Aunque te parezca irreal, un ataque de ansiedad puede provocarte síntomas parecidos a los del coronavirus, como dificultad para respirar, sudoración, náuseas, tensión muscular e incluso diarrea. Pero ¡no te alarmes! porque la ansiedad difícilmente te provocará fiebre y mucho menos tos. Así que, si te has sentido un poco ansioso, antes de que entres en un círculo vicioso ocasionado por tu propio cerebro te explicamos qué es la ansiedad.
“Cuando existen estímulos en nuestro entorno que nos exigen algún cambio o adaptación, (como lo ha sido la pandemia) se produce un estado de tensión en el hombre que llamamos estrés. Esta es una reacción natural adaptativa de tipo fisiológico, que surge cuando hay modificaciones en nuestra forma de percibir las cosas”, expone Esperanza Ordaz Moreno, profesional de la salud mental especialista en Desarrollo Humano.
Refiere que la ansiedad es una respuesta al estrés, como puede ser la frustración, el enojo o la impaciencia, y podemos vivirla como un sentimiento de inquietud, miedo, aprensión que nos grita que necesitamos desarrollar recursos para resolver el peligro que estamos percibiendo.
Las inquietudes que podemos sentir durante una pandemia son muchísimas, desde nuestro estado de salud o el de otras personas, el temor a contagiarnos, mis ingresos o mi seguridad. “Es razonable cierto grado de ansiedad, pero ya sería un asunto para atender si empieza a superar los parámetros de intensidad, de frecuencia o de duración”, advierte.
Cuando la percepción de peligro tiende a ser desproporcionada, exagerada o irreal es muy preocupante, porque quiere decir que la ansiedad, en lugar de movilizar nuestros recursos para afrontar la situación, nos va a provocar agotamiento y manifestaciones psicológicas que dan lugar a los trastornos de ansiedad.
“Un trastorno de ansiedad es un padecimiento que se caracteriza por un miedo y preocupación intensos, excesivos y persistentes, en los que hay pensamientos que suelen dirigirse hacia el futuro, cosas que aún no ocurren pero yo me estoy imaginando lo peor”, subraya.
Explica que, cuando se padece un trastorno de ansiedad, este empieza a interferir en nuestras actividades diarias y produce un deterioro en el funcionamiento psicosocial y fisiológico. Es decir, afecta la relación con los demás y la forma de comunicarse con ellos, disminuye su productividad, entre muchas otras cosas, que traen consecuencias porque son difíciles de controlar. Además hay manifestaciones fisiológicas como fatiga, cansancio, dificultad para concentrarse, tensión muscular, dificultad para dormir, sudoración, frío o náuseas.
La especialista dice que existen dos parámetros para identificar un trastorno de ansiedad: el nivel de sufrimiento que me está causando y la incapacidad o disfuncionalidad que me está generando para hacer mis actividades diarias.
“Un grado razonable de ansiedad, pasa. Pero cuando ya es recurrente, no lo puedes controlar y te está causando mucho sentimiento de incapacidad, entonces tendrías que buscar un profesional de la salud mental”, concluye.