereotipos manejados en las telenovelas y publicidad, en donde mujeres altas, delgadas y de piel blanca se vuelven el modelo a seguir. Lamentablemente, la gente morena accede a los roles de delincuentes o pobres, para muestra tenemos al fallecido Miguel Galván, quien se hizo famoso con el personaje de la “tartamuda”.

Muchos aplauden a Yalitza Aparicio, pero no tienen la más mínima intención de cambiar sus conductas discriminatorias. El personaje interpretado por la profesora oaxaqueña es visto como exótico por algunos, algo que hay que aplaudirle, pero que es ajeno al imaginario deseado por la mayoría. Como aquellos que celebran la dación de una limosna, pero sin tomar, en términos de Marx, una conciencia para sí y contribuir a la solución del problema.

Hablando psicológicamente, el alabar a Cleo, la trabajadora doméstica dentro de Roma, puede ser una compensación para seguir discriminando, aplaudiendo algo que no reivindica a un grupo social, sino que reafirma y sentencia irremediablemente la condición de pobre, indígena, marginado y tantos otros calificativos que nutren las trágicas diferencias sociales que hay en nuestro dividido México. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.