/ martes 6 de agosto de 2019

Seguridad, simbolismos

Resulta muy significativo el discurso pronunciado el pasado fin de semana en Tepeaca por el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, al advertir que si los delincuentes quieren medir fuerzas con su gobierno “acabarán perdiendo, pues habrá trabajo conjunto con municipios e inversiones en materia de seguridad”.

El mensaje tiene especial relevancia porque se trata de sus primeros pronunciamientos ya con su investidura de mandatario estatal, respecto al tema de la seguridad pública que es el de mayor preocupación social y porque ocurre precisamente en una zona donde la delincuencia parece haber tomado ventaja sobre la autoridad.

Recuérdese que fue ahí precisamente donde apenas hace una semana ocurrió un duro enfrentamiento tras una agresión de delincuentes contra personal de Petróleos Mexicanos y la Guardia Nacional que vigilaba ductos.

"Por eso, destacó el Ejecutivo, iniciamos en Tepeaca, de manera simbólica por los hechos ocurridos la semana anterior, por eso venimos aquí, a decirles a los trasgresores de la ley que somos en Puebla la Guardia Nacional, las fuerzas del orden locales, estatales y municipales muy perseverantes y que si quieren medir fuerzas con nosotros les vamos a ganar", dijo.

En el marco de la primera Reunión de Trabajo y Firma de Convenio de Seguridad efectuada en esa demarcación, el mandatario explicó que entre las medidas previstas para no ceder ante los delincuentes está la adquisición de mil patrullas, el incremento del número de policías, la profesionalización en los distintos niveles, la adquisición de armamento y tecnología, así como mejores condiciones para los uniformados.

Hay en ese evento otra interpretación igual de emblemática que no debiera desdeñarse. Y es que Tepeaca figura precisamente como referente histórico por ser ahí precisamente donde iniciaron operaciones en Puebla los grupos de la delincuencia organizada dedicados al robo de combustibles.

De ahí se fue conformando toda una red delictiva que esparció su poderío a otros municipios aledaños, como Acatzingo, Esperanza y Zacatepec, hasta configurar lo que se conoce como el triángulo rojo, junto a las localidades de Palmar de Bravo, Acajete, Quecholac y San Martín Texmelucan.

Toda esa región ha sido marcada como escenario de múltiples incidentes relacionados con la sustracción de hidrocarburo y por la violenta confrontación de grupos delictivos en su lucha para posesionarse del control de las plazas, todo ello en un clima de corrupción y de extrema impunidad.

Para que eso ocurriera necesariamente tuvieron que darse acciones de complicidad y abierta colusión por parte de los cuerpos policiacos, lo cual se acreditó con la captura en 2015, precisamente en Tepeaca, del exdirector de la Policía Estatal, Marco Antonio Estrada López, y su exjefe del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), Tomás Méndez Lozano, actualmente sentenciados.

Las detenciones ejecutadas por el Ejército Mexicano pusieron al descubierto una amplia red de corrupción y obligaron a la posterior renuncia, en un entorno de sospechas, del que fuera secretario de Seguridad Pública Estatal, Facundo Rosas Rosas.

Tales hechos dejaron constancia, una vez más, que no es posible la impune operación de bandas criminales sin la complicidad de las policías, y por eso también resulta acertado el anuncio de que el nuevo gobierno tendrá injerencia en el desempeño de los cuerpos municipales de seguridad.

Y por ello, el significado emblemático del discurso del Ejecutivo, justo en la zona de mayor hervor delincuencial y con alusiones que comprometen, como debiera, a las autoridades locales.

“… yo no vengo a desplazar a las policías municipales, ni vengo a invadir las funciones de los ayuntamientos en el tema de seguridad pública, de ninguna forma, vengo a hacerme corresponsable con el alcalde y con el ayuntamiento del tema de seguridad pública; el responsable de la seguridad pública en el estado de Puebla se llama Miguel Barbosa”, puntualizó.

Los temas en materia de seguridad pública no son temas de percepción sino de realidad, y por ello vamos a tomar acciones inmediatas para combatirla desde la raíz… vamos a ir a todos los lugares y vamos a proponer mandos militares, para que compartan con los mandos que ustedes tienen, los temas de Seguridad Pública municipal. Yo quiero su colaboración, señores presidentes municipales, señoras presidentas municipales, yo no voy a desplazar su función, yo voy a respetar su autonomía y su independencia”, aunque advirtió que el comportamiento de todas las corporaciones policiacas municipales y estatales será revisado.

Más allá de simbolismos, pareciera que la depuración policiaca será definitiva y ahora sí, frontal la lucha contra la delincuencia.


Resulta muy significativo el discurso pronunciado el pasado fin de semana en Tepeaca por el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, al advertir que si los delincuentes quieren medir fuerzas con su gobierno “acabarán perdiendo, pues habrá trabajo conjunto con municipios e inversiones en materia de seguridad”.

El mensaje tiene especial relevancia porque se trata de sus primeros pronunciamientos ya con su investidura de mandatario estatal, respecto al tema de la seguridad pública que es el de mayor preocupación social y porque ocurre precisamente en una zona donde la delincuencia parece haber tomado ventaja sobre la autoridad.

Recuérdese que fue ahí precisamente donde apenas hace una semana ocurrió un duro enfrentamiento tras una agresión de delincuentes contra personal de Petróleos Mexicanos y la Guardia Nacional que vigilaba ductos.

"Por eso, destacó el Ejecutivo, iniciamos en Tepeaca, de manera simbólica por los hechos ocurridos la semana anterior, por eso venimos aquí, a decirles a los trasgresores de la ley que somos en Puebla la Guardia Nacional, las fuerzas del orden locales, estatales y municipales muy perseverantes y que si quieren medir fuerzas con nosotros les vamos a ganar", dijo.

En el marco de la primera Reunión de Trabajo y Firma de Convenio de Seguridad efectuada en esa demarcación, el mandatario explicó que entre las medidas previstas para no ceder ante los delincuentes está la adquisición de mil patrullas, el incremento del número de policías, la profesionalización en los distintos niveles, la adquisición de armamento y tecnología, así como mejores condiciones para los uniformados.

Hay en ese evento otra interpretación igual de emblemática que no debiera desdeñarse. Y es que Tepeaca figura precisamente como referente histórico por ser ahí precisamente donde iniciaron operaciones en Puebla los grupos de la delincuencia organizada dedicados al robo de combustibles.

De ahí se fue conformando toda una red delictiva que esparció su poderío a otros municipios aledaños, como Acatzingo, Esperanza y Zacatepec, hasta configurar lo que se conoce como el triángulo rojo, junto a las localidades de Palmar de Bravo, Acajete, Quecholac y San Martín Texmelucan.

Toda esa región ha sido marcada como escenario de múltiples incidentes relacionados con la sustracción de hidrocarburo y por la violenta confrontación de grupos delictivos en su lucha para posesionarse del control de las plazas, todo ello en un clima de corrupción y de extrema impunidad.

Para que eso ocurriera necesariamente tuvieron que darse acciones de complicidad y abierta colusión por parte de los cuerpos policiacos, lo cual se acreditó con la captura en 2015, precisamente en Tepeaca, del exdirector de la Policía Estatal, Marco Antonio Estrada López, y su exjefe del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), Tomás Méndez Lozano, actualmente sentenciados.

Las detenciones ejecutadas por el Ejército Mexicano pusieron al descubierto una amplia red de corrupción y obligaron a la posterior renuncia, en un entorno de sospechas, del que fuera secretario de Seguridad Pública Estatal, Facundo Rosas Rosas.

Tales hechos dejaron constancia, una vez más, que no es posible la impune operación de bandas criminales sin la complicidad de las policías, y por eso también resulta acertado el anuncio de que el nuevo gobierno tendrá injerencia en el desempeño de los cuerpos municipales de seguridad.

Y por ello, el significado emblemático del discurso del Ejecutivo, justo en la zona de mayor hervor delincuencial y con alusiones que comprometen, como debiera, a las autoridades locales.

“… yo no vengo a desplazar a las policías municipales, ni vengo a invadir las funciones de los ayuntamientos en el tema de seguridad pública, de ninguna forma, vengo a hacerme corresponsable con el alcalde y con el ayuntamiento del tema de seguridad pública; el responsable de la seguridad pública en el estado de Puebla se llama Miguel Barbosa”, puntualizó.

Los temas en materia de seguridad pública no son temas de percepción sino de realidad, y por ello vamos a tomar acciones inmediatas para combatirla desde la raíz… vamos a ir a todos los lugares y vamos a proponer mandos militares, para que compartan con los mandos que ustedes tienen, los temas de Seguridad Pública municipal. Yo quiero su colaboración, señores presidentes municipales, señoras presidentas municipales, yo no voy a desplazar su función, yo voy a respetar su autonomía y su independencia”, aunque advirtió que el comportamiento de todas las corporaciones policiacas municipales y estatales será revisado.

Más allá de simbolismos, pareciera que la depuración policiaca será definitiva y ahora sí, frontal la lucha contra la delincuencia.