Para nuestras mascotas la casa, el patio y el jardín son su propiedad y, en ocasiones, la propiedad para ellos se extiende al propio automóvil del dueño. Por eso hasta el perrito más bonachón, sea grande o pequeño, suele ladrar cuando una persona o animal desconocido llega a su “territorio”.
El comportamiento territorial es normal en los perros, pero hay que evitar que este llegue a ser agresivo porque puede detonar en una acción violenta. ¿Te ha pasado que tu perro ladre e incluso se ponga agresivo cuando llegan la persona del gas, del agua o el cartero?
De acuerdo con Emmanuel Baltazares, médico veterinario de la clínica Miau&Guau, la agresividad territorial es la conducta que presenta un perro cuando reacciona de forma violenta y con la intención de dañar a otro perro, persona o animal que invade su espacio, o se acerca a otro individuo u objeto que considera de su propiedad. Esto puede deberse a problemas del comportamiento o enfermedades del desarrollo, metabólicas o procesos degenerativos del cerebro.
Por sí solo, el ladrido de un perro no es una agresión, ya que esta implica una acción violenta. El médico explica que el ladrido prolongado y sin cesar a veces se da simplemente por falta de desgaste físico y/o mental, que genera ansiedad en la mascota. También puede detonarse por territorialidad, pero no siempre termina en agresión.
“El contexto que rodea a una mascota, su ambiente, el adiestramiento, su nivel de actividad física, su desarrollo social e incluso su edad, serán factores que determinen qué tan seguro o peligroso puede ser. Cada perro debe verse como un individuo único y diferente de los demás”, expone.
¿CÓMO SE DESARROLLA?
Desde las tres semanas de edad y hasta aproximadamente el año, los cachorros comienzan a experimentar un período de sociabilización en el que identifican a los miembros de su familia. Más tarde, empiezan a tener vínculos con otros y aprenden cómo comportarse con ellos. Este es un momento crucial para su desarrollo social, en el que, de no darse las condiciones adecuadas, las agresiones y los problemas conductuales van a presentarse en un futuro.
Los malos tratos, la falta de convivencia con su familia humana, así como con otros miembros de su misma especie, el ambiente que le rodea, el adiestramiento y las experiencias que viva, harán la gran diferencia entre que un perro sea agresivo y temeroso o equilibrado.
Aunque son menos comunes y difíciles de diagnosticar, también existen enfermedades infecciosas, hormonales, del desarrollo y degenerativas que pueden desencadenar un comportamiento agresivo.
¿CÓMO PUEDO PREVENIRLO?
Baltazares agrega que se puede prevenir al completar una etapa de socialización temprana correctamente, que el cachorro conviva con su madre, sus hermanos, otros perros, gatos y con otras personas entre el mes y medio y los 3 meses de edad (teniendo en cuenta su calendario de vacunación para la prevención de enfermedades infecciosas).
“También se puede prevenir al no generar una sensación de dependencia de nuestras mascotas hacia nosotros, no tenerlos siempre en brazos, dejar que jueguen con otros perros, que socialicen y conozcan a otras personas (no tenerlos encerrados)”, advierte.
Si hablamos de territorialidad, un perro adiestrado tiene poca probabilidad de ser agresivo con su entrenador o con su familia, sin embargo, puede serlo con un desconocido si este lo agrede.
TRATAMIENTO
Enfatiza que cuando se trata de una falla en la socialización temprana lo mejor es acudir con un veterinario especializado en etología, quien determinará el motivo e implementará el tratamiento adecuado. Si hablamos de un problema físico o metabólico, se tendrán que descartar enfermedades en consulta, incluso con exámenes de laboratorio.
Hay enfermedades cognitivas que pueden ser producto de una degeneración mental relacionada a la edad elevada de nuestra mascota (similar a la demencia senil), hasta tratarse de problemas como tumores cerebrales. “Dado que el problema puede ser desencadenado por uno o más factores, el médico veterinario siempre deberá determinar la causa de esta conducta tan desafortunada, explica.
Es importante subrayar que, toda vez que un perro ha mostrado una conducta agresiva, existe la posibilidad de que vuelva a ocurrir, pero con tratamiento se puede disminuir este riesgo. Así buscar su bienestar y seguridad, como de los que lo rodean.
RECOMENDACIONES
Reconocer el lenguaje corporal de los perros que reaccionan negativamente a algún movimiento puede evitar la agresión. Identificar cuando pasan de ladrarnos a acercarse y/o alejarse de nosotros, mirarnos y después ignorarnos, mover la cola y tener un comportamiento curioso, a tener las orejas echadas para atrás, el cuello y los brazos tensos y estar ligeramente agazapados, con sus cuerpos generalmente inmóviles mostrando los dientes y gruñendo, son las características que debemos de buscar antes de acercarnos con mucha confianza a acariciar a un peludo.
“Lo correcto sería esperar a que ellos se acerquen y nos conozcan, sin gritar ni hablar fuerte y rápido, evitando hacer contacto visual con ellos y sobre todo evitando invadir su espacio de manera directa y rápida. El ladrido puede generar temor, pero la agresión de un perro se da principalmente como una respuesta de protección o defensa ante agresiones. Difícilmente nos atacará si no le damos motivos”, puntualiza.