/ martes 23 de enero de 2018

Trump, un año después

Justo hace un año, todavía sorprendidos por su inesperada victoria electoral y recién iniciado su mandato en la Presidencia de los Estados Unidos, un grupo de seis periodistas hacíamos un análisis prospectivo sobre el futuro inmediato de Donald Trump.

Los pronósticos fueron de moderados a extremadamente alarmistas. Hubo quien de manera ponderada calculó que el magnate asumiría su papel con prudencia y cabalidad, como lo amerita tan alta responsabilidad. El argumento era que el Trump impulsivo, rijoso, discriminatorio y vociferante había sido útil para ganar el voto, y que ahora veríamos a un presidente mucho más sensato y racional.

Otros teníamos una opinión más escéptica y concluíamos que no había sustento para pensar que Trump pudiera dar un giro sustancial. En esa tesitura hubo incluso comentarios en el sentido de que ya en posesión del timón, las cosas empeorarían al grado de que podría ser víctima de un atentado concebido ya sea de grupos terroristas musulmanes o de radicales de la raza negra.

Muchas historias han ocurrido desde entonces, pero lo cierto es que las predicciones no solo estuvieron erradas, sino que en virtud de lo impredecible del personaje, la mayoría se quedaron cortas o sesgadas.

A un año de asumir el poder del país más importante del mundo, con 39% su nivel de aprobación es el más bajo de cualquier otro mandatario estadounidense.

El suyo es un caso patológico, pero mal haríamos en no tomarlo en serio. Por algo un grupo internacional de acreditados expertos en psicología lo ha declarado “no apto” para gobernar a su país, aunque ese tipo de juicios le importen poco.

Según aparenta, es inmune a las críticas. Las revelaciones y juicios provenientes de los medios informativos más influyentes le son irrelevantes y de ahí su roce permanente con The New York Times, The Washington Post, Newsweek, Time,  la cadena ABC,  o la CNN

Todos mienten. Fake news.

En ese juego de desmentidos y de riña mediática, como colofón a su primer aniversario apareció un libro que recoge 200 testimonios de personas muy cercanas al presidente. La obra se titula Fuego y Furia: dentro de la Casa Blanca de Trump.

Todo un misil.

El autor es Michael Wolff, un periodista de 64 años quien asegura haberlo entrevistado para Hollywood Reporter, y que incluso le solicitó permiso para publicar el libro. Trump, desde luego, lo niega.

La primera edición está agotada, pero pronto habrá otras más con añadidos y nuevas versiones en varios idiomas.

Entre tanto, es de considerarse la opinión del escritor, novelista y analista político Mario Vargas Llosa, quien literalmente escribió:

“Leyendo El fuego y la furia parecería que la vida política de los Estados Unidos sólo atrae a mediocridades irredimibles, ciegos al idealismo y a toda intención altruista o generosa, sin ideas, ni principios, ni valores, ávidos de dinero y poder. Los billonarios juegan un papel central en esta trama y, desde las sombras, mueven los hilos que ponen en acción a parlamentarios, ministros, jueces y burócratas…”.

“Personaje central en este libro es Steve Bannon, el último jefe de campaña de Trump y, se creía, el arquitecto de su victoria. También, algo así como “el teórico” del movimiento. Católico practicante, oficial de la marina por siete años, colaborador y periodista de publicaciones de extrema derecha como Breitbart News, se autodefine como “un nacionalista populista”. Pensaba mal, pero, al menos, en esta manada de iletrados, pensaba. De él provendrían algunos de los caballitos de batalla de Trump: el muro para atajar a los mexicanos, poner fin a la extensión de la salud pública que hizo aprobar Obama (el Obamacare), obligar a las fábricas expatriadas de Estados Unidos a regresar a suelo norteamericano, reducir drásticamente la inmigración, bajar los impuestos a las empresas y reconocer a Jerusalén como capital de Israel”.

“Para desgracia suya, la revista Time lo sacó en la carátula y dijo de él que era el presidente en la sombra. Trump tuvo una rabieta descomunal y comenzó a marginarlo, de modo que Bannon fue perdiendo posiciones dentro del cuerpo de los elegidos, a la vez que la hija y el yerno de Trump, Ivanka y Jared, las ganaban, y lo iban debilitando y, al final, lo despedazaron. Expulsado del paraíso el “ideólogo”, las ideas se eclipsaron de la Administración y el entorno de Trump, y la política quedó reducida al exclusivo pragmatismo, o, en otras palabras, a los caprichosos ucases y a los movimientos táctiles y retráctiles del presidente. ¡Pobre país!”

“Aunque creo que la descripción que hace Michael Wolff es exagerada y caricatural y leer su libro una pérdida de tiempo, por desgracia también hay algo de todo aquello en la presidencia de Trump. Es probable que jamás en su historia Estados Unidos se haya empobrecido política e intelectualmente tanto como durante esta Administración. Eso es grave para el país, pero lo es todavía más para el Occidente democrático y liberal, cuyo líder y guía va dejando de serlo cada día más”.

