/ martes 20 de abril de 2021

Trabajar con la ortografía

A un año de que fueron cerradas las escuelas por la pandemia, no hay fecha para que regresen los estudiantes a las aulas y retomar sus acostumbradas clases, por ahora hay que trabajar en casa y es buena oportunidad para revisar las actividades con la ortografía.

Ahora bien, cómo conducir a los alumnos al aprendizaje de la ortografía de manera más atractiva y dinámica, sin caer en los cientos de obras escritas con tal tema que parten siempre de reglas y ejercicios de rutina y muy pocos de la creatividad innata del ser humano.

Los pedagogos, sugieren que se debe dirigir a los educandos con un concepto experimental cognitivo, es decir que la ortografía se debe aprender escribiendo y reflexionando sobre las palabras adecuadas, así, lo que se ha leído, y no al revés, puede ser recuperado por el escribiente y fijarlo en sus memorias funcionales, motriz y visual, transferirlo a la de largo plazo.

El escribir constantemente hace todo lo demás, por ello es importante que los alumnos trabajen en casa con actividades, que mejoren su ortografía haciendo reflexiones sobre lo que están escribiendo.

De manera tradicional se cree que quién lee mucho, tiene muy buena ortografía y sin embargo investigaciones sobre ello, han mostrado la falsedad de este aserto, pues hay devoradores de libros cuya ortografía deja mucho que desear.

Vieron las palabras, sí; pero casi nunca se dieron la oportunidad de escribirlas, de analizar sus restricciones y de usarlas adecuadamente en la producción personal de sus textos.

Esto no significa que se niegue la importancia de la lectura y la visualización de palabras, pero si el origen de la ortografía es la escritura de la lengua, de sus textos, lógico es pensar un hecho fundamental: escribiendo, no solo viendo o memorizando reglas, se mejora la ortografía.

Por eso, se propone con los alumnos una práctica integradora de la lectura, la conciencia ortográfica de lo que se lee y el sistema de escritura al cual pertenecen las palabras.

Por medio de pequeños cuentos, breves crónicas y poemas de corta dimensión, que intenten ser divertidos, o por lo menos que hagan sonreír sus vericuetos, acaso rebuscados para algunos, se pretende lograr afianzar en el estudiante la escritura acordada por hoy, de las palabras y permitir a la vez, el disfrute de su creatividad.

La ortografía constituye uno de los acuerdos sociales más discutidos en la historia de una lengua. La necesidad de producir textos que retengan las representaciones y visiones del mundo de los usuarios, sus pensamientos, sus sentimientos, sus experiencias, sus emociones, sus argumentos, sus instrucciones, sus conocimientos, etcétera y que puedan ser comprendidos por los lectores, sin confusión, ha hecho que las instituciones denominadas Academias de la Lengua, surgidas para ordenar las variadas escrituras que se han dado y normar idiomáticamente la incontenible variación lingüística, vayan acordando de tiempo en tiempo, ajustes a los cambios que esa variación producida por la dinámica de los hablantes y los escribientes en sus diferentes ámbitos sociales, geográficos, históricos, culturales, se deja sentir en los escritos y en las maneras de hablar de tales usuarios.

Aprender la ortografía académica de manera tradicional lleva a una pérdida de esfuerzos que con otro enfoque, escribiendo textos ingeniosamente, podrían ser divertidos, atrayentes e innovantes.

*Doctor en Educación.

A un año de que fueron cerradas las escuelas por la pandemia, no hay fecha para que regresen los estudiantes a las aulas y retomar sus acostumbradas clases, por ahora hay que trabajar en casa y es buena oportunidad para revisar las actividades con la ortografía.

Ahora bien, cómo conducir a los alumnos al aprendizaje de la ortografía de manera más atractiva y dinámica, sin caer en los cientos de obras escritas con tal tema que parten siempre de reglas y ejercicios de rutina y muy pocos de la creatividad innata del ser humano.

Los pedagogos, sugieren que se debe dirigir a los educandos con un concepto experimental cognitivo, es decir que la ortografía se debe aprender escribiendo y reflexionando sobre las palabras adecuadas, así, lo que se ha leído, y no al revés, puede ser recuperado por el escribiente y fijarlo en sus memorias funcionales, motriz y visual, transferirlo a la de largo plazo.

El escribir constantemente hace todo lo demás, por ello es importante que los alumnos trabajen en casa con actividades, que mejoren su ortografía haciendo reflexiones sobre lo que están escribiendo.

De manera tradicional se cree que quién lee mucho, tiene muy buena ortografía y sin embargo investigaciones sobre ello, han mostrado la falsedad de este aserto, pues hay devoradores de libros cuya ortografía deja mucho que desear.

Vieron las palabras, sí; pero casi nunca se dieron la oportunidad de escribirlas, de analizar sus restricciones y de usarlas adecuadamente en la producción personal de sus textos.

Esto no significa que se niegue la importancia de la lectura y la visualización de palabras, pero si el origen de la ortografía es la escritura de la lengua, de sus textos, lógico es pensar un hecho fundamental: escribiendo, no solo viendo o memorizando reglas, se mejora la ortografía.

Por eso, se propone con los alumnos una práctica integradora de la lectura, la conciencia ortográfica de lo que se lee y el sistema de escritura al cual pertenecen las palabras.

Por medio de pequeños cuentos, breves crónicas y poemas de corta dimensión, que intenten ser divertidos, o por lo menos que hagan sonreír sus vericuetos, acaso rebuscados para algunos, se pretende lograr afianzar en el estudiante la escritura acordada por hoy, de las palabras y permitir a la vez, el disfrute de su creatividad.

La ortografía constituye uno de los acuerdos sociales más discutidos en la historia de una lengua. La necesidad de producir textos que retengan las representaciones y visiones del mundo de los usuarios, sus pensamientos, sus sentimientos, sus experiencias, sus emociones, sus argumentos, sus instrucciones, sus conocimientos, etcétera y que puedan ser comprendidos por los lectores, sin confusión, ha hecho que las instituciones denominadas Academias de la Lengua, surgidas para ordenar las variadas escrituras que se han dado y normar idiomáticamente la incontenible variación lingüística, vayan acordando de tiempo en tiempo, ajustes a los cambios que esa variación producida por la dinámica de los hablantes y los escribientes en sus diferentes ámbitos sociales, geográficos, históricos, culturales, se deja sentir en los escritos y en las maneras de hablar de tales usuarios.

Aprender la ortografía académica de manera tradicional lleva a una pérdida de esfuerzos que con otro enfoque, escribiendo textos ingeniosamente, podrían ser divertidos, atrayentes e innovantes.

*Doctor en Educación.