/ sábado 1 de junio de 2019

El “Feo de Tudela” | El Rincón de Zalacaín

A la hora de la comida alguno de los acompañantes dijo en la mesa “A todo le sienta bien el tomate, menos a las gachas y al chocolate”

Madrid, España.- Hacía casi veinte años cuando en un recorrido por la zona vinícola de Somontano y en atención a la bodega Viñas del Vero, el aventurero Zalacaín tuvo la suerte de conocer al enólogo de una de las más preciadas joyas de la casa, Blecua, cuyo nombre es derivado de la afamada Torre Blecua en Somontano, un edificio del siglo XI, usado como casa de retiro de los monjes benedictinos.

Fue ahí cuando a la hora de la comida alguno de los acompañantes dijo en la mesa “A todo le sienta bien el tomate, menos a las gachas y al chocolate”, acto seguido dos camareras se presentaron con dos enormes bandejas llenas de los llamados “Tomates Rosas de Barbastro”. Su tamaño muy aceptable y con la división bien definida de sus surcos a manera de gajos. Zalacaín tomó uno y la camarera le advirtió “cuidado con la piel, trátelo como a una dama”. Las risas se desencadenaron y entonces el aventurero se enteró, a esos tomates se les conoce como “Piel de doncella”, precisamente por su delicada piel. Unas escamas de sal y algo de aceite de oliva fueron suficiente para encontrar los sabores, la carnosidad y la frescura del tomate.

Zalacaín conocía los tomates, parecidos en forma, pero no en color, llamados “Pata negra” o “Raf”, de un verde intenso a veces mezclado con partes rojizas oscuras, su sabor era muy superior, quizá más al gusto del aventurero.

Pero ese medio día Zalacaín llegó a la “Tasca Suprema” un establecimiento madrileño con más de 120 años dedicado a exaltar la huerta de Navarra con Tudela a la cabeza.

No pudo menos de asombrarse de la cesta en la entrada con enromes y feos tomates, parecidos al Raf y al Rosa de Barbastro, pero más feos, enormes de tamaño, quizá alguno alcanzaba los 500 gramos, deforme, la verdad muy feo.

El camarero se rió del comentario de Zalacaín y le aclaró, “usted si sabe de tomates, este es el Feo de Tudela”. La verdad el aventurero tragó saliva, no conocía el nombre, pese a ser los tomates rojos originarios de Mesoamérica, donde se les conoce como jitomates.

“Los tomates de verdad, son feos”, asentó el camarero. Y llegaron, rebanados acompañados de ventresca. Los Feos de Tudela, superan en mucho al sabor de los de Barbastro y al Pata Negra.

Después se enteraría, ese tomate característico de las huertas de Tudela proviene de la variedad conocida como “marmande” y se cultivan en la zona de la Ribera de Navarra, a 175 kilómetros de donde nacen los de Barbastro. De forma achatada, imperfecto en su redondez, a veces con unas como bolas a manera de tumores, es diferente en la firmeza de la piel con el Rosa, pero el sabor, es inconfundible.

Foto: Jesús Manuel Hernández 

Cada año en el mes de septiembre se hace un concurso en Tudela para premiar al más feos de los tomates, bajo una premisa “los tomates de verdad… son feos”.

Un gran descubrimiento. Zalacaín repasó mentalmente algunos de los bodegones del ilustre pintor costumbrista José Agustín Arrieta, nacido en Santa Ana Chiautempan, en 1803, cuando la población pertenecía a la Intendencia de Puebla, por tanto, poblano y quien pasó a la historia entre otras cosas por haber dejado representada la comida de la región en sus pinturas.

Particularmente el aventurero recordó el cuadro en el Museo Amparo de su natal Puebla, donde se observa casi en el centro de la pintura una canasta llena de verduras donde aparece un gigantesco tomate, con surcos, quizá lo más parecido al “Feo de Tudela”.

elrincondezalacain@gmail.com

Madrid, España.- Hacía casi veinte años cuando en un recorrido por la zona vinícola de Somontano y en atención a la bodega Viñas del Vero, el aventurero Zalacaín tuvo la suerte de conocer al enólogo de una de las más preciadas joyas de la casa, Blecua, cuyo nombre es derivado de la afamada Torre Blecua en Somontano, un edificio del siglo XI, usado como casa de retiro de los monjes benedictinos.

Fue ahí cuando a la hora de la comida alguno de los acompañantes dijo en la mesa “A todo le sienta bien el tomate, menos a las gachas y al chocolate”, acto seguido dos camareras se presentaron con dos enormes bandejas llenas de los llamados “Tomates Rosas de Barbastro”. Su tamaño muy aceptable y con la división bien definida de sus surcos a manera de gajos. Zalacaín tomó uno y la camarera le advirtió “cuidado con la piel, trátelo como a una dama”. Las risas se desencadenaron y entonces el aventurero se enteró, a esos tomates se les conoce como “Piel de doncella”, precisamente por su delicada piel. Unas escamas de sal y algo de aceite de oliva fueron suficiente para encontrar los sabores, la carnosidad y la frescura del tomate.

Zalacaín conocía los tomates, parecidos en forma, pero no en color, llamados “Pata negra” o “Raf”, de un verde intenso a veces mezclado con partes rojizas oscuras, su sabor era muy superior, quizá más al gusto del aventurero.

Pero ese medio día Zalacaín llegó a la “Tasca Suprema” un establecimiento madrileño con más de 120 años dedicado a exaltar la huerta de Navarra con Tudela a la cabeza.

No pudo menos de asombrarse de la cesta en la entrada con enromes y feos tomates, parecidos al Raf y al Rosa de Barbastro, pero más feos, enormes de tamaño, quizá alguno alcanzaba los 500 gramos, deforme, la verdad muy feo.

El camarero se rió del comentario de Zalacaín y le aclaró, “usted si sabe de tomates, este es el Feo de Tudela”. La verdad el aventurero tragó saliva, no conocía el nombre, pese a ser los tomates rojos originarios de Mesoamérica, donde se les conoce como jitomates.

“Los tomates de verdad, son feos”, asentó el camarero. Y llegaron, rebanados acompañados de ventresca. Los Feos de Tudela, superan en mucho al sabor de los de Barbastro y al Pata Negra.

Después se enteraría, ese tomate característico de las huertas de Tudela proviene de la variedad conocida como “marmande” y se cultivan en la zona de la Ribera de Navarra, a 175 kilómetros de donde nacen los de Barbastro. De forma achatada, imperfecto en su redondez, a veces con unas como bolas a manera de tumores, es diferente en la firmeza de la piel con el Rosa, pero el sabor, es inconfundible.

Foto: Jesús Manuel Hernández 

Cada año en el mes de septiembre se hace un concurso en Tudela para premiar al más feos de los tomates, bajo una premisa “los tomates de verdad… son feos”.

Un gran descubrimiento. Zalacaín repasó mentalmente algunos de los bodegones del ilustre pintor costumbrista José Agustín Arrieta, nacido en Santa Ana Chiautempan, en 1803, cuando la población pertenecía a la Intendencia de Puebla, por tanto, poblano y quien pasó a la historia entre otras cosas por haber dejado representada la comida de la región en sus pinturas.

Particularmente el aventurero recordó el cuadro en el Museo Amparo de su natal Puebla, donde se observa casi en el centro de la pintura una canasta llena de verduras donde aparece un gigantesco tomate, con surcos, quizá lo más parecido al “Feo de Tudela”.

elrincondezalacain@gmail.com

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