/ miércoles 13 de marzo de 2019

Solo para morenovallistas indignados (con Cárdenas)

Va una breve, pero contundente lista de siete acontecimientos históricos ocurridos en el Partido Acción Nacional en los últimos trece años, a partir de que el ex gobernador Rafael Moreno Valle, guiado por su madrina, Elba Esther Gordillo Morales, decidió tomar por asalto el instituto político fundado en 1939 por Manuel Gómez Morín.

El primer hecho tiene que ver con la irrupción de nuestro personaje en el blanquiazul.

Moreno Valle se hizo panista en 2006 solo para tener acceso al Senado de la República.

Entonces diputado local, renunció al PRI cuando supo que el gobernador Mario Marín Torres le había negado la candidatura que quería.

El cobijo de Gordillo Morales y las relaciones de la dueña del SNTE con Manuel Espino, dirigente nacional del PAN, y Felipe Calderón, abanderado presidencial en la contienda de ese año, le permitieron ingresar al blanquiazul y convertirse en candidato a senador en primera fórmula.

Moreno Valle ganó la elección, arribó al senado y se puso a trabajar en el siguiente objetivo: la gubernatura.

Esa fue la primera vez que utilizó al partido de Gómez Morín para satisfacer sus ambiciones personales, la primera vez que pisoteó a los panistas.

Ya instalado en Casa Puebla, como gobernador del estado, Moreno Valle echó de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN a Juan Carlos Mondragón Quintana, un dirigente que había manifestado su rechazo al estilo de mando, unipersonal y autoritario, que el ex priista quería ejercer en el partido.

Moreno Valle se deshizo del dirigente gracias a la aprobación en el Congreso, en septiembre de 2012, de la “Ley Mondragón”, que le permitió cambiar de presidente aun cuando los estatutos del partido prohibían hacerlo en los tres meses anteriores al arranque del proceso electoral.

Los comicios estaban previstos para iniciar en noviembre.

Con el apoyo de los diputados, Moreno Valle aplazó el arranque de la contienda para febrero de 2013 y puso a Rafael Micalco Méndez en lugar de Mondragón, otra vez, por así convenir a sus intereses.

Este hecho marcó el destino del PAN para los siguientes seis años: mató su vida interna, la de los grupos que coexistían y disputaban espacios de poder a través de la negociación, y lo transformó en un ente a las órdenes de un solo personaje.

Sí, igualito que en el PRI.

El tercer suceso ocurrió también en 2013.

Moreno Valle puso como candidato a presidente municipal de Puebla, del PAN, a un no panista.

José Antonio Gali Fayad arribó a esa elección como propuesta “ciudadana” de los partidos PRD, Nueva Alianza, Compromiso por Puebla… y el PAN, en una coalición llamada Puebla Unida, pero sin ser militante de ninguno de estos institutos.

A finales de 2015, el entonces gobernador consumó el asalto a la dirigencia del partido.

De nueva cuenta peleado con el presidente del Comité Directivo Estatal, ahora de apellido Micalco, optó por ir a la segura, con la unción, en dupla, de Jesús Giles Carmona y Martha Erika Alonso Hidalgo.

Giles aceptó el papel de simulador y cedió todo el control del partido a Alonso, que, consciente o no, ayudó a tejer el plan transexenal de su marido.

A los pocos meses de la unción partidista de Martha Erika, convirtiéndola en jefa de casi todos los panistas del estado, con excepción de Moreno Valle, por supuesto, el Ejecutivo palomeó a Gali para ir a una nueva elección, la de minigobernador, y designó a Luis Banck Serrato como presidente municipal sustituto, en febrero de 2016.

Banck no era panista, y a diferencia de Gali, que había aprovechado cada año de su vida para hacer relaciones y amigos en el estado, tampoco era poblano.

La de Banck, quinto acontecimiento en esta corta lista, fue una ruda maniobra política para los panistas reales, que llevaban una década mirando cómo eran pisoteados la ideología y los principios de su partido.

La sucesión de gobernador de 2018 representó el pináculo en el uso de la marca panista como mero instrumento de escalamiento de poder.

Moreno Valle quiso ser presidente de México y puso entre sus prioridades para conseguirlo retener el gobierno del estado.

¡¿Quién más confiable que su esposa para ello?!

Nadie.

Entonces hizo candidata a Martha Erika Alonso, otra vez por encima del PAN.

Sexto suceso histórico.

El último escopetazo en contra del blanquiazul lo dio en esos mismos comicios.

Moreno Valle armó un “Frankenstain” electoral que debilitó al PAN en prácticamente todas las regiones.

La extraña combinación de partidos políticos morenovallistas, unas veces unidos, y otras, separados, siempre en función de lo que necesitara la elección de gobernador, llevó al blanquiazul a desplomarse en los ayuntamientos y en las diputaciones locales.

La lista da para mucho más, pero el tiempo y el espacio no.

Doce años le llevó al ex gobernador “panista” aniquilar al PAN.

Pocos protestaron entonces.

Entre ellos, ninguno de los morenovallistas que hoy reclaman indignados por la postulación del ex rector Enrique Cárdenas Sánchez como su candidato a gobernador.

Ni Blanca Jiménez, ni Jesús Giles, ni Salvador Escobedo, ni ningún otro de los beneficiarios de aquel que hoy exigen, imagínese usted, congruencia.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Va una breve, pero contundente lista de siete acontecimientos históricos ocurridos en el Partido Acción Nacional en los últimos trece años, a partir de que el ex gobernador Rafael Moreno Valle, guiado por su madrina, Elba Esther Gordillo Morales, decidió tomar por asalto el instituto político fundado en 1939 por Manuel Gómez Morín.

El primer hecho tiene que ver con la irrupción de nuestro personaje en el blanquiazul.

Moreno Valle se hizo panista en 2006 solo para tener acceso al Senado de la República.

Entonces diputado local, renunció al PRI cuando supo que el gobernador Mario Marín Torres le había negado la candidatura que quería.

El cobijo de Gordillo Morales y las relaciones de la dueña del SNTE con Manuel Espino, dirigente nacional del PAN, y Felipe Calderón, abanderado presidencial en la contienda de ese año, le permitieron ingresar al blanquiazul y convertirse en candidato a senador en primera fórmula.

Moreno Valle ganó la elección, arribó al senado y se puso a trabajar en el siguiente objetivo: la gubernatura.

Esa fue la primera vez que utilizó al partido de Gómez Morín para satisfacer sus ambiciones personales, la primera vez que pisoteó a los panistas.

Ya instalado en Casa Puebla, como gobernador del estado, Moreno Valle echó de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN a Juan Carlos Mondragón Quintana, un dirigente que había manifestado su rechazo al estilo de mando, unipersonal y autoritario, que el ex priista quería ejercer en el partido.

Moreno Valle se deshizo del dirigente gracias a la aprobación en el Congreso, en septiembre de 2012, de la “Ley Mondragón”, que le permitió cambiar de presidente aun cuando los estatutos del partido prohibían hacerlo en los tres meses anteriores al arranque del proceso electoral.

Los comicios estaban previstos para iniciar en noviembre.

Con el apoyo de los diputados, Moreno Valle aplazó el arranque de la contienda para febrero de 2013 y puso a Rafael Micalco Méndez en lugar de Mondragón, otra vez, por así convenir a sus intereses.

Este hecho marcó el destino del PAN para los siguientes seis años: mató su vida interna, la de los grupos que coexistían y disputaban espacios de poder a través de la negociación, y lo transformó en un ente a las órdenes de un solo personaje.

Sí, igualito que en el PRI.

El tercer suceso ocurrió también en 2013.

Moreno Valle puso como candidato a presidente municipal de Puebla, del PAN, a un no panista.

José Antonio Gali Fayad arribó a esa elección como propuesta “ciudadana” de los partidos PRD, Nueva Alianza, Compromiso por Puebla… y el PAN, en una coalición llamada Puebla Unida, pero sin ser militante de ninguno de estos institutos.

A finales de 2015, el entonces gobernador consumó el asalto a la dirigencia del partido.

De nueva cuenta peleado con el presidente del Comité Directivo Estatal, ahora de apellido Micalco, optó por ir a la segura, con la unción, en dupla, de Jesús Giles Carmona y Martha Erika Alonso Hidalgo.

Giles aceptó el papel de simulador y cedió todo el control del partido a Alonso, que, consciente o no, ayudó a tejer el plan transexenal de su marido.

A los pocos meses de la unción partidista de Martha Erika, convirtiéndola en jefa de casi todos los panistas del estado, con excepción de Moreno Valle, por supuesto, el Ejecutivo palomeó a Gali para ir a una nueva elección, la de minigobernador, y designó a Luis Banck Serrato como presidente municipal sustituto, en febrero de 2016.

Banck no era panista, y a diferencia de Gali, que había aprovechado cada año de su vida para hacer relaciones y amigos en el estado, tampoco era poblano.

La de Banck, quinto acontecimiento en esta corta lista, fue una ruda maniobra política para los panistas reales, que llevaban una década mirando cómo eran pisoteados la ideología y los principios de su partido.

La sucesión de gobernador de 2018 representó el pináculo en el uso de la marca panista como mero instrumento de escalamiento de poder.

Moreno Valle quiso ser presidente de México y puso entre sus prioridades para conseguirlo retener el gobierno del estado.

¡¿Quién más confiable que su esposa para ello?!

Nadie.

Entonces hizo candidata a Martha Erika Alonso, otra vez por encima del PAN.

Sexto suceso histórico.

El último escopetazo en contra del blanquiazul lo dio en esos mismos comicios.

Moreno Valle armó un “Frankenstain” electoral que debilitó al PAN en prácticamente todas las regiones.

La extraña combinación de partidos políticos morenovallistas, unas veces unidos, y otras, separados, siempre en función de lo que necesitara la elección de gobernador, llevó al blanquiazul a desplomarse en los ayuntamientos y en las diputaciones locales.

La lista da para mucho más, pero el tiempo y el espacio no.

Doce años le llevó al ex gobernador “panista” aniquilar al PAN.

Pocos protestaron entonces.

Entre ellos, ninguno de los morenovallistas que hoy reclaman indignados por la postulación del ex rector Enrique Cárdenas Sánchez como su candidato a gobernador.

Ni Blanca Jiménez, ni Jesús Giles, ni Salvador Escobedo, ni ningún otro de los beneficiarios de aquel que hoy exigen, imagínese usted, congruencia.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx