/ viernes 6 de septiembre de 2019

Volver a reencantar la vida

El hombre de nuestro tiempo, ya no mira a las alturas, para ver en la ubicación de las estrellas los puntos cardinales de su existencia. Ahora marcha agachado en una eterna penumbra, alumbrándose únicamente con las hogueras de animalidad viviente que en su egoísmo, alimenta y cuida. La emoción de lo desconocido la ha perdido; y las señales encantadas de un mundo misterioso y desconocido le hacen señas por medio de un misterio comunitario. Y es que cuando levantamos la vista y nos atrevemos a mirar el Universo, nos sentimos sobrecogidos y fascinados. Y es que lo que nos atrae de afuera, lo que nos conmueve de las estrellas, de la luna y de los planetas, no es otra cosa, que nuestro propio mundo interior que guarda las mismas formas geométricas. Y como seres humanos, deseamos anhelamos y necesitamos una sensación de sentido y propósito en nuestras vidas.

¿Qué fue lo que nos ocurrió en el camino? ¿Por qué perdimos nuestra ubicación en la tierra y nuestro sentido de trascendencia y de comunión? Hace tiempo la humanidad sentía un destino común con su medio ambiente, tanto terrestre como cósmico, lo que le daba un aliciente de participación, en un espacio envolvente con sentido de realidad y pertenencia. Nuestros ancestros no estaban alejados de la vida porque participaban directamente de su encantamiento. Y esa integración consolidaba su realidad psíquica. Su panteísmo, los hacía venerar a los cuatro elementos, y la naturaleza era parte de su misma realidad cósmica.

Hoy, nos hemos visto forzados a construir nuestros propios significados acerca de un mundo que hemos dejado escapar de nosotros mismos…Ahora el panorama moderno está más salpicado de gestión que de ilusión y de aventura. La representación primordial de nuestra era es indudablemente el consumismo que implica el moderno concepto de libertad y poder…es otra manera de disfrazar la frustración y el tedio que nos produce la carencia de un sentido de trascendencia. El psicólogo Español Enrique Rojas utilizó el término “El Hombre Light” para describir a ese hombre ausente, sin condición, sin pasión y carente de sentido y de encantamiento, que ve la vida linealmente, como un gran accidente, un colosal conglomerado de azar y caos.

No obstante ello, advierto un renacer innegable en medio de este ostracismo; y es que nosotros tenemos impresa la semilla de la verdad, y la buscamos afanosamente en esta oscuridad. Los descubrimientos de las Ciencias actuales, el mundo Quántico en física y biología, y las nuevas tecnologías, nos están abriendo nuevos horizontes espectaculares, acrecentando nuestro sentido de la realidad material y del cosmos. El gran espejo sagrado del Ser Humano nos está devolviendo el reflejo de cada átomo conocido que en cualquier momento hay surgido de la matriz creativa de la existencia. Así entonces resurge lo Místico, lo Sagrado, la Magia y nuevamente “el encantamiento”, a través de la revelación, la invención, la exploración y la comprensión gnóstica, a una escala generalizada como nunca se había dado en otros tiempos.

Yo diría, que estamos en el camino luminoso de una nueva etapa de fusión humana con el cosmos…Así como lo concibió en otro tiempo no muy lejano Tehillard de Chardin. Y es que no debemos seguir viviendo agachados mirando al suelo; tenemos lo que las estrellas y nuestra vocación es brillar en la clámide azul de los espacios infinitos. Yo creo, lo siento, lo palpo, que gran parte de la humanidad anhelamos volvernos a unificar en un todo de empatía y solidaridad. Esta es la realidad sagrada que debe volver a instalarse en la consciencia colectiva de la humanidad, por encima de muros y de odios raciales y políticos…Volver a re encantar la vida.

Gracias Puebla, Te recuerdo: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”

El hombre de nuestro tiempo, ya no mira a las alturas, para ver en la ubicación de las estrellas los puntos cardinales de su existencia. Ahora marcha agachado en una eterna penumbra, alumbrándose únicamente con las hogueras de animalidad viviente que en su egoísmo, alimenta y cuida. La emoción de lo desconocido la ha perdido; y las señales encantadas de un mundo misterioso y desconocido le hacen señas por medio de un misterio comunitario. Y es que cuando levantamos la vista y nos atrevemos a mirar el Universo, nos sentimos sobrecogidos y fascinados. Y es que lo que nos atrae de afuera, lo que nos conmueve de las estrellas, de la luna y de los planetas, no es otra cosa, que nuestro propio mundo interior que guarda las mismas formas geométricas. Y como seres humanos, deseamos anhelamos y necesitamos una sensación de sentido y propósito en nuestras vidas.

¿Qué fue lo que nos ocurrió en el camino? ¿Por qué perdimos nuestra ubicación en la tierra y nuestro sentido de trascendencia y de comunión? Hace tiempo la humanidad sentía un destino común con su medio ambiente, tanto terrestre como cósmico, lo que le daba un aliciente de participación, en un espacio envolvente con sentido de realidad y pertenencia. Nuestros ancestros no estaban alejados de la vida porque participaban directamente de su encantamiento. Y esa integración consolidaba su realidad psíquica. Su panteísmo, los hacía venerar a los cuatro elementos, y la naturaleza era parte de su misma realidad cósmica.

Hoy, nos hemos visto forzados a construir nuestros propios significados acerca de un mundo que hemos dejado escapar de nosotros mismos…Ahora el panorama moderno está más salpicado de gestión que de ilusión y de aventura. La representación primordial de nuestra era es indudablemente el consumismo que implica el moderno concepto de libertad y poder…es otra manera de disfrazar la frustración y el tedio que nos produce la carencia de un sentido de trascendencia. El psicólogo Español Enrique Rojas utilizó el término “El Hombre Light” para describir a ese hombre ausente, sin condición, sin pasión y carente de sentido y de encantamiento, que ve la vida linealmente, como un gran accidente, un colosal conglomerado de azar y caos.

No obstante ello, advierto un renacer innegable en medio de este ostracismo; y es que nosotros tenemos impresa la semilla de la verdad, y la buscamos afanosamente en esta oscuridad. Los descubrimientos de las Ciencias actuales, el mundo Quántico en física y biología, y las nuevas tecnologías, nos están abriendo nuevos horizontes espectaculares, acrecentando nuestro sentido de la realidad material y del cosmos. El gran espejo sagrado del Ser Humano nos está devolviendo el reflejo de cada átomo conocido que en cualquier momento hay surgido de la matriz creativa de la existencia. Así entonces resurge lo Místico, lo Sagrado, la Magia y nuevamente “el encantamiento”, a través de la revelación, la invención, la exploración y la comprensión gnóstica, a una escala generalizada como nunca se había dado en otros tiempos.

Yo diría, que estamos en el camino luminoso de una nueva etapa de fusión humana con el cosmos…Así como lo concibió en otro tiempo no muy lejano Tehillard de Chardin. Y es que no debemos seguir viviendo agachados mirando al suelo; tenemos lo que las estrellas y nuestra vocación es brillar en la clámide azul de los espacios infinitos. Yo creo, lo siento, lo palpo, que gran parte de la humanidad anhelamos volvernos a unificar en un todo de empatía y solidaridad. Esta es la realidad sagrada que debe volver a instalarse en la consciencia colectiva de la humanidad, por encima de muros y de odios raciales y políticos…Volver a re encantar la vida.

Gracias Puebla, Te recuerdo: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”