/ viernes 20 de diciembre de 2019

Una nueva generación

En México, lo impensable está sucediendo.

A bote pronto, todo indica que es por el cambio de época que vivimos y que muchos pasamos hechos importantes inadvertidos.

Por ejemplo, no veíamos a jóvenes mujeres de todos los sectores sociales, embozadas o no, marchando por las calles de las ciudades mexicanas exigiendo que se respeten sus derechos y que acabe el hostigamiento y la violencia en su contra.

En este año, que está por terminar, hemos visto una manifestación de protesta de jóvenes de estratos sociales altos que reclaman sus derechos en una universidad de excelencia académica como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), después del suicidio de una compañera, quien con su muerte catalizó los problemas estructurales que padecen, seguramente, muchas instituciones de educación superior públicas y privadas.

El tema no puede ignorarse y menos descalificarse bajo el argumento de que es un problema de “Fifis”, porque son jóvenes mexicanos que levantan la voz ante problemas que uno supone no enfrentan porque tienen económicamente todo resuelto, ya que sus padres pagan un promedio de 100 mil pesos semestrales por su educación.

Su caso es similar al de millones de jóvenes mexicanos que viven en medio de la angustia que genera la feroz competencia y la incertidumbre de su futuro laboral.

Son los que tienen que recurrir a estimulantes legales o ilegales para enfrentar una realidad inquietante donde no todo se resuelve con dinero, por ejemplo la inseguridad que arrasa parejo sin estar enderezada solo contra quienes tienen dinero.

De que la juventud mexicana cambió, no hay duda.

El siguiente es un ejemplo de ello y de que esto no lo detiene nadie.

Bajo el título “La cultura de la alta exigencia universitaria en México, a examen. Dos suicidios en un mes movilizan a los estudiantes del prestigioso Instituto Tecnológico Autónomo de México y abren un debate sobre la salud mental”, el periodista Elías Camhaji publicó en el diario El País el pasado 16 de diciembre una de las mejores crónicas de lo sucedido.

“Nunca antes hubo tantos girasoles en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) como el viernes 13 de diciembre. Amigos, compañeros y profesores dejaban uno a uno los ramos en la plaza roja, el punto de encuentro más concurrido de la universidad privada, una de las más reputadas de México.

“El gesto era para recordar a Fernanda Michua, una estudiante de 20 años que se suicidó el 11 de diciembre. El homenaje con flores negras y amarillas, las favoritas de Fernanda, comenzó en silencio.

“El dolor y la tristeza lo atravesaron todo. Cientos de miradas estaban clavadas en el vacío. Algunos se fundían en un abrazo para no llorar. Otros temblaban de rabia y de miedo. Casi todos eran jovencísimos”.

Todo empezó en “las benditas” redes sociales horas antes para romper ese silencio: “la presión de tener éxito, la competencia descarnada, los casos de violaciones y acoso sexual no resueltos, la ansiedad, las drogas, la depresión y los excesos que vivían al pertenecer a uno de los centros de estudios más exigentes del país”.

No era el primer caso, en noviembre, Diego, otro estudiante del ITAM, se suicidó.

“Dos suicidios en menos de un mes desataron la indignación de los alumnos.

“Y fueron ellos mismos quienes pusieron en el punto de mira la crisis de salud mental que azota a los estudiantes de la universidad. "¡No es normal!", gritó uno de ellos. "¡No es normal, no es normal, no es normal!", coreaban. Problemas social que no es exclusivo de instituciones como el ITAM y que enfrentan otras instituciones públicas y privadas.

“Se tomaron de las manos, se desahogaron y protestaron juntos. Nunca antes en la historia de la institución se había visto algo así. Fue el pasado viernes, justo a la mitad del periodo de exámenes finales, en el punto más álgido de las presiones del semestre, cuando los estudiantes dijeron basta.

"En otoño de 2018 intenté suicidarme por la escuela y por otros factores de mi vida. Levante la mano quien ha intentado suicidarse en esta universidad", cuestionó otro estudiante. Segundos después varios asistentes levantaron el brazo.

