/ miércoles 3 de enero de 2018

Un año que promete y advierte

Este 2017 fue un año peculiar, un año donde existieron tropiezos, se dieron aprendizajes, se brindaron oportunidades y muchos momentos y retos se consolidaron en logros, un año de intensas pruebas de entrenamiento para nuestra nación, un año de preparación para una carrera que trasciende en el tiempo, un año marcado por las glorias y su legado.

El año pasado fue de incertidumbres y este tendrá la suerte de desenlaces. A decir verdad, El 2018 promete pero que también advierte, pues más allá de los parteaguas electorales de polarización a los que se enfrentará nuestra sociedad y patria en los próximos meses, existen otros procesos que marcarán contundentemente el rumbo nacional.

En materia económica específicamente serán tres los hitos que marcarán la agenda por la incertidumbre que producen. El primero de ellos será la culminación de las renegociaciones del Tratado comercial tripartita de america del norte, pues este de ser benéfico para las tres naciones -incluyendo la nuestra- será un detonador del desarrollo brindando parte de la estabilidad, puesto que lo ríspido del contexto donde se ha venido marcando la agenda de trabajo ha generado volatilidad que traspasa la barrera de los mercados de los tres estados nación.

Esta incertidumbre y el posible desenlace negativo -de último momento- de las negociaciones puede afectar la estructura económica globalizada de nuestra nación de manera contundente, lo cual a ciencia cierta se vería reflejado en lo inmediato en las paridades monetarias y en el 2019 en el ingreso nacional.

A su vez, el segundo hito -que ya está aprobado y tiene mucho que ver con el primero- es la reforma fiscal del país de las franjas y las estrellas, instrumento que de manera directa afrenta el interés de los inversionistas internacionales con la posibilidad de capitalizar sus inversiones en nuestro país, ya que con éste se disminuyeron las cargas tributarias a las que se ven obligados.

Cuestión que viene a afectar directamente el relativo interés de invertir en otras naciones, ya que una reducción de un 10% no parece nada despreciable. Esto se convierte en un problema serio para nuestra nación, cuando la mayoría de capitales extranjeros provienen de Estados Unidos de Norteamérica. El lado bueno, aunque personalmente no comulgo con él, es que aún con la disminución los empresarios norteamericanos aún pagarían más por las deducciones y eso vuelve menos irresistible la oferta de regreso al origen de Norteamérica.

El tercer punto, que trastoca lo económico, lo social y hasta estructural de nuestra nación, son las elecciones presidenciales. Mismas que serán las más grandes en la historia mexicana, no solo por la cantidad de puestos a elegir si no, por la trascendencia de las mismas. Estas han generado incertidumbre, volatilidad e incluso conflicto -aún antes de arrancar formalmente- las propuestas de los candidatos polarizan México en todos los aspectos, algunas irreales, otras increíbles, algunas escandalizantes y otras de continuidad, vienen a pintar un panorama que pone en riesgo la seguridad -e identidad- nacional.

Lo anterior, está alejando a los capitales, que si bien, confían en una continuidad en la agenda de reformas estructurales, guardan reservas postergando por las amenazas del populismo. A decir verdad, ¿Quién invertiría en una nación que amenaza con desconocerlo? ¿Quién dejaría su patrimonio en un lugar donde exista opción de perderlo todo?.

En lo social y estructural, el enfrentamiento es una guerra sin cuartel, pues las ideologías políticas que se han alimentado como fuego con leña, remarcan la división y las brechas entre las y los mexicanos. Polarizan y conflictúan, rompen y dividen.

Es por ello, que la manera de enfrentar los retos venideros es la más confiable y efectiva en la historia de nuestro país; la unidad, pues si bien aquí solo mencioné algunas de las afrentas, el resultado de combatirlas como uno solo será el mejor para México. Habrá que darle continuidad a los resultados y sin duda, en un contexto internacional de peligro, habrá que darle la espalda a lo que no abona para nuestra patria.

Puesto que esta generación diferente tiene la más alta responsabilidad de buscar el bienestar y desarrollo sin dejar a nadie atrás, es que habrá que fomentar esa unión que crea la fuerza. Esa cohesión, que desde el principio de nuestra historia, nos ha sacado victoriosos de todos los obstáculos a los que nos enfrentamos, esa mexicanidad que nos distingue como familia en un país de muchos que atiende lo apremiante como uno solo.

*Coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal.

Este 2017 fue un año peculiar, un año donde existieron tropiezos, se dieron aprendizajes, se brindaron oportunidades y muchos momentos y retos se consolidaron en logros, un año de intensas pruebas de entrenamiento para nuestra nación, un año de preparación para una carrera que trasciende en el tiempo, un año marcado por las glorias y su legado.

El año pasado fue de incertidumbres y este tendrá la suerte de desenlaces. A decir verdad, El 2018 promete pero que también advierte, pues más allá de los parteaguas electorales de polarización a los que se enfrentará nuestra sociedad y patria en los próximos meses, existen otros procesos que marcarán contundentemente el rumbo nacional.

En materia económica específicamente serán tres los hitos que marcarán la agenda por la incertidumbre que producen. El primero de ellos será la culminación de las renegociaciones del Tratado comercial tripartita de america del norte, pues este de ser benéfico para las tres naciones -incluyendo la nuestra- será un detonador del desarrollo brindando parte de la estabilidad, puesto que lo ríspido del contexto donde se ha venido marcando la agenda de trabajo ha generado volatilidad que traspasa la barrera de los mercados de los tres estados nación.

Esta incertidumbre y el posible desenlace negativo -de último momento- de las negociaciones puede afectar la estructura económica globalizada de nuestra nación de manera contundente, lo cual a ciencia cierta se vería reflejado en lo inmediato en las paridades monetarias y en el 2019 en el ingreso nacional.

A su vez, el segundo hito -que ya está aprobado y tiene mucho que ver con el primero- es la reforma fiscal del país de las franjas y las estrellas, instrumento que de manera directa afrenta el interés de los inversionistas internacionales con la posibilidad de capitalizar sus inversiones en nuestro país, ya que con éste se disminuyeron las cargas tributarias a las que se ven obligados.

Cuestión que viene a afectar directamente el relativo interés de invertir en otras naciones, ya que una reducción de un 10% no parece nada despreciable. Esto se convierte en un problema serio para nuestra nación, cuando la mayoría de capitales extranjeros provienen de Estados Unidos de Norteamérica. El lado bueno, aunque personalmente no comulgo con él, es que aún con la disminución los empresarios norteamericanos aún pagarían más por las deducciones y eso vuelve menos irresistible la oferta de regreso al origen de Norteamérica.

El tercer punto, que trastoca lo económico, lo social y hasta estructural de nuestra nación, son las elecciones presidenciales. Mismas que serán las más grandes en la historia mexicana, no solo por la cantidad de puestos a elegir si no, por la trascendencia de las mismas. Estas han generado incertidumbre, volatilidad e incluso conflicto -aún antes de arrancar formalmente- las propuestas de los candidatos polarizan México en todos los aspectos, algunas irreales, otras increíbles, algunas escandalizantes y otras de continuidad, vienen a pintar un panorama que pone en riesgo la seguridad -e identidad- nacional.

Lo anterior, está alejando a los capitales, que si bien, confían en una continuidad en la agenda de reformas estructurales, guardan reservas postergando por las amenazas del populismo. A decir verdad, ¿Quién invertiría en una nación que amenaza con desconocerlo? ¿Quién dejaría su patrimonio en un lugar donde exista opción de perderlo todo?.

En lo social y estructural, el enfrentamiento es una guerra sin cuartel, pues las ideologías políticas que se han alimentado como fuego con leña, remarcan la división y las brechas entre las y los mexicanos. Polarizan y conflictúan, rompen y dividen.

Es por ello, que la manera de enfrentar los retos venideros es la más confiable y efectiva en la historia de nuestro país; la unidad, pues si bien aquí solo mencioné algunas de las afrentas, el resultado de combatirlas como uno solo será el mejor para México. Habrá que darle continuidad a los resultados y sin duda, en un contexto internacional de peligro, habrá que darle la espalda a lo que no abona para nuestra patria.

Puesto que esta generación diferente tiene la más alta responsabilidad de buscar el bienestar y desarrollo sin dejar a nadie atrás, es que habrá que fomentar esa unión que crea la fuerza. Esa cohesión, que desde el principio de nuestra historia, nos ha sacado victoriosos de todos los obstáculos a los que nos enfrentamos, esa mexicanidad que nos distingue como familia en un país de muchos que atiende lo apremiante como uno solo.

*Coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal.