/ sábado 25 de abril de 2020

Tener una infancia feliz es la mayor riqueza

Una gran herencia puede ser casas y joyas, hay quien dice que es una educación de calidad, sin embargo, creo que lo más valioso que posee un ser humano es una buena niñez, elemento que no se puede compensar de ninguna manera y que lamentablemente no es una prioridad el día de hoy.

Amigo lector, por un momento haz un ejercicio de memoria y piensa en un momento de llanto que hayas experimentado en tus primeros años, puede ser que te hayas perdido en el súper, llorado porque se te cayó una golosina o algo por el estilo, para después ser auxiliado por tus padres, abrazarte y sentirte protegido, eso seguramente te causó un alivio total, el cual no solo mitigó la pena que sentías en ese momento, sino también fue un elemento que ayudó a forjar tu personalidad futura y la forma en cómo afrontas los problemas de adulto.

En próximos días celebraremos el tradicional Día del Niño, bajo una contingencia que inhibirá las tradicionales celebraciones en las miles de escuelas y guarderías de nuestro país, pero no por eso seré insistente en cuanto a este tema fundamental.

La importancia de la niñez es algo totalmente explorado, siendo el exponente más notable el padre de la psicología Sigmund Freud, cuya frase más conocida es “infancia es destino”, reafirmando toda la serie de estudios que han hecho otros autores.

Todas las emociones, virtudes, amarguras, carencias, satisfacciones, disciplina y valentía que se adquieren durante la infancia no pueden ser corregidas o quitadas con nada, es decir, la forma en cómo un hombre vivió sus primeros años incide directamente con todo su porvenir.

El problema es que ahora vivimos en una época llena de egoísmo, en donde las personas piensan más en ellas que en sus hijos, situación que es totalmente reprochable. Tenemos el caso de madres y padres solteros, quienes quieren continuar con una vida de universitarios, sin atender a los hijos debidamente, inclusive llevándolos a cohabitar con la nueva pareja o dando prioridad a la pareja, situación que estadísticamente representa un riesgo en cuanto a delitos sexuales, basta recordar a la inocente niña Fátima, asesinada hace una semanas, o los múltiples casos de violaciones cometidas por padrastros.

Algo que también afecta es dejar a los niños a merced de una contemporaneidad que luce muy mal, con esto me refiero a darles un celular o tablet como si fuera una sonaja para entretenerlos, o dejarlos los actuales contenidos televisivos, cuyos contenidos de violencia, sexualidad explicita, cosificación de la mujer y lucha de clases se han intensificados.

También no podemos omitir los embarazos no deseados, después de los cuales surge una paternidad forzada en buena parte de los casos, lo cual desemboca a ver al infante como un estorbo, más que como una ilusión y con el amor supremo que debería existir.

Lamentablemente cada vez más vemos una mala crianza, lo cual desemboca en jóvenes con problemas emocionales, rencores, faltos de valentía y creyendo en los falsos axiomas que se muestran en internet. Aparte de eso tenemos muchos pequeños abusados o violentados, quienes probablemente también repetirán esas nocivas conductas, transformándose de víctimas a victimarios, lo cual crea un panorama muy poco prometedor.

Para terminar volveré a señalar que un hijo requiere la mayor de las responsabilidades, el tenerlo implica un cambio radical de vida, situación que no es una obligación, pero es ahí tener la capacidad de llevar a la realidad un decisión de acceder o no a la paternidad, pero con planeación y voluntad. A los adultos que fueron niños felices los felicito, eso vale más que la más grande de las herencias. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Una gran herencia puede ser casas y joyas, hay quien dice que es una educación de calidad, sin embargo, creo que lo más valioso que posee un ser humano es una buena niñez, elemento que no se puede compensar de ninguna manera y que lamentablemente no es una prioridad el día de hoy.

Amigo lector, por un momento haz un ejercicio de memoria y piensa en un momento de llanto que hayas experimentado en tus primeros años, puede ser que te hayas perdido en el súper, llorado porque se te cayó una golosina o algo por el estilo, para después ser auxiliado por tus padres, abrazarte y sentirte protegido, eso seguramente te causó un alivio total, el cual no solo mitigó la pena que sentías en ese momento, sino también fue un elemento que ayudó a forjar tu personalidad futura y la forma en cómo afrontas los problemas de adulto.

En próximos días celebraremos el tradicional Día del Niño, bajo una contingencia que inhibirá las tradicionales celebraciones en las miles de escuelas y guarderías de nuestro país, pero no por eso seré insistente en cuanto a este tema fundamental.

La importancia de la niñez es algo totalmente explorado, siendo el exponente más notable el padre de la psicología Sigmund Freud, cuya frase más conocida es “infancia es destino”, reafirmando toda la serie de estudios que han hecho otros autores.

Todas las emociones, virtudes, amarguras, carencias, satisfacciones, disciplina y valentía que se adquieren durante la infancia no pueden ser corregidas o quitadas con nada, es decir, la forma en cómo un hombre vivió sus primeros años incide directamente con todo su porvenir.

El problema es que ahora vivimos en una época llena de egoísmo, en donde las personas piensan más en ellas que en sus hijos, situación que es totalmente reprochable. Tenemos el caso de madres y padres solteros, quienes quieren continuar con una vida de universitarios, sin atender a los hijos debidamente, inclusive llevándolos a cohabitar con la nueva pareja o dando prioridad a la pareja, situación que estadísticamente representa un riesgo en cuanto a delitos sexuales, basta recordar a la inocente niña Fátima, asesinada hace una semanas, o los múltiples casos de violaciones cometidas por padrastros.

Algo que también afecta es dejar a los niños a merced de una contemporaneidad que luce muy mal, con esto me refiero a darles un celular o tablet como si fuera una sonaja para entretenerlos, o dejarlos los actuales contenidos televisivos, cuyos contenidos de violencia, sexualidad explicita, cosificación de la mujer y lucha de clases se han intensificados.

También no podemos omitir los embarazos no deseados, después de los cuales surge una paternidad forzada en buena parte de los casos, lo cual desemboca a ver al infante como un estorbo, más que como una ilusión y con el amor supremo que debería existir.

Lamentablemente cada vez más vemos una mala crianza, lo cual desemboca en jóvenes con problemas emocionales, rencores, faltos de valentía y creyendo en los falsos axiomas que se muestran en internet. Aparte de eso tenemos muchos pequeños abusados o violentados, quienes probablemente también repetirán esas nocivas conductas, transformándose de víctimas a victimarios, lo cual crea un panorama muy poco prometedor.

Para terminar volveré a señalar que un hijo requiere la mayor de las responsabilidades, el tenerlo implica un cambio radical de vida, situación que no es una obligación, pero es ahí tener la capacidad de llevar a la realidad un decisión de acceder o no a la paternidad, pero con planeación y voluntad. A los adultos que fueron niños felices los felicito, eso vale más que la más grande de las herencias. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.