/ sábado 6 de octubre de 2018

¿Sirve de algo borrar el nombre de Díaz Ordaz?

Mencionar al último presidente poblano invariablemente nos remite a la matanza de Tlatelolco, a medio siglo de la tragedia, hay voces y acciones que reclaman borrar su imagen de la historia, no obstante, tenemos que preguntarnos si esto en verdad traerá algo de justicia para los muertos en 1968.

Personalmente conozco a varias personas que aseguran que, el nacido en lo que hoy es Ciudad Serdán, era una persona sumamente firme, pero muy decente. Hay también quien señala que tenía una dureza que lo hacía implacable en la toma de decisiones. Hoy tenemos a quien aplauden sus decisiones, mencionando una entrevista, en la que él se siente muy orgulloso de ese año olímpico, inclusive afirmándole al reportero, a quien llamó “muchachito”, que él no habría podido realizar su labor periodística, de no ser por las decisiones tomadas en ese octubre. Pese a lo anterior, la mayor parte de las opiniones versan sobre el reproche y los fallecidos que ese día tiñieron la Plaza de las 3 Culturas con sangre.

En recientes días se han quitado placas de inauguración de alguna estación del metro de la Ciudad de México, en las cuales aparece el nombre de Díaz Ordaz, con lo cual se intenta borrarlo de esa manera. Ahora bien, yo creo que es innegable que el poblano estuvo en la apertura de alguna línea, eso no es una mentira y por eso existe la placa, lo importante es el recuerdo que tenga la población de él.

A lo largo de la historia, algunos personajes han querido borrar los vestigios de sus antecesores, lo cual me parece equivocado, ya que resulta imperativo el conocer la historia, sea esta de héroes y villanos. El problema se incrementa en nuestro país debido a las versiones maniqueas de los episodios patrios, es más, al día de hoy se sigue discutiendo quién era el bueno o el malo, lo cual es muy difícil de definir en un país sin una auténtica identidad nacional, ni un proyecto claro de nación, amén de los múltiples saqueos hechos por nacionales y extranjeros.

Pienso ahora la gran cantidad de objetos y templos prehispánicos que fueron destruidos para imponer la religión católica, un ejemplo claro son las iglesias que parecen estar en lo alto de un cerro, pero que fueron edificadas realmente sobre una pirámide precolombina.

En diversos escenarios se han quemado libros, lo cual siempre resultará algo negativo. En Argentina, el ex mandatario Néstor Kirchner quitó, de un salón destinado para los jefes de estado, el retrato de Jorge Rafael Videla, un dictador que fue responsable de cientos de muertes, además de presionar extra deportivamente para que la selección albiceleste se coronara en 1978. Esta acción tendió más a la propaganda, pero cualquier cosa sirve para incrementar la popularidad presidencial, en un país que sufre, desde hace décadas, una crisis económica que lo que ha relegado de la bonanza que tuvo hace décadas.

En Puebla, también fue borrada la imagen de Mario Marín de un mural del Ayuntamiento, debido al papel de villano que le asignó el morenovallismo, aunque es indudable que el esposo de Martha Érika Alonso ha realizado acciones mucho más criticables respecto a lo mal hecho por su antecesor.

Hay que conocer la historia, sea buena o mala, tomando en cuenta las falacias de la historia oficial y el nocivo maniqueísmo que nos ha partido en varios Méxicos. No hay que borrar ningún episodio, no porque se le dé importancia a algún personaje que se considere perverso, sino, porque para aprender de lo negativo de él, hay que conocerlo y así evitar que surja alguien semejante y cause un daño que ya no se debe repetir.

Lamentablemente la historia es un tópico alejado de la mayoría de la población, muchos no saben qué paso hace 50 años, algunos piensan que México se independizó de Estados Unidos y tantas otras falsedades que propician que muchos políticos viertan mentiras sistemáticamente. Duele reconocerlo, pero la ignorancia y la indolencia son latentes en buena parte de la población, mientras no reconozcamos e intentemos remediar esto, seguiremos con los malos resultados que hemos tenido hasta hoy. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven.

Mencionar al último presidente poblano invariablemente nos remite a la matanza de Tlatelolco, a medio siglo de la tragedia, hay voces y acciones que reclaman borrar su imagen de la historia, no obstante, tenemos que preguntarnos si esto en verdad traerá algo de justicia para los muertos en 1968.

Personalmente conozco a varias personas que aseguran que, el nacido en lo que hoy es Ciudad Serdán, era una persona sumamente firme, pero muy decente. Hay también quien señala que tenía una dureza que lo hacía implacable en la toma de decisiones. Hoy tenemos a quien aplauden sus decisiones, mencionando una entrevista, en la que él se siente muy orgulloso de ese año olímpico, inclusive afirmándole al reportero, a quien llamó “muchachito”, que él no habría podido realizar su labor periodística, de no ser por las decisiones tomadas en ese octubre. Pese a lo anterior, la mayor parte de las opiniones versan sobre el reproche y los fallecidos que ese día tiñieron la Plaza de las 3 Culturas con sangre.

En recientes días se han quitado placas de inauguración de alguna estación del metro de la Ciudad de México, en las cuales aparece el nombre de Díaz Ordaz, con lo cual se intenta borrarlo de esa manera. Ahora bien, yo creo que es innegable que el poblano estuvo en la apertura de alguna línea, eso no es una mentira y por eso existe la placa, lo importante es el recuerdo que tenga la población de él.

A lo largo de la historia, algunos personajes han querido borrar los vestigios de sus antecesores, lo cual me parece equivocado, ya que resulta imperativo el conocer la historia, sea esta de héroes y villanos. El problema se incrementa en nuestro país debido a las versiones maniqueas de los episodios patrios, es más, al día de hoy se sigue discutiendo quién era el bueno o el malo, lo cual es muy difícil de definir en un país sin una auténtica identidad nacional, ni un proyecto claro de nación, amén de los múltiples saqueos hechos por nacionales y extranjeros.

Pienso ahora la gran cantidad de objetos y templos prehispánicos que fueron destruidos para imponer la religión católica, un ejemplo claro son las iglesias que parecen estar en lo alto de un cerro, pero que fueron edificadas realmente sobre una pirámide precolombina.

En diversos escenarios se han quemado libros, lo cual siempre resultará algo negativo. En Argentina, el ex mandatario Néstor Kirchner quitó, de un salón destinado para los jefes de estado, el retrato de Jorge Rafael Videla, un dictador que fue responsable de cientos de muertes, además de presionar extra deportivamente para que la selección albiceleste se coronara en 1978. Esta acción tendió más a la propaganda, pero cualquier cosa sirve para incrementar la popularidad presidencial, en un país que sufre, desde hace décadas, una crisis económica que lo que ha relegado de la bonanza que tuvo hace décadas.

En Puebla, también fue borrada la imagen de Mario Marín de un mural del Ayuntamiento, debido al papel de villano que le asignó el morenovallismo, aunque es indudable que el esposo de Martha Érika Alonso ha realizado acciones mucho más criticables respecto a lo mal hecho por su antecesor.

Hay que conocer la historia, sea buena o mala, tomando en cuenta las falacias de la historia oficial y el nocivo maniqueísmo que nos ha partido en varios Méxicos. No hay que borrar ningún episodio, no porque se le dé importancia a algún personaje que se considere perverso, sino, porque para aprender de lo negativo de él, hay que conocerlo y así evitar que surja alguien semejante y cause un daño que ya no se debe repetir.

Lamentablemente la historia es un tópico alejado de la mayoría de la población, muchos no saben qué paso hace 50 años, algunos piensan que México se independizó de Estados Unidos y tantas otras falsedades que propician que muchos políticos viertan mentiras sistemáticamente. Duele reconocerlo, pero la ignorancia y la indolencia son latentes en buena parte de la población, mientras no reconozcamos e intentemos remediar esto, seguiremos con los malos resultados que hemos tenido hasta hoy. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven.