Si Marcelo García Almaguer no ha podido contener los embates de José Juan Espinosa Torres y Gerardo Islas Maldonado no está interesado en intentarlo, ¿por qué no elegir a un nuevo diputado que defienda los intereses del morenogalismo en el Congreso del Estado?
Esa es la pregunta que se hacen los integrantes del grupo en el poder y que este miércoles se repitieron con insistencia después de ser informados de la actuación que había tenido el panista Oswaldo Jiménez López en un enfrentamiento espontáneo y cara a cara con el presidente de la Mesa Directiva.
Al margen de las votaciones, que siempre estarán del lado de Morena gracias a la mayoría simple que posee en comunión con el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social, los morenogalistas esperaban un debate parlamentario más o menos equilibrado, que sirviera para construir una percepción pública negativa alrededor de los 22 diputados que se asumen como soldados de Andrés Manuel López Obrador.
El propósito no se ha cumplido, en parte por las características particulares de los dos legisladores encomendados para ello.
Marcelo García ha asumido el papel.
El coordinador de los diputados del PAN se ha metido de lleno en la tarea.
Pero es de mecha corta y estalla pronto, a la primera provocación.
Además, juega solo.
Gerardo Islas no sobresale.
Del legislador de Nueva Alianza se tenían altas expectativas.
Participó en las pruebas de desempeño mediático que se hicieron en la etapa de transición y las pasó en primer lugar, lo que llevó a creer que sería el principal protagonista de los diputados del Frente.
Nada.
Islas Maldonado ya ni asiste a las reuniones de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, de la que es miembro.
¿Quién entonces para tan compleja tarea?
Jiménez López fue uno de los candidatos antes de que la gobernadora electa, Martha Erika Alonso Hidalgo, se decantara por García Almaguer.
El miércoles volvió a asomarse el nombre del exregidor y sobrino político del gobernador José Antonio Gali Fayad, después del breve pero sabroso agarrón que se dio con José Juan Espinosa.
Así ocurrieron los hechos:
En el marco de la aprobación de la reforma corregida a la Ley Orgánica Municipal para devolver a los ayuntamientos la facultad para nombrar alcaldes sustitutos, conocida como “Ley anti-Banck”, Espinosa pidió a Jiménez López excusarse de la votación, toda vez que la nueva reforma derivaba de observaciones realizadas por Gali Fayad y el gobernador es esposo de su tía, Dinorah López.
Si votaba, según el legislador del PT, habría caído en conflicto de interés:
“En términos del artículo 43 fracción XII le solicito al diputado Oswaldo Jiménez López que respete la Ley Orgánica del Poder Legislativo y no intervenga en asuntos donde hay conflicto de intereses”.
En respuesta, como narra la crónica del reportero Víctor Hugo Juárez publicada el jueves en EL SOL DE PUEBLA, el panista llamó a Espinosa Torres “analfabeta funcional”, puesto que la ley no le impedía participar en la votación.
La ley establece esos impedimentos en familiares consanguíneos, dijo el diputado, y en su caso, su familiar consanguíneo es Dinorah López, no el gobernador.
“Si va a leer, si va a invocar, primero entienda o hable con algunos de sus asesores para que le expliquen qué significa lo que va a leer, porque lo único que está haciendo es el ridículo. No me voy a excusar. Ya anuncié el voto a favor. Pero lo que usted evidentemente tiene es que está ardido de que le corrija la plana el gobernador”, remató, contundente y sin preparación previa.
Así fue como Oswaldo Jiménez consiguió llamar la atención de ese sector del grupo en el poder que quiere una mejor defensa frente a la artillería morenista, personificada hasta ahora en José Juan.
Esos personajes que buscan reforzar la contención entienden bien la importancia del Poder Legislativo.
No se trata de representar solo a Rafael Moreno Valle, sino también a José Antonio Gali Fayad, y próximamente, si los tribunales electorales así lo determinan, a la gobernadora electa.
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