Mariachi, es amor por México
Así lo describe José Luis Flores, un joven poblano que desde muy pequeño tuvo un acercamiento a los instrumentos y notas de este género musical que refleja la riqueza cultural de nuestro país.
Formar parte de un mariachi, asegura el joven trompetista, es sinónimo de orgullo, pasión y fiesta, pero al mismo tiempo, requiere preparación para deleitar los sentidos de quienes los escuchan.
“Interpretar música de mariachi es un sentimiento de alegría. Estas melodías son el reflejo de nuestra cultura mexicana y que debe ser valorado por todos”.
Para él, portar el traje de charro debe hacerse siempre con gallardía y porte, porque para ser un buen mariachi hay que hacerlo con pasión e indiscutibles honores.
“Ante todo, uno debe portar con mucho respeto la vestimenta del mariachi porque es nuestro traje nacional. El instrumental siempre debe estar limpio. Uno debe estudiar, desde la historia y origen de este género, hasta los aspectos técnicos de la música. Debemos ensayar antes de una presentación, mantener el porte, hacerlo con pasión y, ante todo, mostrarle una gran sonrisa al público, porque la música del mariachi, sin duda alguna, es alegría”.
ANTECEDENTES DEL MARIACHI
José Luis viene de una familia de músicos que le transmitieron ese amor por la música mexicana, pero, más allá de haberlo tomado como una tradición familiar, lo adoptó como un estilo de vida que ha ido enriqueciéndola con los conocimientos adquiridos de manera particular y con la instrucción de sus maestros en la escuela de música.
Conocer la historia de este género es algo que atesora y que comparte con especial entusiasmo.
“El origen del mariachi se da en Cocula, Jalisco, que empieza por los campesinos de la región. Originalmente no portaban vestimenta como la que hoy conocemos. Sus atavíos eran calzón y camisa de manta más un sombrero de paja o de palma”.
La implementación de diversos instrumentos se fue dando poco a poco, hasta quedar con la base que hoy conocemos: tres violines, dos trompetas, una guitarra, un guitarrón, vihuela y arpa jalisciense.
“En un principio solo tocaban en fiestas patronales o en fiestas familiares. Con el paso del tiempo se fueron modernizando y adquirieron nuevos conocimientos musicales con la llegada de los españoles”.
Originalmente, compartió Luis, el mariachi estaba conformado por un arpa jalisciense, una guitarra de golpe y dos violines, pero únicamente tocaban temas típicos de la región.
En el siglo XIX, específicamente en el año de 1920 se implementó el guitarrón, un instrumento cien por ciento mexicano que surge como una variante del contrabajo.
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Para 1930 se incorpora la trompeta, implementada por Miguel Martínez, músico, compositor y arreglista mexicano considerado como el padre de la trompeta mariachera.
CONTRA LOS ESTEREOTIPOS
José Luis lamentó que a la fecha haya una imagen equívoca de quienes desempeñan esta actividad, por lo que abogó a reconocer el gran amor con el que enaltecen e interpretan la música mexicana.
“Lo que todo mariachi desea es que no se pierda la tradición. Es triste ver que en otros países preservan más esta música. También hay que eliminar ese estereotipo que tenemos del mariachi: chaparrito, gordito y borracho, porque ser un mariachi va más allá de esa imagen”.
Sin duda alguna la fusión que hacen con cada uno de sus instrumentos permite que sea todo un deleite escuchar los sones jaliscienses, sones jarochos, sones huastecos, rancheras, polkas y boleros que hacen que se te enchine la piel y al mismo tiempo desees corear con gran sentimiento cada una de las bellas canciones de su amplio repertorio.
“Podrán llegar nuevos géneros musicales, pero jamás se podrá comparar con la belleza de nuestra música mexicana, porque el mariachi, simplemente ¡es amor por México!”, finalizó.
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Mariachi Los Reyes
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