Justo hace un año, todavía sorprendidos por su inesperada victoria electoral y recién iniciado su mandato en la Presidencia de los Estados Unidos, un grupo de seis periodistas hacíamos un análisis prospectivo sobre el futuro inmediato de Donald Trump.

Los pronósticos fueron de moderados a extremadamente alarmistas. Hubo quien de manera ponderada calculó que el magnate asumiría su papel con prudencia y cabalidad, como lo amerita tan alta responsabilidad. El argumento era que el Trump impulsivo, rijoso, discriminatorio y vociferante había sido útil para ganar el voto, y que ahora veríamos a un presidente mucho más sensato y racional.

Otros teníamos una opinión más escéptica y concluíamos que no había sustento para pensar que Trump pudiera dar un giro sustancial. En esa tesitura hubo incluso comentarios en el sentido de que ya en posesión del timón, las cosas empeorarían al grado de que podría ser víctima de un atentado concebido ya sea de grupos terroristas musulmanes o de radicales de la raza negra.

Muchas historias han ocurrido desde entonces, pero lo cierto es que las predicciones no solo estuvieron erradas, sino que en virtud de lo impredecible del personaje, la mayoría se quedaron cortas o sesgadas.

A un año de asumir el poder del país más importante del mundo, con 39% su nivel de aprobación es el más bajo de cualquier otro mandatario estadounidense.

El suyo es un caso patológico, pero mal haríamos en no tomarlo en serio. Por algo un grupo internacional de acreditados expertos en psicología lo ha declarado “no apto” para gobernar a su país, aunque ese tipo de juicios le importen poco.

Según aparenta, es inmune a las críticas. Las revelaciones y juicios provenientes de los medios informativos más influyentes le son irrelevantes y de ahí su roce permanente con The New York Times, The Washington Post, Newsweek, Time,  la cadena ABC,  o la CNN

Todos mienten. Fake news.

En ese juego de desmentidos y de riña mediática, como colofón a su primer aniversario apareció un libro que recoge 200 testimonios de personas muy cercanas al presidente. La obra se titula Fuego y Furia: dentro de la Casa Blanca de Trump.

Todo un misil.

El autor es Michael Wolff, un periodista de 64 años quien asegura haberlo entrevistado para Hollywood Reporter, y que incluso le solicitó permiso para publicar el libro. Trump, desde luego, lo niega.

La primera edición está agotada, pero pronto habrá otras más con añadidos y nuevas versiones en varios idiomas.

Entre tanto, es de considerarse la opinión del escritor, novelista y analista político Mario Vargas Llosa, quien literalmente escribió:

“Leyendo El fuego y la furia parecería que la vida política de los Estados Unidos sólo atrae a mediocridades irredimibles, ciegos al idealismo y a toda intención altruista o generosa, sin ideas, ni principios, ni valores, ávidos de dinero y poder. Los billonarios juegan un papel central en esta trama y, desde las sombras, mueven los hilos que ponen en acción a parlamentarios, ministros, jueces y burócratas…”.

“Personaje central en este libro es Steve Bannon, el último jefe de campaña de Trump y, se creía, el arquitecto de su victoria. También, algo así como “el teórico” del movimiento. Católico practicante, oficial de la marina por siete años, colaborador y periodista de publicaciones de extrema derecha como Breitbart News, se autodefine como “un nacionalista populista”. Pensaba mal, pero, al menos, en esta manada de iletrados, pensaba. De él provendrían algunos de los caballitos de batalla de Trump: el muro para atajar a los mexicanos, poner fin a la extensión de la salud pública que hizo aprobar Obama (el Obamacare), obligar a las fábricas expatriadas de Estados Unidos a regresar a suelo norteamericano, reducir drásticamente la inmigración, bajar los impuestos a las empresas y reconocer a Jerusalén como capital de Israel”.

“Para desgracia suya, la revista Time lo sacó en la carátula y dijo de él que era el presidente en la sombra. Trump tuvo una rabieta descomunal y comenzó a marginarlo, de modo que Bannon fue perdiendo posiciones dentro del cuerpo de los elegidos, a la vez que la hija y el yerno de Trump, Ivanka y Jared, las ganaban, y lo iban debilitando y, al final, lo despedazaron. Expulsado del paraíso el “ideólogo”, las ideas se eclipsaron de la Administración y el entorno de Trump, y la política quedó reducida al exclusivo pragmatismo, o, en otras palabras, a los caprichosos ucases y a los movimientos táctiles y retráctiles del presidente. ¡Pobre país!”

“Aunque creo que la descripción que hace Michael Wolff es exagerada y caricatural y leer su libro una pérdida de tiempo, por desgracia también hay algo de todo aquello en la presidencia de Trump. Es probable que jamás en su historia Estados Unidos se haya empobrecido política e intelectualmente tanto como durante esta Administración. Eso es grave para el país, pero lo es todavía más para el Occidente democrático y liberal, cuyo líder y guía va dejando de serlo cada día más”.