/ viernes 1 de julio de 2022

Sin contención la inseguridad en México

Inseguridad, violencia y narcotráfico han rebasado a las autoridades de los tres niveles de gobierno, en casi todo el territorio nacional, situación preocupante no solo para las autoridades sino en general para toda sociedad mexicana. Las cifras muestran no solo el incremento, sino que cada vez se tornan más sanguinarias y violentas, volviéndose una constante en el diario transitar.

Lo cual hace que nuestra integridad no solo este en riesgo, sino que veamos perdida la libertad de la cual antes disfrutábamos, de manera recurrente crecen las desapariciones, los asesinatos, los robos, las extorsiones y las masacres que, acompañadas de la impunidad, el clima de inseguridad parece inacabable, debido a la omisión de enfrentar esta situación en el gobierno del presidente López Obrador

Sin embargo y aunque sea esta hoy nuestra normalidad, también se va incrementando el hartazgo social, por la impotencia que representa el ver o testificar que las autoridades toleren o sean cómplices de los delincuentes y se sigan apoderando e imponiendo su ley en una gran cantidad del territorio nacional.

Es notorio el poco compromiso social de las instituciones del Estado Mexicano que deben proporcionar justicia y seguridad, o para atemperar esta realidad, lamentablemente no se ponen en operación programas o acciones eficaces para atacar estas conductas y disminuir el problema.

El gobierno, empezando por el ejecutivo federal, debe abrirse al diálogo con toda la sociedad civil, académicos, investigadores y especialistas y; no continuar con su estrategia de seguir descalificando y polarizando lo cual en nada contribuirá a resolver el problema de la inseguridad, que padecemos los mexicanos.

El actuar del gobierno ante los lamentables hechos delictuosos, demuestra que ha renunciado a una de las principales tareas que le señala la constitución por las cuales gano y juro atender.

Al parecer López Obrador tiene una confusión sobre cómo enfrentar a los delincuentes. Pues equiparar el uso de la fuerza del Estado con la violencia de los criminales es un error que lo ha llevado a claudicar en su tarea al gobernar.

Ante las duras críticas que le hicieron los obispos y la Compañía de Jesús, a raíz del asesinato de dos sacerdotes, en Cerocahui Chihuahua. Cuando fueron sepultados en su iglesia donde los acribillaron, el arzobispo de la Diócesis de Chihuahua, Constancio Miranda, invitó a los feligreses a ser críticos cuando las autoridades toman decisiones equivocadas. “Todos somos ciudadanos. No vayamos mexicanos contra mexicanos. Hoy más que nunca tenemos que estar unidos como pueblos y autoridades. No caigamos en el juego de la polarización”, fue el señalamiento del arzobispo.

Lamentablemente la polarización es la apuesta con la que AMLO gobierna: chairos vs. fifís, liberales vs. conservadores, proletarios vs. oligarquía, en su mañanera del pasado lunes, expreso que los religiosos están “muy apergollados” por la oligarquía y no siguen el ejemplo del papa Francisco, comentario que solo desacredita como muchos otros y, que no corresponden a un jefe de Estado.

Ante esta realidad, y la estadística muestra que con más de 121 mil muertos en lo que va del sexenio, este, es el más sangriento que vivimos en el país.

Y esta situación particularmente en esa región no solo daña la imagen del país, sino que afecta sensiblemente a la economía de la esa zona, debido a que una de sus principales fuentes de ingresos es derivada del turismo, por la infraestructura que se ha ido diseñando por el atractivo de las barrancas del cobre.

Presidente López Obrador deje la descalificación y gobierne bajo resultados e indicadores que definan acciones y estrategias y, ante la magnitud de los problemas, se diseñen políticas públicas, buscando la ruta para recomponer los graves problemas nacionales y, priorizar el de la seguridad de cada mexicano, que hasta el momento solo se ha agravado.

Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com


Inseguridad, violencia y narcotráfico han rebasado a las autoridades de los tres niveles de gobierno, en casi todo el territorio nacional, situación preocupante no solo para las autoridades sino en general para toda sociedad mexicana. Las cifras muestran no solo el incremento, sino que cada vez se tornan más sanguinarias y violentas, volviéndose una constante en el diario transitar.

Lo cual hace que nuestra integridad no solo este en riesgo, sino que veamos perdida la libertad de la cual antes disfrutábamos, de manera recurrente crecen las desapariciones, los asesinatos, los robos, las extorsiones y las masacres que, acompañadas de la impunidad, el clima de inseguridad parece inacabable, debido a la omisión de enfrentar esta situación en el gobierno del presidente López Obrador

Sin embargo y aunque sea esta hoy nuestra normalidad, también se va incrementando el hartazgo social, por la impotencia que representa el ver o testificar que las autoridades toleren o sean cómplices de los delincuentes y se sigan apoderando e imponiendo su ley en una gran cantidad del territorio nacional.

Es notorio el poco compromiso social de las instituciones del Estado Mexicano que deben proporcionar justicia y seguridad, o para atemperar esta realidad, lamentablemente no se ponen en operación programas o acciones eficaces para atacar estas conductas y disminuir el problema.

El gobierno, empezando por el ejecutivo federal, debe abrirse al diálogo con toda la sociedad civil, académicos, investigadores y especialistas y; no continuar con su estrategia de seguir descalificando y polarizando lo cual en nada contribuirá a resolver el problema de la inseguridad, que padecemos los mexicanos.

El actuar del gobierno ante los lamentables hechos delictuosos, demuestra que ha renunciado a una de las principales tareas que le señala la constitución por las cuales gano y juro atender.

Al parecer López Obrador tiene una confusión sobre cómo enfrentar a los delincuentes. Pues equiparar el uso de la fuerza del Estado con la violencia de los criminales es un error que lo ha llevado a claudicar en su tarea al gobernar.

Ante las duras críticas que le hicieron los obispos y la Compañía de Jesús, a raíz del asesinato de dos sacerdotes, en Cerocahui Chihuahua. Cuando fueron sepultados en su iglesia donde los acribillaron, el arzobispo de la Diócesis de Chihuahua, Constancio Miranda, invitó a los feligreses a ser críticos cuando las autoridades toman decisiones equivocadas. “Todos somos ciudadanos. No vayamos mexicanos contra mexicanos. Hoy más que nunca tenemos que estar unidos como pueblos y autoridades. No caigamos en el juego de la polarización”, fue el señalamiento del arzobispo.

Lamentablemente la polarización es la apuesta con la que AMLO gobierna: chairos vs. fifís, liberales vs. conservadores, proletarios vs. oligarquía, en su mañanera del pasado lunes, expreso que los religiosos están “muy apergollados” por la oligarquía y no siguen el ejemplo del papa Francisco, comentario que solo desacredita como muchos otros y, que no corresponden a un jefe de Estado.

Ante esta realidad, y la estadística muestra que con más de 121 mil muertos en lo que va del sexenio, este, es el más sangriento que vivimos en el país.

Y esta situación particularmente en esa región no solo daña la imagen del país, sino que afecta sensiblemente a la economía de la esa zona, debido a que una de sus principales fuentes de ingresos es derivada del turismo, por la infraestructura que se ha ido diseñando por el atractivo de las barrancas del cobre.

Presidente López Obrador deje la descalificación y gobierne bajo resultados e indicadores que definan acciones y estrategias y, ante la magnitud de los problemas, se diseñen políticas públicas, buscando la ruta para recomponer los graves problemas nacionales y, priorizar el de la seguridad de cada mexicano, que hasta el momento solo se ha agravado.

Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com