El sobrepeso y la obesidad son considerados problemas de salud pública, forman parte de las enfermedades que más preocupan en México ya que, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Salud Pública, en los últimos 30 años se han convertido en una epidemia que afecta a uno de cada tres adolescentes y niños, así como a siete de cada diez adultos en nuestro país.
Combatir y prevenir estos fenómenos es urgente porque impactan negativamente la calidad de vida de quienes los padecen y que, además, en esta pandemia son vulnerables a sufrir severas consecuencias si llegan a presentar Covid-19. Para lograr abatir estos padecimientos es necesario abordar el problema desde diferentes ángulos y uno de ellos es el emocional.
Existe una herramienta denominada descodificación biológica, que sirve para encontrar el origen emocional de un síntoma o bloqueo que se haya sufrido a causa de un evento traumático, dramático, totalmente inesperado, que se vive en soledad y no tuvo expresión, afirman desde el Instituto Ángeles Wolder*, entidad especializada en este tema.
Agregan que al quedar bloqueada esa emoción en nuestro cuerpo, ese impacto trágico busca expresarse a través de síntomas, enfermedades en el cuerpo y también en comportamientos. El sobrepeso se relaciona con esos bloqueos emocionales y existen varios conflictos emocionales asociados al sobrepeso que pueden relacionarse, por ejemplo, con la ausencia de algo o alguien, la falta de afecto, la desvalorización o la obligación de resistir.
SOBREPESO Y EMOCIONES
Para ahondar en el tema Ángela Fuste, acompañante en Descodificación Biológica, asegura que algunas veces las personas tratan de “perder” peso y no logran el resultado esperado y añade que esto se debe, seguramente, al hecho de que no transmiten los mensajes adecuados a su cerebro.
Desde la perspectiva de la Descodificación Biológica se aborda el origen del síntoma con base en la lógica biológica y el entendimiento del lenguaje de nuestro inconsciente, es decir, la causa del por qué nuestro cerebro pone en marcha este recurso para protegernos, añade.
“Si una persona tiene sobrepeso es porque su cerebro lo considera necesario para su supervivencia. En el momento que nosotros estamos en peligro, real, virtual, simbólico o imaginario, nuestro cerebro reacciona acorde al peligro.
“Si nosotros no ponemos una solución consciente a la situación, será nuestro cerebro más arcaico el que busque en su ‘archivo’ y ponga en funcionamiento la solución ganadora de supervivencia. Estos programas forman parte de nuestro inconsciente mamífero, son los más antiguos y se remontan a la época de las cavernas”, expresa.
En algunas ocasiones viene de la conexión que hace nuestro inconsciente siendo bebés. Si un bebé llora, la mamá le da el biberón y el bebé se suele calmar. Ahí establecemos la conexión de que la ansiedad se calma con la comida y esa conexión perdurará hasta que la modifiquemos de alguna manera. Otras veces comemos para huir de frustraciones, para consolarnos, tapar miedos y enojos o bien para cubrir vacíos, castigarnos o premiarnos, expone Fuste.
Menciona que nosotros aprendemos a comer en casa y las llamadas “causas genéticas” del sobrepeso se expresarán entonces en función de nuestra educación alimentaria, la actividad física de la familia y el tipo de alimentos que se consume.
Las variaciones del estado emocional influyen siempre en cómo comemos. Por este motivo debemos analizar por qué comemos a nivel emocional: ¿tristeza, miedo, rabia, ansiedad, emotividad, negatividad?, asevera.
CÓMO COMEMOS SEGÚN LAS EMOCIONES
La especialista declara que las diferentes formas de comer que adoptamos se asocian con determinadas emociones que experimentamos:
- Picoteo: regresión al placer inmediato
- Comer rápido: memoria de falta (que no me lo saquen)
- Grandes cantidades o atiborrarse: carencia, pobreza
- Comer con ansiedad: calmar un dolor o angustia con comida en lugar de abrazar a alguien o hablar.
- Chocomanía: carencia afectiva
- Comedor social: demostrar valor o fuerza
¿Y QUÉ HAY DE LAS DIETAS?
“Las dietas restrictivas llevan asociadas el “efecto rebote”, que por lo general lleva a un mayor aumento de peso. Esto sucede porque el cerebro es conservador y no le gustan los cambios bruscos”, dice Ángela Fuste.
Cuando nos sometemos a un menor consumo podemos reactivar un mecanismo de supervivencia básico que es la memoria celular de la escasez, carencia, privación o falta. Entonces, nuestro cuerpo interpreta que hemos dejado de comer como antes porque nos falta comida, y decide bajar el metabolismo, archivar los nutrientes que faltarán para abastecernos y aumentar así nuestra grasa, indica.
EL MENSAJE CORRECTO PARA EL CEREBRO
Afirma que, además, el inconsciente es escrupulosamente concreto. Si le mandamos continuamente el mensaje “tengo que perder peso”, “me tengo que poner a dieta”, él obedecerá y nos tendrá siempre perdiendo peso y haciendo dieta. Pero, para perderlo, hay que ganarlo antes, ¿no?
“Si a este interrogante le añadimos el estrés que genera en el ser humano el verbo “perder”, probablemente empecemos a entender que nuestro cerebro es eficiente. El problema es que nosotros no le mandamos los mensajes correctamente codificados.
“¿Y si aprendemos a hablar el idioma de nuestro cerebro y a comunicarnos con él para poder entenderle? En esto consiste la Descodificación Biológica: en entender ese idioma y así comprender el origen de nuestro síntoma”, asegura.
LA SOLUCIÓN
Añade que la solución no está en luchar, sino en entender por qué nuestro cerebro se siente en peligro y comprender la lógica del síntoma. Hay muchos conflictos asociados al sobrepeso que pueden relacionarse, por ejemplo, con la ausencia de algo o alguien, la falta de afecto, la desvalorización o la obligación de resistir.
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“Las formas de nuestro cuerpo tienen un sentido biológico y son el resultado de un conflicto vivido, dando respuesta a una necesidad no cubierta en algún momento de nuestra historia o de la historia de nuestros ancestros. Pueden hablar de aquello que nos “faltó” o nos “falta”. Una barriga prominente, los brazos gruesos o una espalda ancha tienen relación con aquellas soluciones que nuestro cuerpo ha brindado con el fin de sobrevivir”, expresa.
Debemos revisar nuestros hábitos al llevar una cuenta de lo que comemos, pero principalmente identificar nuestras emociones para poder expresarlas y soltar todo el estrés con el que lidiamos día a día. Es fundamental que nos conectemos con nuestro cuerpo y aprendamos a estar con nosotros mismos para sentirnos en equilibrio y así vivir mejor, finaliza.
*Contacto: institutoangeleswolder.com