/ viernes 26 de junio de 2020

Una serie de desencuentros marcó la relación Barbosa-Rivera en 2018

Ya se supo.

Es inevitable no recurrir a la grilla política, como pide el mandatario estatal, cuando se trata de descifrar el comienzo de la mala relación que ahora mismo sostienen el gobernador Miguel Barbosa Huerta y la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco.

Si de por sí no había, dígase, la mejor química entre ellos, cuando fueron candidatos en la contienda electoral de 2018, porque una era morenista pura y el otro no, sino desertor del PRD, las diferencias se incrementaron y se volvieron prácticamente insalvables, como se mira hoy, después de la jornada electoral del 1 de julio de ese año.

El asunto que sirvió para dinamitar la comunicación entre los dos fueron las palabras que Rivera expresó, precisamente, a EL SOL DE PUEBLA, en una entrevista, y que daban cuenta del tipo de comunicación que sostendría con Martha Erika Alonso, en caso de que la impugnación presentada por Barbosa fracasara, como ocurrió.

Esa vez, Rivera sostuvo que mantendría una relación de respeto, cordial e institucional, aunque aclaró que pugnaría por el respeto a su gobierno y explicó que eso lo conseguiría gracias a que Morena había conseguido la mayoría en el Congreso local y a que el mismo partido, con López Obrador, se había hecho de la presidencia de la república.

Pese a la segunda parte de las declaraciones, que hacían énfasis en la defensa de la autonomía municipal, Barbosa solo puso atención en la primera, y se enfadó –al parecer de por vida—con la primera regidora del ayuntamiento de Puebla.

¿Qué esperaba Barbosa que Rivera dijera?

Quizá, y esa ya es una mera especulación que se baraja entre los muros del palacio municipal, que no iba a sostener ningún tipo de contacto con un gobierno del estado espurio, encabezado por una persona que había llegado al poder cometiéndole fraude al abanderado de Morena, es decir, a Barbosa.

No lo hizo.

En lugar de eso, como presidenta municipal electa se fue una semana a Nueva York y Washington, en los primeros días de septiembre, con Luis Banck Serrato, entonces edil en funciones, en una suerte de gira de trabajo que habría servido de recorrido de relaciones públicas para la futura alcaldesa.

El tour del morenovallista con la morenista terminó por aniquilar en el ánimo de Miguel Barbosa cualquier tipo de reconciliación con la edil electa.

Barbosa esperaba un apoyo extremo a la lucha de resistencia que realizaba a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Para colmo, o a manera de remate, no fue invitado por la edil a su toma de protesta en Palacio Municipal, el 15 de octubre de 2018.

Una serie de desencuentros y malentendidos ocurrida durante ese año llevó a lo que sucede en estos días, a ver y escuchar que tanto uno como otro se lanzan torpedos discursivos sin rubor ni ocultamiento.

Él la acusa de traidora, por supuestamente haberse vendido a los intereses de Rafael Moreno Valle y su esposa Martha Erika en los comicios de 2018.

Ella solo espera que los cambios de dirigencia que se cocinan al interior de Morena la fortalezcan, para enfrentar la embestida que se viene.

La grilla, pues, no la hacen los medios de comunicación.

Los que hacen la grilla son los políticos; los medios solo informan.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com

Ya se supo.

Es inevitable no recurrir a la grilla política, como pide el mandatario estatal, cuando se trata de descifrar el comienzo de la mala relación que ahora mismo sostienen el gobernador Miguel Barbosa Huerta y la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco.

Si de por sí no había, dígase, la mejor química entre ellos, cuando fueron candidatos en la contienda electoral de 2018, porque una era morenista pura y el otro no, sino desertor del PRD, las diferencias se incrementaron y se volvieron prácticamente insalvables, como se mira hoy, después de la jornada electoral del 1 de julio de ese año.

El asunto que sirvió para dinamitar la comunicación entre los dos fueron las palabras que Rivera expresó, precisamente, a EL SOL DE PUEBLA, en una entrevista, y que daban cuenta del tipo de comunicación que sostendría con Martha Erika Alonso, en caso de que la impugnación presentada por Barbosa fracasara, como ocurrió.

Esa vez, Rivera sostuvo que mantendría una relación de respeto, cordial e institucional, aunque aclaró que pugnaría por el respeto a su gobierno y explicó que eso lo conseguiría gracias a que Morena había conseguido la mayoría en el Congreso local y a que el mismo partido, con López Obrador, se había hecho de la presidencia de la república.

Pese a la segunda parte de las declaraciones, que hacían énfasis en la defensa de la autonomía municipal, Barbosa solo puso atención en la primera, y se enfadó –al parecer de por vida—con la primera regidora del ayuntamiento de Puebla.

¿Qué esperaba Barbosa que Rivera dijera?

Quizá, y esa ya es una mera especulación que se baraja entre los muros del palacio municipal, que no iba a sostener ningún tipo de contacto con un gobierno del estado espurio, encabezado por una persona que había llegado al poder cometiéndole fraude al abanderado de Morena, es decir, a Barbosa.

No lo hizo.

En lugar de eso, como presidenta municipal electa se fue una semana a Nueva York y Washington, en los primeros días de septiembre, con Luis Banck Serrato, entonces edil en funciones, en una suerte de gira de trabajo que habría servido de recorrido de relaciones públicas para la futura alcaldesa.

El tour del morenovallista con la morenista terminó por aniquilar en el ánimo de Miguel Barbosa cualquier tipo de reconciliación con la edil electa.

Barbosa esperaba un apoyo extremo a la lucha de resistencia que realizaba a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Para colmo, o a manera de remate, no fue invitado por la edil a su toma de protesta en Palacio Municipal, el 15 de octubre de 2018.

Una serie de desencuentros y malentendidos ocurrida durante ese año llevó a lo que sucede en estos días, a ver y escuchar que tanto uno como otro se lanzan torpedos discursivos sin rubor ni ocultamiento.

Él la acusa de traidora, por supuestamente haberse vendido a los intereses de Rafael Moreno Valle y su esposa Martha Erika en los comicios de 2018.

Ella solo espera que los cambios de dirigencia que se cocinan al interior de Morena la fortalezcan, para enfrentar la embestida que se viene.

La grilla, pues, no la hacen los medios de comunicación.

Los que hacen la grilla son los políticos; los medios solo informan.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com