/ lunes 5 de abril de 2021

¿Y cuándo han sido reales las encuestas en Morena?

Gabriel Biestro Medinilla tiene toda la razón.

En Morena las encuestas son un invento que se utiliza como recurso de selección de candidatos a puestos de elección popular con el fin de simular un ejercicio democrático que nunca lo es y que lleva como objetivo dejar satisfechas a todas las partes, aunque en realidad tampoco lo consigan.

En ese mundo paralelo que Andrés Manuel López Obrador construyó como herramienta de manipulación política, en el que todo lo que afirma debe ser creído con fe ciega y asumido como mandato sin posibilidad de cuestionar, el ahora presidente mexicano instauró ese método de selección que supuestamente busca encontrar los perfiles más competitivos para llevarlos a la arena electoral.

La idea, plasmada en el papel, es buena, merecedora de elogios, porque reconoce las capacidades individuales de los aspirantes y se contrapone a los vicios de los viejos partidos políticos, que beneficiaban a unos cuantos militantes en función de lazos y complicidades perversas que les servían para perpetuarse en el poder.

En los hechos, sin embargo, la historia ha sido distinta, porque el López Obrador dueño de Morena no ha permitido que las principales candidaturas del partido sean decididas al azar sin que pasen por el tamiz de sus intereses particulares.

Por eso es que a Biestro Medinilla le asiste la razón cuando lamenta amargamente las características de la encuesta que los dirigentes de Morena utilizaron para dar como ganadora de la contienda interna a Claudia Rivera Vivanco, quien competirá por la reelección en la presidencia municipal de Puebla.

Biestro acusa en los videos que ha publicado en cascada en redes sociales tras saberse perdedor que el partido no presentó ni explicó la metodología de la encuesta; que no informó el nombre de la empresa encuestadora, cuál había sido el tamaño de la muestra, en qué zonas se había aplicado y, “ni siquiera”, si había sido telefónica o presencial.

Agrega que los resultados mostraron cifras disparatadas, incoherentes y que a simple vista no corresponden con la realidad, con su realidad.

Pone en duda la autenticidad de la encuesta y hace bien, porque los estudios de opinión en el partido presidencial forman parte de una leyenda de la que todos hablan pero que hasta ahora nadie ha podido comprobar.

Lo que llama la atención es que el diputado local con licencia haya entrado a la contienda sin saber cómo se toman las decisiones en el partido que, según él mismo ha expresado, ayudó a construir desde las bases.

¿De verdad no sabía que las encuestas en ese partido son un mero recurso de simulación?

Fuera de los estudios de opinión, Claudia Rivera le ganó a Biestro la candidatura por méritos propios.

Hizo política donde la tenía que hacer: en la capital del país, con dirigentes del partido e integrantes del gobierno federal, y se apropió de la agenda social de Morena con temas que el Congreso de Gabriel Biestro abandonó, como la equidad de género, la diversidad sexual, el derecho al aborto y la lucha por la “desprivatización” del agua.

Además de no trabajar sus relaciones políticas fuera de Puebla, o fuera de Casa Aguayo, para ser más exactos, en beneficio propio, Biestro aceptó convertirse en ariete del gobernador Miguel Barbosa en contra de la alcaldesa, un hecho que ha desagradado en la cúpula partidista y que acabó por restarle afectos allá donde se toman las decisiones importantes.

Para ganar una interna hay que convencer a los de adentro, y la edil lo logró, al margen de los riesgos que significa regresar a pedirle el voto a un electorado en apariencia mayoritariamente inconforme con el desempeño del ayuntamiento morenista en 29 meses de administración.

Biestro advierte que se avecina un fracaso electoral para Morena porque Rivera Vivanco no tiene ninguna posibilidad de ganar.

Es posible, pero ni él le otorgaba al partido una diferencia significativa en intención de voto con respecto de la presidenta municipal, así que las lealtades y los afectos terminaron por imponerse.

El expresidente del Congreso ha decidido emprender una batalla jurídica y mediática para tratar de revertir la candidatura de su oponente y hacerse de ella por la fuerza.

Está en todo su derecho, incluso, de pelear contra López Obrador.

No obstante, haría bien en mirar al pasado para recordar un episodio de sabiduría política protagonizado por su actual mentor, el gobernador Barbosa.

Barbosa se bajó de la contienda interna por la gubernatura en agosto de 2017 por una confusión que lo llevó a creer que Morena (López Obrador) ya se había decantado por el exrector de la UDLAP Enrique Cárdenas Sánchez.

“Entiendo que la visión estratégica que se tiene en Morena en este momento es llevar a candidatos con un genuino perfil ciudadano”, explicó aquella vez el entonces senador, en un tono sereno, como el de quien sabe por qué se toman las decisiones en ese partido y prefiere no enfrentar al “gran elector”.

Semanas después las cosas se aclararon y en octubre de ese mismo año Barbosa fue designado coordinador estatal electoral, la antesala para la candidatura de 2018.

El punto es que el mandatario poblano sabía y sabe que las postulaciones relevantes no derivan de ocurrencias del dirigente nacional.

Y Biestro, en cambio, parece no saberlo.

***

La presentación de la coordinadora de comunicación social de tooodos los candidatos de la coalición Juntos Hacemos Historia en el estado de Puebla es relevante en el contexto de la disputa de grupos al interior del partido en el poder.

Magaly Herrera López, hasta el viernes pasado responsable de comunicación de Claudia Rivera, se hará cargo de esa misma labor, pero ahora para las candidatas y candidatos a diputados federales, diputados locales y presidentes municipales de la alianza que agrupa a los partidos Morena, PT y Verde Ecologista.

Ha llegado a esa posición con el respaldo de Edgar Garmendia y Carlos Evangelista, y su arribo no puede tener otra lectura más que la importancia que ha cobrado Rivera en la toma de decisiones del partido, por lo menos, a nivel estatal.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx


Gabriel Biestro Medinilla tiene toda la razón.

En Morena las encuestas son un invento que se utiliza como recurso de selección de candidatos a puestos de elección popular con el fin de simular un ejercicio democrático que nunca lo es y que lleva como objetivo dejar satisfechas a todas las partes, aunque en realidad tampoco lo consigan.

En ese mundo paralelo que Andrés Manuel López Obrador construyó como herramienta de manipulación política, en el que todo lo que afirma debe ser creído con fe ciega y asumido como mandato sin posibilidad de cuestionar, el ahora presidente mexicano instauró ese método de selección que supuestamente busca encontrar los perfiles más competitivos para llevarlos a la arena electoral.

La idea, plasmada en el papel, es buena, merecedora de elogios, porque reconoce las capacidades individuales de los aspirantes y se contrapone a los vicios de los viejos partidos políticos, que beneficiaban a unos cuantos militantes en función de lazos y complicidades perversas que les servían para perpetuarse en el poder.

En los hechos, sin embargo, la historia ha sido distinta, porque el López Obrador dueño de Morena no ha permitido que las principales candidaturas del partido sean decididas al azar sin que pasen por el tamiz de sus intereses particulares.

Por eso es que a Biestro Medinilla le asiste la razón cuando lamenta amargamente las características de la encuesta que los dirigentes de Morena utilizaron para dar como ganadora de la contienda interna a Claudia Rivera Vivanco, quien competirá por la reelección en la presidencia municipal de Puebla.

Biestro acusa en los videos que ha publicado en cascada en redes sociales tras saberse perdedor que el partido no presentó ni explicó la metodología de la encuesta; que no informó el nombre de la empresa encuestadora, cuál había sido el tamaño de la muestra, en qué zonas se había aplicado y, “ni siquiera”, si había sido telefónica o presencial.

Agrega que los resultados mostraron cifras disparatadas, incoherentes y que a simple vista no corresponden con la realidad, con su realidad.

Pone en duda la autenticidad de la encuesta y hace bien, porque los estudios de opinión en el partido presidencial forman parte de una leyenda de la que todos hablan pero que hasta ahora nadie ha podido comprobar.

Lo que llama la atención es que el diputado local con licencia haya entrado a la contienda sin saber cómo se toman las decisiones en el partido que, según él mismo ha expresado, ayudó a construir desde las bases.

¿De verdad no sabía que las encuestas en ese partido son un mero recurso de simulación?

Fuera de los estudios de opinión, Claudia Rivera le ganó a Biestro la candidatura por méritos propios.

Hizo política donde la tenía que hacer: en la capital del país, con dirigentes del partido e integrantes del gobierno federal, y se apropió de la agenda social de Morena con temas que el Congreso de Gabriel Biestro abandonó, como la equidad de género, la diversidad sexual, el derecho al aborto y la lucha por la “desprivatización” del agua.

Además de no trabajar sus relaciones políticas fuera de Puebla, o fuera de Casa Aguayo, para ser más exactos, en beneficio propio, Biestro aceptó convertirse en ariete del gobernador Miguel Barbosa en contra de la alcaldesa, un hecho que ha desagradado en la cúpula partidista y que acabó por restarle afectos allá donde se toman las decisiones importantes.

Para ganar una interna hay que convencer a los de adentro, y la edil lo logró, al margen de los riesgos que significa regresar a pedirle el voto a un electorado en apariencia mayoritariamente inconforme con el desempeño del ayuntamiento morenista en 29 meses de administración.

Biestro advierte que se avecina un fracaso electoral para Morena porque Rivera Vivanco no tiene ninguna posibilidad de ganar.

Es posible, pero ni él le otorgaba al partido una diferencia significativa en intención de voto con respecto de la presidenta municipal, así que las lealtades y los afectos terminaron por imponerse.

El expresidente del Congreso ha decidido emprender una batalla jurídica y mediática para tratar de revertir la candidatura de su oponente y hacerse de ella por la fuerza.

Está en todo su derecho, incluso, de pelear contra López Obrador.

No obstante, haría bien en mirar al pasado para recordar un episodio de sabiduría política protagonizado por su actual mentor, el gobernador Barbosa.

Barbosa se bajó de la contienda interna por la gubernatura en agosto de 2017 por una confusión que lo llevó a creer que Morena (López Obrador) ya se había decantado por el exrector de la UDLAP Enrique Cárdenas Sánchez.

“Entiendo que la visión estratégica que se tiene en Morena en este momento es llevar a candidatos con un genuino perfil ciudadano”, explicó aquella vez el entonces senador, en un tono sereno, como el de quien sabe por qué se toman las decisiones en ese partido y prefiere no enfrentar al “gran elector”.

Semanas después las cosas se aclararon y en octubre de ese mismo año Barbosa fue designado coordinador estatal electoral, la antesala para la candidatura de 2018.

El punto es que el mandatario poblano sabía y sabe que las postulaciones relevantes no derivan de ocurrencias del dirigente nacional.

Y Biestro, en cambio, parece no saberlo.

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La presentación de la coordinadora de comunicación social de tooodos los candidatos de la coalición Juntos Hacemos Historia en el estado de Puebla es relevante en el contexto de la disputa de grupos al interior del partido en el poder.

Magaly Herrera López, hasta el viernes pasado responsable de comunicación de Claudia Rivera, se hará cargo de esa misma labor, pero ahora para las candidatas y candidatos a diputados federales, diputados locales y presidentes municipales de la alianza que agrupa a los partidos Morena, PT y Verde Ecologista.

Ha llegado a esa posición con el respaldo de Edgar Garmendia y Carlos Evangelista, y su arribo no puede tener otra lectura más que la importancia que ha cobrado Rivera en la toma de decisiones del partido, por lo menos, a nivel estatal.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx