Los habitantes de la edad de piedra descubrieron el fuego y con él aromas de maderas o resinas quemadas, cuyo humo desprendía un olor agradable. De ahí que la palabra perfume proviene de la unión de dos palabras del latín: “per” y “fumare”, que significa “producir humo”.
Según Viridiana Cervantes Estévez, experta en aromas y fragancias, gerente de marca de Fuller Cosmetics México, los primeros perfumistas artesanales surgieron en Egipto. Elaboraban esencias naturales con minerales y otros elementos, cuyas fórmulas eran un secreto celosamente guardado, utilizado para embellecerse u ofrendar a sus dioses.
Un día empezaron a diluir los elementos que quemaban y los convirtieron en aceites, ungüentos de uso exclusivo de reyes, emperadores, nobles y clérigos. Hoy se les conoce como aceites esenciales.
Más tarde los expedicionarios que viajaban de Europa a otros continentes trajeron consigo nuevos elementos, olores y especias desconocidos en sus países, y es entonces cuando surgen nuevas materias primas, de igual forma es cuando descubren el alcohol etílico y se dan cuenta que ayudaba a diluir las esencias, para que no fueran tan fuertes.
Entonces viene una época importante en el desarrollo del perfume: el Renacimiento Francés, cuando se empiezan a utilizar elementos de Asia y América como cacao, vainilla, tabaco, pimienta, clavo para crear nuevos aromas y técnicas para su elaboración. Así fue como el país galo se convirtió en cuna del perfume.
Los avances tecnológicos y químicos del siglo XX permitieron adicionar materiales sintéticos a las fragancias, ya que los perfumistas descubrieron que estos despedían agradables aromas que se combinaban armónicamente con los aceites esenciales.
Para los años 40, los diseñadores de moda franceses acapararon la industria de la perfumería para completar sus colecciones, entonces se dio la época de oro del perfume y nacieron las grandes marcas como Guerlain, Givenchy, Yves Saint Laurent y Channel con su No. 5 que se volvió icónico.
A partir de los años 80 surgió la perfumería actual, en la que fragancias como Eternity, de Calvin Klein, o Cool Water, de Davidoff, se volvieron clásicos.
La moda marca tendencias y la perfumería ha evolucionado adaptándose a nuevos mercados. Las nuevas generaciones piden fragancias menos cargadas con aromas que en los 80 se llamaban unisex y hoy reciben el nombre de “Genderles” (sin género).