El problema no ha concluido, hubo un paro activo de los estudiantes y se han reunido con el rector quien anunció la creación de una Dirección de Asuntos Estudiantiles para darles atención psicológica gratuita, pero eso no quedará ahí, en enero hay posibilidades de una huelga, sí de una huelga estudiantil en el ITAM con el respaldo mayoritario de su comunidad.

"Muchos tenían miedo a alzar la voz, los casos de acoso son silenciados, los trastornos mentales son cotidianos y están normalizados, las autoridades nunca tomaron acciones por iniciativa propia, reclama en entrevista una alumna de 23 años que participó en la organización de las protestas y que pide que no se divulgue su nombre.

“Nueve de cada diez estudiantes del ITAM presentan altos niveles de ansiedad y más de la mitad padecen problemas psicológicos clínicamente significativos, de acuerdo con los datos de una ronda de chequeos psicológicos de Casa Grana, una clínica especializada que trabaja con la universidad, a los que tuvo acceso EL PAÍS y en el que participaron el año pasado más de un centenar de alumnos. “El 95% considera de buena a moderada su calidad de vida, lo que indica que para la mayoría "sentir ansiedad y malestar psicológico es una condición que se ha normalizado", advierte Casa Grana”.

Los jóvenes mexicanos enfrentan la realidad y son críticos de la autoridad que para empezar le impone sus condiciones sin acercarse a ellos, escucharlos y ver qué es lo que necesitan.

Quizá todo empieza con sus relaciones familiares, pero fuera de la casa la inseguridad galopante, la incertidumbre por su futuro ante la alta competencia que les exige cada día más para ser exitosos o el camino fácil de caer en actos ilegales, están generando ansiedad, depresión y problemas de salud mental en el sector que es el futuro de México, una nueva generación.

Lo impensable está sucediendo.

De las anécdotas que se cuentan

Estamos a unos días de que se cumpla un año del asesinato de la gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo el senador Rafael Moreno Valle.

Los hechos lo confirman, el morenovallismo murió, también, ese día.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto

En México, lo impensable está sucediendo.

A bote pronto, todo indica que es por el cambio de época que vivimos y que muchos pasamos hechos importantes inadvertidos.

Por ejemplo, no veíamos a jóvenes mujeres de todos los sectores sociales, embozadas o no, marchando por las calles de las ciudades mexicanas exigiendo que se respeten sus derechos y que acabe el hostigamiento y la violencia en su contra.

En este año, que está por terminar, hemos visto una manifestación de protesta de jóvenes de estratos sociales altos que reclaman sus derechos en una universidad de excelencia académica como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), después del suicidio de una compañera, quien con su muerte catalizó los problemas estructurales que padecen, seguramente, muchas instituciones de educación superior públicas y privadas.

El tema no puede ignorarse y menos descalificarse bajo el argumento de que es un problema de “Fifis”, porque son jóvenes mexicanos que levantan la voz ante problemas que uno supone no enfrentan porque tienen económicamente todo resuelto, ya que sus padres pagan un promedio de 100 mil pesos semestrales por su educación.

Su caso es similar al de millones de jóvenes mexicanos que viven en medio de la angustia que genera la feroz competencia y la incertidumbre de su futuro laboral.

Son los que tienen que recurrir a estimulantes legales o ilegales para enfrentar una realidad inquietante donde no todo se resuelve con dinero, por ejemplo la inseguridad que arrasa parejo sin estar enderezada solo contra quienes tienen dinero.

De que la juventud mexicana cambió, no hay duda.

El siguiente es un ejemplo de ello y de que esto no lo detiene nadie.

Bajo el título “La cultura de la alta exigencia universitaria en México, a examen. Dos suicidios en un mes movilizan a los estudiantes del prestigioso Instituto Tecnológico Autónomo de México y abren un debate sobre la salud mental”, el periodista Elías Camhaji publicó en el diario El País el pasado 16 de diciembre una de las mejores crónicas de lo sucedido.

