/ sábado 18 de diciembre de 2021

Navidad en la librería | Turisteando con El Barón Rojo

Visita esta antigua casona, aprovecha para conseguir algún regalo mientras admiras su belleza y te tomas un café

Hola queridos lectores, mil gracias por el favor de recibirme en sus hogares, como ya es costumbre, cada sábado; siempre con el deseo de que mis notas sean de su agrado. Les voy a platicar algo sobre lo que a mí me da mucha alegría, noticias sobre el rescate de nuestro patrimonio poblano, y en esta ocasión el héroe en cuestión es una famosa cadena de librerías.

Esta semana salí a recorrer nuestro Centro Histórico, pero ahora para disfrutar este agradable frío invernal, mi esposa y su servidor fuimos a pasear por la noche y, como era lógico, se antojó un cafecito. Para ello elegimos la cafetería que está en el sótano de la librería Gandhi de la avenida Reforma.

En la que antiguamente era conocida como Calle de Miradores existen varias mansiones porfirianas, cuya principal característica es que la mayoría tenía vista hacia la calle, enormes balcones techados llamados miradores, de ahí el nombre de la calle.

En una nota anterior les platiqué sobre la historia de dos mansiones mellizas, llamadas Casa de la rascona, apelativo debido al apellido de su propietaria a finales del siglo XIX Margarita Rascón. Estas casas se distinguen porque son iguales en su construcción, pero en forma de espejo, esto es, una casa es el reflejo de la otra, son el número 534 y el 536, pero ahora hablaremos de la que se encuentra en el número 538.

Todos los poblanos conocimos esta casona a través del tiempo por los distintos usos que tuvo a partir de la década de los años setenta: anteriormente era casa particular, luego por muchos años funcionó ahí una famosa academia de idiomas ya desaparecida, el instituto Kennedy, después se convirtió en un pequeño hotel llamado “Virreyes”, el cual permaneció cerrado por algún tiempo. Hoy en día se restauró y se convirtió en sucursal de la cadena de librerías Gandhi.

Remodelaron, reconstruyeron y rescataron este hermoso caserón porfiriano, lástima que no exista mucha información acerca de la historia de esta casa, pero a juzgar por el estilo, es una mezcla entre colonial novohispano y porfirista.

Tiene la clásica disposición de las habitaciones en serie, todas comunicadas con su incómoda puerta a la mitad del muro, todas con acceso a un patio central rodeado de pasillos con su barandal de hierro, el cual es totalmente porfiriano, porque está remachado; recuerden que la soldadura llegó a México hasta el año de 1915.

En su momento fue un pequeño hotel llamado “Virreyes”, el cual permaneció cerrado por algún tiempo. Foto: Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

Hay una característica muy rara en esta mansión, es un detalle único en las casas coloniales poblanas: su escalera está elaborada totalmente en madera, cosa muy rara porque está en el exterior de las habitaciones, colindante al patio, este detalle es muy raro porque generalmente las escalinatas son de piedra de cantera con barandales de herrería, y precisamente se construían de piedra para evitar el daño por las inclemencias del tiempo, solamente las escaleras interiores se fabricaban en madera, pero esta rompe ese patrón, por cierto bellamente labrada en madera negra de ébano.

Otro detalle muy bonito y único que tiene esta remodelación es que, para iluminar el sótano, el cual funciona como restaurante, perforaron los pisos de la planta baja, dejando al descubierto su soporte de vigas, y como detalle modernista, con barandales de cristal, el techo de las habitaciones superiores muestra la clásica bóveda catalana y todo reforzado con viguetas de acero, disfrazadas dentro de la arquitectura original.

Nos da a los poblanos muchísima alegría, sobre todo a su servidor, el ver que ya cambió la mentalidad de los propietarios con respecto a estas joyas de la colonia. Por muchos años fuimos testigos de cómo más de cien casas desaparecieron producto de una mala valoración histórica, buscando solamente el beneficio mercantil.

Sería imperdonable no dedicar unos minutos de tu tiempo para disfrutar un excelente cafecito rodeado de la belleza de esta joya poblana. Foto: Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

En cambio, ahora no hay nada más hermoso que el ver que ya se les ve como lo que son: tesoros de la ciudad y de sus habitantes. Querido lector, sería imperdonable no dedicar unos minutos de tu tiempo para disfrutar un excelente cafecito, en una charla con los amigos, rodeado de la belleza de esta joya poblana.

Serán minutos que bien valgan la pena pues, además de leer un buen libro, podrás disfrutar de la belleza total de esta mansión y no hay nada como visitarla de noche para admirar su esplendorosa iluminación interior.

Agradezco por este medio a la casa Gandhi, a su gerente y a su personal, las amplias facilidades prestadas a su servidor para la realización de esta nota. Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos la próxima semana.

  • WhatsApp: 22 14 15 85 38

  • Facebook: Eduardo Zamora Martínez

Hola queridos lectores, mil gracias por el favor de recibirme en sus hogares, como ya es costumbre, cada sábado; siempre con el deseo de que mis notas sean de su agrado. Les voy a platicar algo sobre lo que a mí me da mucha alegría, noticias sobre el rescate de nuestro patrimonio poblano, y en esta ocasión el héroe en cuestión es una famosa cadena de librerías.

Esta semana salí a recorrer nuestro Centro Histórico, pero ahora para disfrutar este agradable frío invernal, mi esposa y su servidor fuimos a pasear por la noche y, como era lógico, se antojó un cafecito. Para ello elegimos la cafetería que está en el sótano de la librería Gandhi de la avenida Reforma.

En la que antiguamente era conocida como Calle de Miradores existen varias mansiones porfirianas, cuya principal característica es que la mayoría tenía vista hacia la calle, enormes balcones techados llamados miradores, de ahí el nombre de la calle.

En una nota anterior les platiqué sobre la historia de dos mansiones mellizas, llamadas Casa de la rascona, apelativo debido al apellido de su propietaria a finales del siglo XIX Margarita Rascón. Estas casas se distinguen porque son iguales en su construcción, pero en forma de espejo, esto es, una casa es el reflejo de la otra, son el número 534 y el 536, pero ahora hablaremos de la que se encuentra en el número 538.

Todos los poblanos conocimos esta casona a través del tiempo por los distintos usos que tuvo a partir de la década de los años setenta: anteriormente era casa particular, luego por muchos años funcionó ahí una famosa academia de idiomas ya desaparecida, el instituto Kennedy, después se convirtió en un pequeño hotel llamado “Virreyes”, el cual permaneció cerrado por algún tiempo. Hoy en día se restauró y se convirtió en sucursal de la cadena de librerías Gandhi.

Remodelaron, reconstruyeron y rescataron este hermoso caserón porfiriano, lástima que no exista mucha información acerca de la historia de esta casa, pero a juzgar por el estilo, es una mezcla entre colonial novohispano y porfirista.

Tiene la clásica disposición de las habitaciones en serie, todas comunicadas con su incómoda puerta a la mitad del muro, todas con acceso a un patio central rodeado de pasillos con su barandal de hierro, el cual es totalmente porfiriano, porque está remachado; recuerden que la soldadura llegó a México hasta el año de 1915.

En su momento fue un pequeño hotel llamado “Virreyes”, el cual permaneció cerrado por algún tiempo. Foto: Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

Hay una característica muy rara en esta mansión, es un detalle único en las casas coloniales poblanas: su escalera está elaborada totalmente en madera, cosa muy rara porque está en el exterior de las habitaciones, colindante al patio, este detalle es muy raro porque generalmente las escalinatas son de piedra de cantera con barandales de herrería, y precisamente se construían de piedra para evitar el daño por las inclemencias del tiempo, solamente las escaleras interiores se fabricaban en madera, pero esta rompe ese patrón, por cierto bellamente labrada en madera negra de ébano.

Otro detalle muy bonito y único que tiene esta remodelación es que, para iluminar el sótano, el cual funciona como restaurante, perforaron los pisos de la planta baja, dejando al descubierto su soporte de vigas, y como detalle modernista, con barandales de cristal, el techo de las habitaciones superiores muestra la clásica bóveda catalana y todo reforzado con viguetas de acero, disfrazadas dentro de la arquitectura original.

Nos da a los poblanos muchísima alegría, sobre todo a su servidor, el ver que ya cambió la mentalidad de los propietarios con respecto a estas joyas de la colonia. Por muchos años fuimos testigos de cómo más de cien casas desaparecieron producto de una mala valoración histórica, buscando solamente el beneficio mercantil.

Sería imperdonable no dedicar unos minutos de tu tiempo para disfrutar un excelente cafecito rodeado de la belleza de esta joya poblana. Foto: Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

En cambio, ahora no hay nada más hermoso que el ver que ya se les ve como lo que son: tesoros de la ciudad y de sus habitantes. Querido lector, sería imperdonable no dedicar unos minutos de tu tiempo para disfrutar un excelente cafecito, en una charla con los amigos, rodeado de la belleza de esta joya poblana.

Serán minutos que bien valgan la pena pues, además de leer un buen libro, podrás disfrutar de la belleza total de esta mansión y no hay nada como visitarla de noche para admirar su esplendorosa iluminación interior.

Agradezco por este medio a la casa Gandhi, a su gerente y a su personal, las amplias facilidades prestadas a su servidor para la realización de esta nota. Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos la próxima semana.

  • WhatsApp: 22 14 15 85 38

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