/ viernes 1 de mayo de 2020

Volvamos al amor para acabar con la pandemia

¿Recuerdas como estábamos viviendo antes de que llegara la pandemia del coronavirus? ¿Recuerdas aquí contigo, en Puebla, las marchas de los médicos exigiendo justicia, y después la marcha multitudinaria de las universidades e instituciones de nivel superior demandando de las autoridades la aplicación de la justicia?; ¿recuerdas el 7 de marzo, la ausencia de las mujeres en la ciudad y en los centros de trabajo, como silente protesta por la creciente ola de feminicidios?; ¿recuerdas que el mes de marzo pasado, de acuerdo con las estadísticas, fue el más violento de los últimos 10 años en México?; ¿recuerdas del adolescente de 11 años que mató a su maestra en el Colegio Cervantes de Torreón, hiriendo a otros cinco compañeros y luego suicidándose? Estos son algunos de los tantos ejemplos recientes de lo que vivíamos en México y en Puebla antes de que nos estallara la pandemia del Covid 19, ¿cuál es el común denominador que privó en todos estos hechos?, es evidente: ¡LA FALTA DE AMOR Y DE JUSTICIA!

¿Y la tierra? ¿Cómo está nuestro único hogar? El deshielo de los polos y la pérdida de biodiversidad son algunos de los mayores dolores de cabeza del mundo actual. La comunidad científica lleva años advirtiendo que el modelo de desarrollo económico actual no es viable para mantener la temperatura del planeta por debajo de los 1.5 grados, como sugiere el último informe del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC) con el fin de evitar el deshielo de los polos, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad y el advenimiento de fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes y potentes. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó en noviembre pasado que los 20 años más cálidos de los que se tiene noticia corresponden a los pasados 22 años; y que los últimos cuatro han sido los más calientes. ¿Y sabes, cuál es el común denominador que privó en estas circunstancias? Sí, es evidente: ¡LA FALTA DE AMOR!

Y a nivel personal, ¿cómo estábamos viviendo antes de esta pandemia?, ¿no acaso con prisa?; ¿no acaso con egoísmo?; ¿no acaso envueltos en la banalidad y la materialidad del momento?; ¿no acaso buscando el poder y el dinero?; ¿no acaso sembrando o propalando discursos de odio y de descalificación?; ¿no acaso viendo como algo normal o participando en el consumo indiscriminado de drogas, alcohol y la trata de blancas en la sociedad?; ¿qué era el hogar para muchos sino un hotel?; ¿y el matrimonio?, un mero formulismo o una mera conveniencia de status. ¿No acaso las plazas comerciales estaban llenas de gente y las iglesias vacías? ¿Y sabes cuál es el común denominador que privó en esa realidad? Sí, es evidente: ¡LA FALTA DE AMOR!

Y hoy nos quejamos, nos deprimimos, nos lamentamos y levantamos la cabeza al cielo, cuando antes jamás lo hacíamos, y clamamos por la misericordia del Padre para que se termine el aislamiento y volvamos a nuestra “normalidad”… esa “normalidad” que ha sido la generadora de este problema de salud que nos tiene confinados. No entendemos el mensaje, cuando gastamos millones de dólares en armamento y no invertimos proporcionalmente en salud. Creíamos convencidos que la felicidad era nuestro poder, nuestro dinero y nuestros pasatiempos, y ahora nos damos cuenta que es nuestra familia y que nuestro hogar es el lugar más seguro de nuestro entorno. Quitamos a Dios del centro de nuestra vida y hoy clamamos por su presencia y su misericordia.

El Covid-19 es un engendro del mal, una perversión de la naturaleza, una respuesta a la acumulación de la energía negativa que estábamos enviando al mundo. No es un castigo Divino, ¡es un castigo humano por LA FALTA DE AMOR Y DE JUSTICIA EN EL MUNDO!

GRACIAS PUEBLA. Escúchame mañana a las 9 hrs. en mi programa “CONVERSACIONES”, en ABC Radio, 12.80 de AM, y te recuerdo: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”

¿Recuerdas como estábamos viviendo antes de que llegara la pandemia del coronavirus? ¿Recuerdas aquí contigo, en Puebla, las marchas de los médicos exigiendo justicia, y después la marcha multitudinaria de las universidades e instituciones de nivel superior demandando de las autoridades la aplicación de la justicia?; ¿recuerdas el 7 de marzo, la ausencia de las mujeres en la ciudad y en los centros de trabajo, como silente protesta por la creciente ola de feminicidios?; ¿recuerdas que el mes de marzo pasado, de acuerdo con las estadísticas, fue el más violento de los últimos 10 años en México?; ¿recuerdas del adolescente de 11 años que mató a su maestra en el Colegio Cervantes de Torreón, hiriendo a otros cinco compañeros y luego suicidándose? Estos son algunos de los tantos ejemplos recientes de lo que vivíamos en México y en Puebla antes de que nos estallara la pandemia del Covid 19, ¿cuál es el común denominador que privó en todos estos hechos?, es evidente: ¡LA FALTA DE AMOR Y DE JUSTICIA!

¿Y la tierra? ¿Cómo está nuestro único hogar? El deshielo de los polos y la pérdida de biodiversidad son algunos de los mayores dolores de cabeza del mundo actual. La comunidad científica lleva años advirtiendo que el modelo de desarrollo económico actual no es viable para mantener la temperatura del planeta por debajo de los 1.5 grados, como sugiere el último informe del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC) con el fin de evitar el deshielo de los polos, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad y el advenimiento de fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes y potentes. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó en noviembre pasado que los 20 años más cálidos de los que se tiene noticia corresponden a los pasados 22 años; y que los últimos cuatro han sido los más calientes. ¿Y sabes, cuál es el común denominador que privó en estas circunstancias? Sí, es evidente: ¡LA FALTA DE AMOR!

Y a nivel personal, ¿cómo estábamos viviendo antes de esta pandemia?, ¿no acaso con prisa?; ¿no acaso con egoísmo?; ¿no acaso envueltos en la banalidad y la materialidad del momento?; ¿no acaso buscando el poder y el dinero?; ¿no acaso sembrando o propalando discursos de odio y de descalificación?; ¿no acaso viendo como algo normal o participando en el consumo indiscriminado de drogas, alcohol y la trata de blancas en la sociedad?; ¿qué era el hogar para muchos sino un hotel?; ¿y el matrimonio?, un mero formulismo o una mera conveniencia de status. ¿No acaso las plazas comerciales estaban llenas de gente y las iglesias vacías? ¿Y sabes cuál es el común denominador que privó en esa realidad? Sí, es evidente: ¡LA FALTA DE AMOR!

Y hoy nos quejamos, nos deprimimos, nos lamentamos y levantamos la cabeza al cielo, cuando antes jamás lo hacíamos, y clamamos por la misericordia del Padre para que se termine el aislamiento y volvamos a nuestra “normalidad”… esa “normalidad” que ha sido la generadora de este problema de salud que nos tiene confinados. No entendemos el mensaje, cuando gastamos millones de dólares en armamento y no invertimos proporcionalmente en salud. Creíamos convencidos que la felicidad era nuestro poder, nuestro dinero y nuestros pasatiempos, y ahora nos damos cuenta que es nuestra familia y que nuestro hogar es el lugar más seguro de nuestro entorno. Quitamos a Dios del centro de nuestra vida y hoy clamamos por su presencia y su misericordia.

El Covid-19 es un engendro del mal, una perversión de la naturaleza, una respuesta a la acumulación de la energía negativa que estábamos enviando al mundo. No es un castigo Divino, ¡es un castigo humano por LA FALTA DE AMOR Y DE JUSTICIA EN EL MUNDO!

GRACIAS PUEBLA. Escúchame mañana a las 9 hrs. en mi programa “CONVERSACIONES”, en ABC Radio, 12.80 de AM, y te recuerdo: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”