/ miércoles 22 de julio de 2020

Vidas al borde del sumidero

El deber es lo que esperamos que hagan los demásOscar Wilde

La pandemia nos ha ubicado en nuestros criterios de vida; ha manifestado desde la calidad de educación, preparación académica, evidenciado intereses y juicios políticos, pasando por el estado de conciencia hasta llegar al sentido común.

De ello, lo importante ha sido procurar mejor calidad de la salud, cosa que nos debe corresponder a todos, aunque es un tema que no todos comprenden porque muchos están convencidos que solo le compete al gobierno.

Todos debemos estar facultados para la responsabilidad social. El ejemplo arrastra, es lo que nos ha demostrado el sector salud compuesto por médicos, personal de enfermería, técnicos, laboratoristas, trabajadores de base, entre otros; sin embargo, al parecer para muchos no ha sido suficiente que haya muertos en esta rama, víctimas del Covid-19.

Porque mientras éstos se han sacrificado otros se pasan las precauciones por el arco del triunfo. Las campañas de sana distancia, lavarse las manos, el uso correcto de las mascarillas y el quédate en casa son como palabras huecas o como aire que pasa donde apenas si queda la sensación y nada más.

Lo que es peor, tampoco les dice mucho los miles de muertos en el mundo, y no debiera ser necesario esgrimir datos internaciones cuando cada día se escucha de miles que están padeciendo el virus.

Al principio se hablaba de los contagiados en China, luego Italia, España y el resto de Europa. Desde nuestro lado, la gente no creía lo que se informaba y muchos de los que creyeron llegaron a decir que eso era lejos. Luego llegó a América, y de pronto empezó a rondar México.

Ya no sólo está en alguna parte del país, ahora son nuestro vecinos, amigos y familiares que han sido contagiados. En verdad no sabemos qué tan cerca puede estar rodándonos el Bicho.

Pero no entendemos. La humanidad no termina de aprender ni comprender que somos más vulnerables de lo que creemos. Vulnerabilidad no solo porque se puede tener las defensas bajas sino por necios, tercos e incluso poco importa con la propia vida y con la de los demás.

Es claro que a quien no le importa su vida menos le importa la de otras personas. Por ello, no es extraño ver las calles plagadas de gente por las razones que sea. Y si bien se puede justificar el salir por necesidad e incluso por obligación, también es cierto que hay gente que sale de su casa por salir.

Hay lugares donde la gente sale por diversión, porque se sienten aburridos en su casa y prefieren arriesgarse y exponer a los demás. Esta actitud no solo es insana sino peligrosa y por lo tanto irresponsable.

Esto de los juegos públicos masivos como ligas de futbol comunitarias o el entrarle al jolgorio con los jaripeos, las peleas de gallos, o cualquier otra forma de recreación y diversión masiva, sabiendo que con esa exposición puede adquirirse o contagiar el Bicho, a estas alturas debiera evitase por simple conciencia.

No debiera ser un comportamiento obligado, bastaría el sentido común, pero no es así; por lo cual soy del criterio que debe obligarse el cierre de las actividades públicas masivas, incluso apretar con más disposiciones que ayuden a preservar la vida e integridad humana.

La gente no termina de comprender el peligro existente. Todavía hay mucha gente que está convencida que el Covid-19 es un invento para el control político, o para generar grandes negocios de unos.

No se vale que mientras unos, como la gente del sector salud están dejando sus vidas al borde del sumidero a otros les importa un gorro con los demás; todavía más, esos exigen que se les garantice vivir bien. Y, ¿ellos qué? ¿Le suena?

El deber es lo que esperamos que hagan los demásOscar Wilde

La pandemia nos ha ubicado en nuestros criterios de vida; ha manifestado desde la calidad de educación, preparación académica, evidenciado intereses y juicios políticos, pasando por el estado de conciencia hasta llegar al sentido común.

De ello, lo importante ha sido procurar mejor calidad de la salud, cosa que nos debe corresponder a todos, aunque es un tema que no todos comprenden porque muchos están convencidos que solo le compete al gobierno.

Todos debemos estar facultados para la responsabilidad social. El ejemplo arrastra, es lo que nos ha demostrado el sector salud compuesto por médicos, personal de enfermería, técnicos, laboratoristas, trabajadores de base, entre otros; sin embargo, al parecer para muchos no ha sido suficiente que haya muertos en esta rama, víctimas del Covid-19.

Porque mientras éstos se han sacrificado otros se pasan las precauciones por el arco del triunfo. Las campañas de sana distancia, lavarse las manos, el uso correcto de las mascarillas y el quédate en casa son como palabras huecas o como aire que pasa donde apenas si queda la sensación y nada más.

Lo que es peor, tampoco les dice mucho los miles de muertos en el mundo, y no debiera ser necesario esgrimir datos internaciones cuando cada día se escucha de miles que están padeciendo el virus.

Al principio se hablaba de los contagiados en China, luego Italia, España y el resto de Europa. Desde nuestro lado, la gente no creía lo que se informaba y muchos de los que creyeron llegaron a decir que eso era lejos. Luego llegó a América, y de pronto empezó a rondar México.

Ya no sólo está en alguna parte del país, ahora son nuestro vecinos, amigos y familiares que han sido contagiados. En verdad no sabemos qué tan cerca puede estar rodándonos el Bicho.

Pero no entendemos. La humanidad no termina de aprender ni comprender que somos más vulnerables de lo que creemos. Vulnerabilidad no solo porque se puede tener las defensas bajas sino por necios, tercos e incluso poco importa con la propia vida y con la de los demás.

Es claro que a quien no le importa su vida menos le importa la de otras personas. Por ello, no es extraño ver las calles plagadas de gente por las razones que sea. Y si bien se puede justificar el salir por necesidad e incluso por obligación, también es cierto que hay gente que sale de su casa por salir.

Hay lugares donde la gente sale por diversión, porque se sienten aburridos en su casa y prefieren arriesgarse y exponer a los demás. Esta actitud no solo es insana sino peligrosa y por lo tanto irresponsable.

Esto de los juegos públicos masivos como ligas de futbol comunitarias o el entrarle al jolgorio con los jaripeos, las peleas de gallos, o cualquier otra forma de recreación y diversión masiva, sabiendo que con esa exposición puede adquirirse o contagiar el Bicho, a estas alturas debiera evitase por simple conciencia.

No debiera ser un comportamiento obligado, bastaría el sentido común, pero no es así; por lo cual soy del criterio que debe obligarse el cierre de las actividades públicas masivas, incluso apretar con más disposiciones que ayuden a preservar la vida e integridad humana.

La gente no termina de comprender el peligro existente. Todavía hay mucha gente que está convencida que el Covid-19 es un invento para el control político, o para generar grandes negocios de unos.

No se vale que mientras unos, como la gente del sector salud están dejando sus vidas al borde del sumidero a otros les importa un gorro con los demás; todavía más, esos exigen que se les garantice vivir bien. Y, ¿ellos qué? ¿Le suena?