/ lunes 12 de marzo de 2018

Trump pretende chantajear a México y Canadá con el acero a cambio del TLCAN

LA GUERRA COMERCIAL que acaba de desatar Donald Trump al firmar el jueves pasado el decreto que impone aranceles a sus importaciones de acero en 25 por ciento y de 10 por ciento al aluminio es una más de sus locuras y obsesiones electorales que tendrá un inicio, pero una vez iniciada, será muy difícil de parar, y lo que vendrá será una serie de batallas proteccionistas entre los bloques económicos que desatará una recesión económica mundial y un caos comercial, especialmente con China, de donde provienen las exportaciones desleales de acero y aluminio hacia el mercado norteamericano. El magnate ha declarado, pensando más en su reelección que en la economía estadunidense: “me gustan las guerras comerciales, son fáciles de ganar.

TRUMP TIENE MIEDO de aplicarle esos impuestos de manera directa y quirúrgica a las prácticas comerciales de dumping provenientes de China y de otros países, y está metiendo en líos a la economía estadunidense si las aplica de manera generalizada e indiscriminada a todos los países. Afortunadamente informó que "los aranceles no serán efectivos por al menos otros 15 días, mientras vemos quiénes nos están tratando de manera justa y quiénes no". Un esfuerzo para no desatar una guerra generalizada, sino más selectiva.

EN SU DECRETO DESTACÓ: que debido a la "especial relación" con Canadá y México, socios comerciales con los que se está renegociando actualmente una nueva versión del TLCAN, estos dos países no se verán afectados. "Tengo la impresión de que vamos a alcanzar un acuerdo sobre el TLCAN (...) Si lo logramos, no habrá aranceles para Canadá y México", precisó. Aunque su dicho es interpretativo, si no hay TLCAN, habrá aplicación de aranceles.

TRUMP HA SIDO más cuidadoso en no agredir con tales medidas a todos sus socios comerciales, ha procurado ser más selectivo para no desatar una guerra comercial generalizada; ha escuchado voces como las de Paul Ryan, jefe de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que estaba preocupado de que los planes arancelarios eran demasiado amplios y exponen al país a posibles represalias.

UNA VEZ EXCLUIDOS México y Canadá del decreto arancelario de Trump, nos quedan dos opciones: en la primera habrá que echar al vuelo las campanas y llenarse de regocijo. Y en la segunda, hundirse en una mayor preocupación: ¿a qué costo le quiere cobrar Trump a México y a Canadá la firma del TLCAN, si él lo ha despreciado y maldecido como el peor tratado de libre comercio que tiene Estados Unidos?

EL MAGNATE INMOBILIARIO dice que tiene la impresión de que vamos a alcanzar un acuerdo. Esto nos llevaría a pensar que todas sus tormentosas amenazas contra la desaparición y la cancelación del TLCAN ya han quedado atrás, han sido superadas, igual que su obsesión de corregir el enorme déficit comercial que por 72 mil millones de dólares anuales tiene Estados Unidos con México.

ACASO YA EXISTE un acuerdo milagroso y secreto de que los tres países por fin coincidirán en un nuevo y moderno acuerdo trilateral, luego de que han transcurrido meses de pláticas ociosas que no arrojaban ningún avance, ningún acuerdo, luego de que 30 de los capítulos del TLCAN sólo habían sido resueltos 6 o 7, y la mayoría está empantanada, totalmente atorada. ¿Por qué a estas alturas dice Trump que tiene la impresión de que vamos a alcanzar un acuerdo del TLCAN? ¿Acaso solo es un chantaje más?

INCLUSO LA SÉPTIMA ronda de pláticas que recién concluyó en la ciudad de México, había terminado sin progreso alguno. ¿Sobre qué base Donald Trump se atreve a decir que habrá un acuerdo comercial, y se arriesga a dar un trato preferencial a México y a Canadá, exentándolos del impuesto al cero y al aluminio?

INCLUSO ROBERT LIGHTIZER, el principal negociador de Estados Unidos, declaró justamente al término de la séptima ronda: si es necesario, Estados Unidos podría negociar pactos comerciales bilaterales para remplazar al trilateral, y el tiempo para llegar a un acuerdo se está acabando; no hemos logrado el progreso esperado en las negociaciones para renovar el tratado comercial.

EN EL LADO pesimista habría que imaginar si Donald Trump ha pensado que ha llegado el momento de que México y Canadá se dobleguen a sus caprichos y exigencias dentro del TLCAN, como cambiar las reglas de origen automotriz de 62.5 a 85 por ciento, que el valor de los autos lleve un contenido 50 por ciento norteamericano, que el TLCAN se morirá automáticamente cada cinco años, que México deje de obtener un superávit de 72 mil millones de dólares a costas de la economía estadunidense. Nada ni nadie le asegura a México y a Canadá que el TLCAN no será cancelado por Trump.

ESCÚCHANOS DIARIAMENTE de las 13 a las 14 horas en 1280 de ABC RADIO.

LA GUERRA COMERCIAL que acaba de desatar Donald Trump al firmar el jueves pasado el decreto que impone aranceles a sus importaciones de acero en 25 por ciento y de 10 por ciento al aluminio es una más de sus locuras y obsesiones electorales que tendrá un inicio, pero una vez iniciada, será muy difícil de parar, y lo que vendrá será una serie de batallas proteccionistas entre los bloques económicos que desatará una recesión económica mundial y un caos comercial, especialmente con China, de donde provienen las exportaciones desleales de acero y aluminio hacia el mercado norteamericano. El magnate ha declarado, pensando más en su reelección que en la economía estadunidense: “me gustan las guerras comerciales, son fáciles de ganar.

TRUMP TIENE MIEDO de aplicarle esos impuestos de manera directa y quirúrgica a las prácticas comerciales de dumping provenientes de China y de otros países, y está metiendo en líos a la economía estadunidense si las aplica de manera generalizada e indiscriminada a todos los países. Afortunadamente informó que "los aranceles no serán efectivos por al menos otros 15 días, mientras vemos quiénes nos están tratando de manera justa y quiénes no". Un esfuerzo para no desatar una guerra generalizada, sino más selectiva.

EN SU DECRETO DESTACÓ: que debido a la "especial relación" con Canadá y México, socios comerciales con los que se está renegociando actualmente una nueva versión del TLCAN, estos dos países no se verán afectados. "Tengo la impresión de que vamos a alcanzar un acuerdo sobre el TLCAN (...) Si lo logramos, no habrá aranceles para Canadá y México", precisó. Aunque su dicho es interpretativo, si no hay TLCAN, habrá aplicación de aranceles.

TRUMP HA SIDO más cuidadoso en no agredir con tales medidas a todos sus socios comerciales, ha procurado ser más selectivo para no desatar una guerra comercial generalizada; ha escuchado voces como las de Paul Ryan, jefe de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que estaba preocupado de que los planes arancelarios eran demasiado amplios y exponen al país a posibles represalias.

UNA VEZ EXCLUIDOS México y Canadá del decreto arancelario de Trump, nos quedan dos opciones: en la primera habrá que echar al vuelo las campanas y llenarse de regocijo. Y en la segunda, hundirse en una mayor preocupación: ¿a qué costo le quiere cobrar Trump a México y a Canadá la firma del TLCAN, si él lo ha despreciado y maldecido como el peor tratado de libre comercio que tiene Estados Unidos?

EL MAGNATE INMOBILIARIO dice que tiene la impresión de que vamos a alcanzar un acuerdo. Esto nos llevaría a pensar que todas sus tormentosas amenazas contra la desaparición y la cancelación del TLCAN ya han quedado atrás, han sido superadas, igual que su obsesión de corregir el enorme déficit comercial que por 72 mil millones de dólares anuales tiene Estados Unidos con México.

ACASO YA EXISTE un acuerdo milagroso y secreto de que los tres países por fin coincidirán en un nuevo y moderno acuerdo trilateral, luego de que han transcurrido meses de pláticas ociosas que no arrojaban ningún avance, ningún acuerdo, luego de que 30 de los capítulos del TLCAN sólo habían sido resueltos 6 o 7, y la mayoría está empantanada, totalmente atorada. ¿Por qué a estas alturas dice Trump que tiene la impresión de que vamos a alcanzar un acuerdo del TLCAN? ¿Acaso solo es un chantaje más?

INCLUSO LA SÉPTIMA ronda de pláticas que recién concluyó en la ciudad de México, había terminado sin progreso alguno. ¿Sobre qué base Donald Trump se atreve a decir que habrá un acuerdo comercial, y se arriesga a dar un trato preferencial a México y a Canadá, exentándolos del impuesto al cero y al aluminio?

INCLUSO ROBERT LIGHTIZER, el principal negociador de Estados Unidos, declaró justamente al término de la séptima ronda: si es necesario, Estados Unidos podría negociar pactos comerciales bilaterales para remplazar al trilateral, y el tiempo para llegar a un acuerdo se está acabando; no hemos logrado el progreso esperado en las negociaciones para renovar el tratado comercial.

EN EL LADO pesimista habría que imaginar si Donald Trump ha pensado que ha llegado el momento de que México y Canadá se dobleguen a sus caprichos y exigencias dentro del TLCAN, como cambiar las reglas de origen automotriz de 62.5 a 85 por ciento, que el valor de los autos lleve un contenido 50 por ciento norteamericano, que el TLCAN se morirá automáticamente cada cinco años, que México deje de obtener un superávit de 72 mil millones de dólares a costas de la economía estadunidense. Nada ni nadie le asegura a México y a Canadá que el TLCAN no será cancelado por Trump.

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