/ viernes 13 de marzo de 2020

Un día sin ellas

Estoy escribiendo este artículo el mismo lunes 9 de marzo, en donde “nadie se mueve”. Son las 8 de la noche y un silencio sepulcral reina en la calle, como lo fue durante todo el día. Lulú, mi asistente en la casa, no llegó y Carmen, mi asistente en la oficina, tampoco. Salí a la calle a las 10:30 de la mañana para ir a dar mis clases a la Libre de Derecho y las calles se notaban semivacías de automóviles y de mujeres peatones. Llegué a la escuela y casi estaba vacía, tan solo uno que otro alumno en la entrada. En el salón, solo 13 alumnos se encontraban, todos hombres. Aproveché la ocasión para hacer entre todos un ejercicio de reflexión y el común denominador fue su ausencia. Se notaba, pero sobre todo se sentía. En la segunda hora, con el otro salón no fue diferente. Solo nueve alumnos, que expresaron temor por la ausencia de sus compañeras y que esto no solo fuera un ejercicio de reflexión sino una trágica realidad, lo cual me estremeció.

¿Qué significaría no volver a ver a nuestra madre, a nuestra hermana, a nuestra maestra, a nuestra novia, a nuestra esposa o a nuestra amiga o compañera? ¡La muerte en vida! ¡Y pensar que esto está sucediendo en 3 de cada 10 hogares en México, que nadie está a salvo de ello y que no existe una política gubernamental firme y decidida para combatir este flagelo en contra de las mujeres! No es tiempo, señores, de poner más cámaras de foto multas, es tiempo de poner más cámaras de vigilancia en las calles y avenidas, tengan conciencia y sentido común.

Hoy ante su ausencia en mi cotidianeidad, reflexioné, ¡cómo las necesitamos! Para amar, para trabajar, para estudiar… ¡para vivir! Creo que con este ejercicio inédito, más que nunca deberían convertirse en políticas públicas las virtudes privadas de las mujeres. De igual manera creo que nuestro yan también es nuestro yin. Tal vez estos movimientos forman parte de un proceso evolutivo que pueda evitarnos seguir el camino de destrucción de los dinosaurios. “Si satyagraha ha de ser el modo del futuro – decía Gandhi- entonces el futuro pertenece a las mujeres”-

Lo que hicieron “las brujas del mar” nos mueve necesariamente a pensar. De ninguna manera son movimientos conservadores o neoliberales, eso es absurdo; tampoco son movimientos políticos o contra el hombre, pues la pretensión es contra la violencia y la carencia de equidad. Yo creo que es un movimiento inteligente que viene a borrar las actitudes de encogimiento y manipulación del pasado. Por ahora, las mujeres luchan por su seguridad y por equidad, que es, como dijera Platón, la justicia en el caso concreto, pero ante el escenario de las calles desiertas, de las oficinas y comercios vacíos, de las redes sociales calladas y de su notoria ausencia, tenemos necesariamente que meditar en lo que sigue, y considero que esto da pauta para aprender a usar abiertamente su poder social. Un poder integrador que reúna el amor y la inteligencia; la maternidad y el trabajo; la comunidad y la intimidad. Un poder que nos integre a mujeres y hombres, porque en última instancia ambos hemos sido víctimas de la historia, en donde nos asignaron papeles muy estrechos. Nuestra evolución espiritual nos tiene que llevar a la integración, no a la separación. Unas y otros nos necesitamos, nos complementamos, nos hacemos humanos. Yo soy tú y tú eres yo. Si pudiéramos entender que venimos de otras vidas en donde experimentamos el otro sexo, nuestras perspectivas y prioridades cambiarían para siempre.

Hoy, ante tu ausencia comprendí que te necesito así… MUJER. Que no debes copiar al hombre, que seas fiel a ti misma, que no adoptes poses ni formas masculinas y que nos complementemos ambos con nuestras fortalezas, para lograr juntos un poder integrador y empezar a construir un mundo nuevo, que ya es urgente.

Gracias Puebla.

Estoy escribiendo este artículo el mismo lunes 9 de marzo, en donde “nadie se mueve”. Son las 8 de la noche y un silencio sepulcral reina en la calle, como lo fue durante todo el día. Lulú, mi asistente en la casa, no llegó y Carmen, mi asistente en la oficina, tampoco. Salí a la calle a las 10:30 de la mañana para ir a dar mis clases a la Libre de Derecho y las calles se notaban semivacías de automóviles y de mujeres peatones. Llegué a la escuela y casi estaba vacía, tan solo uno que otro alumno en la entrada. En el salón, solo 13 alumnos se encontraban, todos hombres. Aproveché la ocasión para hacer entre todos un ejercicio de reflexión y el común denominador fue su ausencia. Se notaba, pero sobre todo se sentía. En la segunda hora, con el otro salón no fue diferente. Solo nueve alumnos, que expresaron temor por la ausencia de sus compañeras y que esto no solo fuera un ejercicio de reflexión sino una trágica realidad, lo cual me estremeció.

¿Qué significaría no volver a ver a nuestra madre, a nuestra hermana, a nuestra maestra, a nuestra novia, a nuestra esposa o a nuestra amiga o compañera? ¡La muerte en vida! ¡Y pensar que esto está sucediendo en 3 de cada 10 hogares en México, que nadie está a salvo de ello y que no existe una política gubernamental firme y decidida para combatir este flagelo en contra de las mujeres! No es tiempo, señores, de poner más cámaras de foto multas, es tiempo de poner más cámaras de vigilancia en las calles y avenidas, tengan conciencia y sentido común.

Hoy ante su ausencia en mi cotidianeidad, reflexioné, ¡cómo las necesitamos! Para amar, para trabajar, para estudiar… ¡para vivir! Creo que con este ejercicio inédito, más que nunca deberían convertirse en políticas públicas las virtudes privadas de las mujeres. De igual manera creo que nuestro yan también es nuestro yin. Tal vez estos movimientos forman parte de un proceso evolutivo que pueda evitarnos seguir el camino de destrucción de los dinosaurios. “Si satyagraha ha de ser el modo del futuro – decía Gandhi- entonces el futuro pertenece a las mujeres”-

Lo que hicieron “las brujas del mar” nos mueve necesariamente a pensar. De ninguna manera son movimientos conservadores o neoliberales, eso es absurdo; tampoco son movimientos políticos o contra el hombre, pues la pretensión es contra la violencia y la carencia de equidad. Yo creo que es un movimiento inteligente que viene a borrar las actitudes de encogimiento y manipulación del pasado. Por ahora, las mujeres luchan por su seguridad y por equidad, que es, como dijera Platón, la justicia en el caso concreto, pero ante el escenario de las calles desiertas, de las oficinas y comercios vacíos, de las redes sociales calladas y de su notoria ausencia, tenemos necesariamente que meditar en lo que sigue, y considero que esto da pauta para aprender a usar abiertamente su poder social. Un poder integrador que reúna el amor y la inteligencia; la maternidad y el trabajo; la comunidad y la intimidad. Un poder que nos integre a mujeres y hombres, porque en última instancia ambos hemos sido víctimas de la historia, en donde nos asignaron papeles muy estrechos. Nuestra evolución espiritual nos tiene que llevar a la integración, no a la separación. Unas y otros nos necesitamos, nos complementamos, nos hacemos humanos. Yo soy tú y tú eres yo. Si pudiéramos entender que venimos de otras vidas en donde experimentamos el otro sexo, nuestras perspectivas y prioridades cambiarían para siempre.

Hoy, ante tu ausencia comprendí que te necesito así… MUJER. Que no debes copiar al hombre, que seas fiel a ti misma, que no adoptes poses ni formas masculinas y que nos complementemos ambos con nuestras fortalezas, para lograr juntos un poder integrador y empezar a construir un mundo nuevo, que ya es urgente.

Gracias Puebla.