/ domingo 3 de junio de 2018

¿Amor y sexo en desconexión?

Asexualidad” en pareja

La revolución sexual atrajo un sinfín de posibilidades de su manifestación, ello incluso desterrando al sexo en definitiva de la vida en pareja y aunque para algunos la sola idea de dormir con alguien, sin que exista contacto sexual es simplemente imposible, para un mínimo poblacional lo es y para nada resulta desagradable desde su perspectiva, aunque desde el punto de vista general, lo común es percibir a la llamada “asexualidad” o cuarto género como una orientación que juega un papel difuso, rechazado y marginado.

Y es que no es de extrañar que hoy en día existan personas a las que se encasille de raras o incluso feas por su falta de ánimo respecto al sexo, porque como suele suceder, cuando existe una excepción a la regla, lo más sencillo es cuestionar esa excepción para no llegar al incómodo asiento del cuestionado.

Aunado a lo anterior, estamos procurando educar para respetar a la comunidad lésbico gay, no así a los que se asumen como asexuales, denominados de este modo al no experimentar atracción sexual de ningún tipo hacia otras personas, lo que no es lo mismo que el celibato, porque éste se asume por decisión, la “asexualidad” es cuestión de deseo no de comportamiento.

De acuerdo a la Red para la Educación y la Visibilidad de la Asexualidad (AVEN) esta orientación ha sido frecuentemente confundida con la carencia de deseo sexual, lo que genera implicaciones negativas en el bienestar integral de quien lo padece, no obstante, la “asexualidad” no conlleva dicha insatisfacción, porque quienes se asumen como tal lo hacen de forma positiva.

Asimismo, aunque existen pocos estudios al respecto, Anthony Bogaert, experto canadiense, refirió en su investigación denominada “Asexuality: prevalence and associated factors in a national probability sample en el Journal of Sex Research”, que el 1% de los británicos eran asexuales.

Como sucede en otras orientaciones sexuales, la “asexualidad” es tan diversa como el número de personas que se orientan por la misma, ello conlleva que exista un amplio espectro de asexuales que van desde los que refieren total rechazo al sexo hasta quienes lo practican de forma esporádica, que incluso sienten satisfacción al tener intimidad, pero que no son capaces de sentir deseo sexual, o que lo hacen por satisfacer a su pareja, sin pasar desapercibidos los que se encuentran en un punto medio, de acuerdo a la Red para la Educación y la Visibilidad de la Asexualidad (AVEN).

Entonces, esto implica que ¿los asexuales están definitivamente negados a las relaciones de pareja?

No, partiendo del talón de Aquiles de los que se asumen como sexuales, ponen en tela de juicio que: si se puede tener sexo sin amor, ¿por qué no habría cabida para el amor sin sexo?

En este orden, para los asexuales sí existe una diferencia entre el sexo y el romance, esto implica que dentro de sus posibilidades, haya cabida para aquellos que se interesen por tener una pareja, siendo homorrománticos, cuando ésta es del mismo sexo o heterorrománticos, cuando es del sexo opuesto. En estas relaciones, la prioridad es el vínculo y la proximidad emocional que se fortalece día a día con muestras de cariño y compromiso.

Así se constituye otra variable importante, los demisexuales, quien son aquellos que sólo lograrán atracción sexual después de establecer una conexión emocional con fuertes cimientos.

Pero los asexuales no se limitan a la manifestación de amor por género, y así surgen los denominados panromáticos, aquellos que predican la atracción romántica sin condicionantes de sexo o género.

La investigación disponible sugiere que incluso parejas asexuales, sea cual sea su variable, son percibidas de manera negativa por personas con otras orientaciones, lo que contribuye a verles incluso como enfermos o disfuncionales, no obstante, en mi opinión se trata de otra forma de manifestación de la sexualidad que nutre la diversidad de la misma, y que causa ruido al poner sobre la mesa nuevamente la interrogante de nuestra concepción actual de sexo, género, orientación, deseo, etc., dependientes de los cambios sociales, culturales y tecnológicos, pero recordemos que lo único inevitable, es el cambio y si ciertas personas se sienten cómodas asumiéndose como asexuales nuestra manera de respetarles no es censurándoles, sino aceptándoles.


*CONTACTO:

Médico Psiquiatra, Sexólogo,

Psiquiatra Forense y

Psicoterapeuta.

Director de Mindful.

Expertos en Psiquiatría

y Psicología.

www.vivemindful.com

La revolución sexual atrajo un sinfín de posibilidades de su manifestación, ello incluso desterrando al sexo en definitiva de la vida en pareja y aunque para algunos la sola idea de dormir con alguien, sin que exista contacto sexual es simplemente imposible, para un mínimo poblacional lo es y para nada resulta desagradable desde su perspectiva, aunque desde el punto de vista general, lo común es percibir a la llamada “asexualidad” o cuarto género como una orientación que juega un papel difuso, rechazado y marginado.

Y es que no es de extrañar que hoy en día existan personas a las que se encasille de raras o incluso feas por su falta de ánimo respecto al sexo, porque como suele suceder, cuando existe una excepción a la regla, lo más sencillo es cuestionar esa excepción para no llegar al incómodo asiento del cuestionado.

Aunado a lo anterior, estamos procurando educar para respetar a la comunidad lésbico gay, no así a los que se asumen como asexuales, denominados de este modo al no experimentar atracción sexual de ningún tipo hacia otras personas, lo que no es lo mismo que el celibato, porque éste se asume por decisión, la “asexualidad” es cuestión de deseo no de comportamiento.

De acuerdo a la Red para la Educación y la Visibilidad de la Asexualidad (AVEN) esta orientación ha sido frecuentemente confundida con la carencia de deseo sexual, lo que genera implicaciones negativas en el bienestar integral de quien lo padece, no obstante, la “asexualidad” no conlleva dicha insatisfacción, porque quienes se asumen como tal lo hacen de forma positiva.

Asimismo, aunque existen pocos estudios al respecto, Anthony Bogaert, experto canadiense, refirió en su investigación denominada “Asexuality: prevalence and associated factors in a national probability sample en el Journal of Sex Research”, que el 1% de los británicos eran asexuales.

Como sucede en otras orientaciones sexuales, la “asexualidad” es tan diversa como el número de personas que se orientan por la misma, ello conlleva que exista un amplio espectro de asexuales que van desde los que refieren total rechazo al sexo hasta quienes lo practican de forma esporádica, que incluso sienten satisfacción al tener intimidad, pero que no son capaces de sentir deseo sexual, o que lo hacen por satisfacer a su pareja, sin pasar desapercibidos los que se encuentran en un punto medio, de acuerdo a la Red para la Educación y la Visibilidad de la Asexualidad (AVEN).

Entonces, esto implica que ¿los asexuales están definitivamente negados a las relaciones de pareja?

No, partiendo del talón de Aquiles de los que se asumen como sexuales, ponen en tela de juicio que: si se puede tener sexo sin amor, ¿por qué no habría cabida para el amor sin sexo?

En este orden, para los asexuales sí existe una diferencia entre el sexo y el romance, esto implica que dentro de sus posibilidades, haya cabida para aquellos que se interesen por tener una pareja, siendo homorrománticos, cuando ésta es del mismo sexo o heterorrománticos, cuando es del sexo opuesto. En estas relaciones, la prioridad es el vínculo y la proximidad emocional que se fortalece día a día con muestras de cariño y compromiso.

Así se constituye otra variable importante, los demisexuales, quien son aquellos que sólo lograrán atracción sexual después de establecer una conexión emocional con fuertes cimientos.

Pero los asexuales no se limitan a la manifestación de amor por género, y así surgen los denominados panromáticos, aquellos que predican la atracción romántica sin condicionantes de sexo o género.

La investigación disponible sugiere que incluso parejas asexuales, sea cual sea su variable, son percibidas de manera negativa por personas con otras orientaciones, lo que contribuye a verles incluso como enfermos o disfuncionales, no obstante, en mi opinión se trata de otra forma de manifestación de la sexualidad que nutre la diversidad de la misma, y que causa ruido al poner sobre la mesa nuevamente la interrogante de nuestra concepción actual de sexo, género, orientación, deseo, etc., dependientes de los cambios sociales, culturales y tecnológicos, pero recordemos que lo único inevitable, es el cambio y si ciertas personas se sienten cómodas asumiéndose como asexuales nuestra manera de respetarles no es censurándoles, sino aceptándoles.


*CONTACTO:

Médico Psiquiatra, Sexólogo,

Psiquiatra Forense y

Psicoterapeuta.

Director de Mindful.

Expertos en Psiquiatría

y Psicología.

www.vivemindful.com

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