Aceptarnos, apreciarnos, felicitarnos cuando logramos algo bien hecho, nos vuelve más capaces de fortalecer nuestra seguridad y la de nuestros hijos.
Una autoestima alta nos hace estar satisfechos de lo que somos. Es una combinación de confianza, respeto y aprecio por nosotros mismos. Una persona con autoestima alta está convencida de que tiene algo que ofrecer a los demás, que lo que hace es importante y que es capaz de lograr lo que se propone.
La persona con una autoestima débil, en cambio, cree que no es valiosa. Suele sentirse deprimida y triste con su vida, deja pasar las oportunidades pues cree que no las merece. A veces trata de impresionar a los demás o incluso puede comportarse de manera agresiva para compensar su inseguridad.
Los primeros años de vida son los más importantes en el desarrollo de la autoestima. La formación de la personalidad está íntimamente relacionada con la imagen que alguien se forme de sí mismo. Esta imagen depende de lo que percibe que los demás piensan de él.
Los padres tenemos a nuestro alcance dos recursos para fomentar la autoestima de nuestro hijo. El primero es cuidar la forma en que lo valoramos, las palabras y las expresiones que utilizamos para referirnos a él; el segundo es darle oportunidades de probarse y superar retos por sí mismo, de apoyarlo sin sobreprotegerlo. Estimular a nuestro hijo no significa negar sus fallas.
El niño pierde el respeto por la opinión de quien no sabe distinguir algo bien hecho de un trabajo descuidado o defectuoso. Él tiene bien claro qué tanto se esforzó y cuál fue el resultado, sin ocultar sus errores, podemos hacerle apreciar lo que sí funcionó y reconocer los aspectos positivos: “hoy te vestiste más rápido que ayer”, “pusiste dos ruedas a tu carro, solo faltan las otras dos”, “agradezco tu esfuerzo por ayudar”.
El niño necesita experimentar el logro para obtener la seguridad que lo hará aceptar situaciones en las que no necesariamente tenga éxito. Dejemos que sea de él el gusto y no exageremos en nuestro entusiasmo para aplaudirlo. Simplemente podemos decir: “Y lo hiciste tú solito”. “Felicidades”. Entre más obstáculos haya vencido, más fuerte será, y más capacidad adquirirá.
Nuestra responsabilidad y privilegio es acompañarlo, apoyarlo sin sobreprotegerlo; estar presentes sin hacer las cosas por él.
RECOMENDACIONES
- Revise lo que piensa y lo que dice su hijo
- No etiquete a su hijo “eres un miedoso”, “eres egoísta”, “eres flojo”, los niños tienden a actuar de acuerdo a lo que esperamos de ellos.
- Aprecie los aspectos positivos de su hijo.
- Reconozca sus logros, pero no le mienta sobre sus errores.
- Déjelo probar, equivocarse y descubrir cómo resolver los problemas y lograr lo que sea.
- Motívelo a superar obstáculos y a realizar mayores esfuerzos, siempre dentro de sus posibilidades.
- Nutra y cuide su propia autoestima.