La pandemia nos ha mostrado el lado oscuro y doloroso que llevamos dentro, pero también nos ha empujado a plantearnos el valor de la vida y el profundo amor que podemos sentir hacia nosotros mismos y hacia los demás. Hemos podido entender que venimos del amor y transitamos la vida con dolor y alegría.
Ese dolor que hoy nos produjo la pandemia, lo podemos transformar en un inmenso amor, si profundizamos y trascendemos, sin quedarnos en un estado de víctimas porque somos creadores de la realidad, expone Jaqueline Machado Garduño, profesional de la salud mental especializada en desarrollo de consciencia.
"Tu capacidad de reflexión, usada en positivo, es una gran herramienta para sanar tras un duro golpe, integrar lo que ha ocurrido y transformarlo, para crecer con ello y sanar. Pero, para poder integrar, trasformar, crecer y sanar, se necesita tiempo", advierte.
A veces, ante un duro golpe como el que nos propinó la pandemia, o cualquiera que este sea, nos sumergimos en el dolor y nos obligamos a "estar bien". Pero hay que entender que el proceso para sanar no se puede forzar, las heridas cicatrizan a su tiempo. La tristeza, el miedo o cualquiera que sea la emoción ligada a lo sucedido, desaparece en la medida que uno se permite "fluir" con este proceso.
EL VIAJE DE LA VIDA
Al nacer y ver la vida por primera vez ante ti, como un bebé, te encuentras maravillado de tu conexión con la existencia y con esa inocencia de no saber nada de conceptos, ni de intelectos, ni experiencias de vida, entonces emanas una energía de alegría y amor pleno, asegura.
Pero también te das cuenta de que eres individual y separado, eso te asusta y por eso, cada vez que tu madre o padre desaparecen, sientes que hay abandono y soledad. Sin darte cuenta, estos sentimientos se infiltran en tu ser y cada una de las células de tu cuerpo se van cargando de esa energía de miedo, dolor, sufrimiento, soledad emocional y vacío existencial.
Experimentas también que, si te comportas en la forma en que tus padres quieren, entonces eres aceptado, pero si te manifiestas de forma natural, eres castigado y eso, poco a poco, te va apartando de tu ser esencial, de tu ser inocente, auténtico, bello y tierno. De esta manera y con cada experiencia de vida (familia, escuela, amigos) se va generando tu historia personal.
Refiere que todo esto va formando una armadura que te va separando de ti mismo y que, conforme vas creciendo, se van sumando otras capas como la educación, el miedo a pertenecer o a ser rechazado en la escuela, el ser aceptado y evaluado por una nota, sentirte mejor o peor que otros; aprender a competir, a envidiar, a tener rivalidad, y así se va formando tu comportamiento y forma de pensar que se van integrando a tu sistema de creencias.
Cuando creces, conoces el enamoramiento y con ello, empiezas a vivir tus primeras decepciones amorosas, te rompen el corazón o tú lo rompes y conoces el dolor del amor, de pareja. Todo esto también te asusta porque conoces el rechazo, la ansiedad, la preocupación, los celos, la posesividad y la agresividad, y ya más adelante, vives y experimentas la sexualidad.
Sin embargo, así como conoces la pasión, el deseo, la fantasía y el erotismo, también conoces el abandono, la obsesión y la rivalidad, va surgiendo el sentido de pertenencia y vienen los condicionamientos a otro nivel, los reclamos, las evasiones, las infidelidades y deslealtades.
"Sin darte cuenta ese caparazón invisible que se formó en tu ser, se va engrosando y sin percibirlo, tu miedo a amar aumenta, porque te sientes vulnerable y cada vez tienes una mayor necesidad de defenderte, de protegerte, de hacerte valer, y todo ello por esa desconexión que se dio en tus primeros años de vida, con tu ser esencial inocente, auténtico, amoroso y tierno", señala.
Ahora, ya has crecido y te has convertido en un adulto, terminaste tus estudios, conociste la muerte de seres queridos, enfermedades, cambios de residencia, despidos laborales, divorcios o separaciones de pareja, accidentes y una serie de eventos y circunstancias, que te van contrayendo cada vez más.
"Sin percibirlo, te has vuelto una persona con un sistema de creencias tan rígido que demandas atención e incluso, puedes recurrir a sustancias como el alcohol, las drogas, el exceso de comida, el exceso de trabajo, comportamientos obsesivos y cambio de parejas intermitentes, entre otras", enfatiza.
“Este sendero de vida te enseñado muchos caminos que te han dado éxitos y fracasos, alegrías y tristezas, que te han dado paz, pero también angustia, excesos y carencias. Pero ese amor con el que naciste sigue en tu interior más profundo, es una flama que nunca se apaga, es imposible”, añade.
SENTIRSE MEJOR Y EMPEZAR A SANAR
Un día tú conciencia despierta y conoces el perdón hacia ti mismo y aceptas todo lo que has vivido como parte de un aprendizaje de vida que te brinda la oportunidad de trascender todas esas experiencias. Entonces puedes perdonar a los demás, a tus padres, a tus hermanos, a tus amigos, a tus ex parejas, a tus jefes, al lugar donde vives.
“Te vas liberando y a medida que eres más consciente vives en armonía, equilibrio y balance que era necesario para conocer el amor incondicional”, asegura.
Te das cuenta que ese amor siempre estuvo dentro de ti, en lo más profundo de tu corazón, y agradeces el dolor y el aprendizaje, y continúas, porque logras comprender que el sufrimiento se vive igual que el dolor, con la diferencia que, el dolor te enseña.
“Comprendes que para realmente sentir, vivir e integrar en tu vida el amor incondicional, debes de atravesar por ese gran maestro qué es el dolor en sus infinitas manifestaciones”, advierte.
Entonces el juicio, la crítica y el señalamiento, no vuelven a formar parte de tu vida nunca más, porque has encontrado en ti y en tu corazón, el amor infinito de tu inocencia enriquecido con la experiencia de tu sendero de vida.
La enfermedad, la muerte y la separación con la que vivimos el 2020 y que aún permanece, nos ha empujado a un dolor profundo que nos ha traído un gran aprendizaje. “Acepta el presente y acepta que no puedes cambiar el pasado, aprende de él, solo puedes cambiar las cosas que a partir de hoy irás construyendo, una nueva realidad en la que encontrarás momentos de paz, y en la que también aprenderás a cuidarte y disfrutar la vida, y a lo mejor, descubres formas de amor que no conocías”, concluye.
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