“Nunca antes hubo tantos girasoles en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) como el viernes 13 de diciembre. Amigos, compañeros y profesores dejaban uno a uno los ramos en la plaza roja, el punto de encuentro más concurrido de la universidad privada, una de las más reputadas de México.

“El gesto era para recordar a Fernanda Michua, una estudiante de 20 años que se suicidó el 11 de diciembre. El homenaje con flores negras y amarillas, las favoritas de Fernanda, comenzó en silencio.

“El dolor y la tristeza lo atravesaron todo. Cientos de miradas estaban clavadas en el vacío. Algunos se fundían en un abrazo para no llorar. Otros temblaban de rabia y de miedo. Casi todos eran jovencísimos”.

Todo empezó en “las benditas” redes sociales horas antes para romper ese silencio: “la presión de tener éxito, la competencia descarnada, los casos de violaciones y acoso sexual no resueltos, la ansiedad, las drogas, la depresión y los excesos que vivían al pertenecer a uno de los centros de estudios más exigentes del país”.

No era el primer caso, en noviembre, Diego, otro estudiante del ITAM, se suicidó.

“Dos suicidios en menos de un mes desataron la indignación de los alumnos.

“Y fueron ellos mismos quienes pusieron en el punto de mira la crisis de salud mental que azota a los estudiantes de la universidad. "¡No es normal!", gritó uno de ellos. "¡No es normal, no es normal, no es normal!", coreaban. Problemas social que no es exclusivo de instituciones como el ITAM y que enfrentan otras instituciones públicas y privadas.

“Se tomaron de las manos, se desahogaron y protestaron juntos. Nunca antes en la historia de la institución se había visto algo así. Fue el pasado viernes, justo a la mitad del periodo de exámenes finales, en el punto más álgido de las presiones del semestre, cuando los estudiantes dijeron basta.

"En otoño de 2018 intenté suicidarme por la escuela y por otros factores de mi vida. Levante la mano quien ha intentado suicidarse en esta universidad", cuestionó otro estudiante. Segundos después varios asistentes levantaron el brazo.

El problema no ha concluido, hubo un paro activo de los estudiantes y se han reunido con el rector quien anunció la creación de una Dirección de Asuntos Estudiantiles para darles atención psicológica gratuita, pero eso no quedará ahí, en enero hay posibilidades de una huelga, sí de una huelga estudiantil en el ITAM con el respaldo mayoritario de su comunidad.

"Muchos tenían miedo a alzar la voz, los casos de acoso son silenciados, los trastornos mentales son cotidianos y están normalizados, las autoridades nunca tomaron acciones por iniciativa propia, reclama en entrevista una alumna de 23 años que participó en la organización de las protestas y que pide que no se divulgue su nombre.

“Nueve de cada diez estudiantes del ITAM presentan altos niveles de ansiedad y más de la mitad padecen problemas psicológicos clínicamente significativos, de acuerdo con los datos de una ronda de chequeos psicológicos de Casa Grana, una clínica especializada que trabaja con la universidad, a los que tuvo acceso EL PAÍS y en el que participaron el año pasado más de un centenar de alumnos. “El 95% considera de buena a moderada su calidad de vida, lo que indica que para la mayoría "sentir ansiedad y malestar psicológico es una condición que se ha normalizado", advierte Casa Grana”.

Los jóvenes mexicanos enfrentan la realidad y son críticos de la autoridad que para empezar le impone sus condiciones sin acercarse a ellos, escucharlos y ver qué es lo que necesitan.

Quizá todo empieza con sus relaciones familiares, pero fuera de la casa la inseguridad galopante, la incertidumbre por su futuro ante la alta competencia que les exige cada día más para ser exitosos o el camino fácil de caer en actos ilegales, están generando ansiedad, depresión y problemas de salud mental en el sector que es el futuro de México, una nueva generación.

Lo impensable está sucediendo.

De las anécdotas que se cuentan

Estamos a unos días de que se cumpla un año del asesinato de la gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo el senador Rafael Moreno Valle.

Los hechos lo confirman, el morenovallismo murió, también, ese día.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto