Cuando llevamos a un nuevo cachorrito a casa existen varios aspectos esenciales que debemos enseñarle; en las dos semanas anteriores ya hablamos de las veces al día que deben comer y del entrenamiento para hacer sus necesidades fuera de la casa. Hoy Daniel Arjona, experto en adiestramiento canino, nos explica cómo hacer para que aprenda a no salir disparado a la calle en cuanto abras la puerta o que no se meta a tu casa cuando no quieras que lo haga.
Para esto las señoras que ayudan a la limpieza del hogar se pintan solas, pues normalmente son muy hábiles para hacer que no se metan a la casa, porque si están trapeando el perrito al meterse les echa a perder el trabajo y tienen que volver a empezar. Entonces ellas no lo piensan mucho: el perro se mete y, aunque suene mal, le ponen un escobazo; así el perro aprende y eso solo pasa una vez, no lo vuelve a hacer porque sabe que de lo contrario algo desagradable le va a ocurrir. Muchos clientes se quejan porque su perro le hace más caso a la señora de servicio que a ellos y es por esto, asegura Daniel.
CÓMO ENSEÑARLES
Cuando queremos que no pasen de un área a la otra, por ejemplo del jardín a la cocina, empezaremos dentro de la casa por impedirle el paso de una habitación a la otra mediante una palabra que escojas para que el perro se quede en el pasillo y no entre la recámara. El perro no entiende el significado de la palabra “NO”, es como si tú te fueras a Alemania, pero no sabes alemán y alguien te dice “nein”, entonces dices: “pues quién sabe qué será eso” y sigues con lo que estás haciendo. Al perro le pasa igual, si le dices “¡no!”, te voltea a ver, pero no sabe lo que quieres, comenta el entrevistado.
Le tienes que decir, por ejemplo: ¡quédate! y, si no obedece le cierras la puerta con brusquedad a manera de darle un portazo; ojo: no se trata de lastimarlo, pero si le damos con la puerta sería más efectivo. De esa forma aprende que después de ¡quédate! viene algo desagradable y que la única manera de que no le pase nada es quedarse donde le dijeron, afirma.
Una vez que lo dominamos con las puertas interiores nos vamos con las que dan a la calle. Como el perro ya tiene idea de lo que significa la palabra “¡quédate!”, entonces ahora vamos a practicar con el portón, que es más riesgoso, porque si se escapa se va a la calle; aquí haremos como una especie de recordatorio. Con los portones eléctricos es lo mismo: a la hora que se abra, el ruido del motor va a ser la señal para el perro de no moverse de donde está o que sí se mueva, pero sin salirse.
“Si se le olvida la palabra “¡quédate!” tomamos una cubeta o cualquier otra cosa, la vamos a tirar enfrente del perro, no vamos a pegarle, no se trata de golpearlo, sino de que caiga frente a él, para que haga ruido y él sepa que después de “¡quédate!” cae la cubeta ahí y se espanta, entonces mejor no pasa porque le puede pegar”, asevera.
Es lo mismo que ya explicábamos la semana pasada acerca de la forma natural en que su madre les enseña a no meterse con su plato de comida: con un gruñido, seguido de una mordida. Aunque algunas mamás los dejan comer con ella, la mayoría primero les gruñen para defender la comida y si el perrito no hace caso, la mamá lo muerde fuerte y solo una vez.
Ella no lo anda correteando para seguirlo mordiendo como sí hacemos nosotros: el perro ya hizo algo malo y lo perseguimos… no, ellos no funcionan así y es indispensable que sea en el momento, no pueden pasar ni cuatro segundos después, para que lo relacione directamente, afirma el experto.
Lo mismo pasa cuando aprenden a cruzar la calle: lo primero que escucharon fue un claxon, sintieron una sombra que venía hacia ellos y después el golpe; si el perro sobrevive, su instinto de conservación le indica que esos sonidos que escuchó son preludio de algo muy desagradable, entonces en la calle sienten que vienen los coches, el ruido, o escuchan el claxon y se quitan, porque lo aprendieron con una sola vez. Igual si en estado salvaje el perro mordió a un puercoespín, ¿cuántas veces lo va a morder?, solo una, lo aprenden rápido, comenta.
EL LÍDER DE LA MANADA
Otro aspecto importante para entender al educar a nuestro cachorro es que en las manadas siempre hay líderes. En la camada donde el nació era la mamá y cuando ellos nos adoptan como su manada -esto lo decíamos en otro artículo anterior- también debe haber liderazgos, donde los líderes tenemos que ser los humanos y él tiene que ser subordinado, el último en la jerarquía. Si en la familia hay cinco personas, el perro tendría que ser el sexto en la jerarquía, enfatiza.
El perro de adulto es dominante, su instinto le dice: “domina la manda, tú deber ser el nuevo jefe”, es entonces cuando muerden a los dueños, porque nunca les enseñaron respeto a los líderes. El perro por evolución natural crece, su instinto se desarrolla y quiere dominar en la manada.
Recuerda que, si necesitas entrenamiento especializado, Daniel Arjona tiene 30 años de experiencia en adiestramiento y solución a problemas de conducta de tu mejor amigo, contáctalo al teléfono 2221-93-36-96.