/ miércoles 7 de octubre de 2020

Si quieren tregua con Rivera Vivanco, que le avisen



En el ayuntamiento de Puebla no se creen esas versiones que aseguran que la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco y el gobernador Miguel Barbosa Huerta se encuentran en la antesala de una nueva relación política y personal, en la que no solo se olviden las diferencias que los han marcado a lo largo de poco más de dos años, sino en la que imperen el buen trato, el trabajo coordinado y, sobre todo, una atmósfera de paz.

La conmemoración del Grito de Independencia con la edil de Puebla dentro del balcón principal del palacio fue la señal que varios quisieron ver como el término de las hostilidades entre estos dos gobernantes, ambos emanados de la coalición Juntos Haremos Historia, que no precisamente de Morena, pero apenas dos semanas después los mensajes retornaron a su cauce de siempre a través de los diputados integrantes de la Comisión Inspectora y del auditor superior del estado.

En sentido contrario a los buenos deseos expresados por algunas voces en apariencia autorizadas, los diputados afines al barbosismo siguieron adelante con la comparecencia y después de ella dieron a conocer que ya contaban con denuncias ciudadanas que anexarán al expediente de la presidenta municipal de Puebla para hacerlas llegar a la oficina de Francisco Romero Serrano.

Exacto, como ocurrió con el caso Tehuacán unas semanas antes de proceder a la extinción del Cabildo… ¡que no se ha podido concretar!

Rivera Vivanco, por su parte, recurrió la semana pasada a un juego de palabras para hacer creer a los miembros de la Inspectora que no acudiría este lunes a la comparecencia, y logró engañarlos, puesto que, en efecto, la mayoría apostó que no asistiría y que en su lugar mandaría solo un escrito.

Llegó y entregó no uno, sino varios textos, y al final soltó las acusaciones que permiten evidenciar que no existe ninguna tregua política ni personal con el inquilino de Casa Aguayo, o que, si la hay, nadie se lo ha informado ni a ella ni a sus colaboradores.

Días atrás, el gobernador Barbosa pidió a los reporteros que dejen de ser insidiosos cuando pregunten acerca de su relación con Rivera Vivanco, como si los hechos ocurridos desde que ambos estuvieron en campaña en 2018, y que se sucedieron después sin interrupción, hubiesen salido de las elucubraciones periodísticas.

“¿No me ven con Claudia Rivera en los eventos? Ahí estamos reunidos. Chocamos los puños”, añadió el mandatario en su respuesta.

Pareciera, sí, que Miguel Barbosa quiere, aunque sea un poco, recomponer su trato con la huésped del palacio municipal, quizá en un intento por recomponer las expectativas electorales de Morena de cara a los comicios intermedios del próximo año.

Eso pudiera ser posible, solo pudiera.

El problema es que nadie se lo ha comunicado a Rivera Vivanco.

Y menos a los diputados, que hasta hace dos días (el lunes) insistían en hallarle los tres pies al gato al manejo de los recursos públicos en el ayuntamiento de Puebla.

Al salir de la Auditoría Superior del Estado, donde dejó a los legisladores de la Inspectora con sus preguntas atoradas en la lengua, Rivera Vivanco volvió a acusar persecución en su contra y lamentó que incluso con Morena en el poder continúe el empleo de las instituciones como garrote político.

El mensaje, desde luego, no fue ni para los diputados ni para Romero Serrano.

De ahí partió al Congreso para solicitar una audiencia en el pleno y luego pasó a los molotes de la 5 Poniente para comprar uno.

Si se asoma la paz, todavía no lo sabe.

Twiter: @jrodriguezc



En el ayuntamiento de Puebla no se creen esas versiones que aseguran que la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco y el gobernador Miguel Barbosa Huerta se encuentran en la antesala de una nueva relación política y personal, en la que no solo se olviden las diferencias que los han marcado a lo largo de poco más de dos años, sino en la que imperen el buen trato, el trabajo coordinado y, sobre todo, una atmósfera de paz.

La conmemoración del Grito de Independencia con la edil de Puebla dentro del balcón principal del palacio fue la señal que varios quisieron ver como el término de las hostilidades entre estos dos gobernantes, ambos emanados de la coalición Juntos Haremos Historia, que no precisamente de Morena, pero apenas dos semanas después los mensajes retornaron a su cauce de siempre a través de los diputados integrantes de la Comisión Inspectora y del auditor superior del estado.

En sentido contrario a los buenos deseos expresados por algunas voces en apariencia autorizadas, los diputados afines al barbosismo siguieron adelante con la comparecencia y después de ella dieron a conocer que ya contaban con denuncias ciudadanas que anexarán al expediente de la presidenta municipal de Puebla para hacerlas llegar a la oficina de Francisco Romero Serrano.

Exacto, como ocurrió con el caso Tehuacán unas semanas antes de proceder a la extinción del Cabildo… ¡que no se ha podido concretar!

Rivera Vivanco, por su parte, recurrió la semana pasada a un juego de palabras para hacer creer a los miembros de la Inspectora que no acudiría este lunes a la comparecencia, y logró engañarlos, puesto que, en efecto, la mayoría apostó que no asistiría y que en su lugar mandaría solo un escrito.

Llegó y entregó no uno, sino varios textos, y al final soltó las acusaciones que permiten evidenciar que no existe ninguna tregua política ni personal con el inquilino de Casa Aguayo, o que, si la hay, nadie se lo ha informado ni a ella ni a sus colaboradores.

Días atrás, el gobernador Barbosa pidió a los reporteros que dejen de ser insidiosos cuando pregunten acerca de su relación con Rivera Vivanco, como si los hechos ocurridos desde que ambos estuvieron en campaña en 2018, y que se sucedieron después sin interrupción, hubiesen salido de las elucubraciones periodísticas.

“¿No me ven con Claudia Rivera en los eventos? Ahí estamos reunidos. Chocamos los puños”, añadió el mandatario en su respuesta.

Pareciera, sí, que Miguel Barbosa quiere, aunque sea un poco, recomponer su trato con la huésped del palacio municipal, quizá en un intento por recomponer las expectativas electorales de Morena de cara a los comicios intermedios del próximo año.

Eso pudiera ser posible, solo pudiera.

El problema es que nadie se lo ha comunicado a Rivera Vivanco.

Y menos a los diputados, que hasta hace dos días (el lunes) insistían en hallarle los tres pies al gato al manejo de los recursos públicos en el ayuntamiento de Puebla.

Al salir de la Auditoría Superior del Estado, donde dejó a los legisladores de la Inspectora con sus preguntas atoradas en la lengua, Rivera Vivanco volvió a acusar persecución en su contra y lamentó que incluso con Morena en el poder continúe el empleo de las instituciones como garrote político.

El mensaje, desde luego, no fue ni para los diputados ni para Romero Serrano.

De ahí partió al Congreso para solicitar una audiencia en el pleno y luego pasó a los molotes de la 5 Poniente para comprar uno.

Si se asoma la paz, todavía no lo sabe.

Twiter: @jrodriguezc