Aunque algunas personas dudan de la existencia del diablo, la Iglesia Católica enseña que el demonio existe y que puede influir de manera negativa en las personas e incluso poseerlas. En tal caso, para expulsar esa entidad demoníaca del cuerpo físico se lleva a cabo un exorcismo.
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La palabra exorcismo evoca imágenes de sacerdotes católicos expulsando fuerzas demoníacas o espíritus malignos en medio de una batalla épica entre el bien y el mal, entre rugidos, voces distorsionadas y comportamientos corpóreos anormales de la persona poseída, al menos es lo que nos ha mostrado la industria cinematográfica. Mientras más oscuro y misterioso sea el rito, más sorprendentes y supersticiosas serán las percepciones del mismo. Pero ¿es esto real?
Los exorcismos ocurren de verdad, son rituales de oración que se han practicado desde tiempos remotos como prueba de la autoridad de Dios sobre el diablo. Solo un sacerdote autorizado por su obispo diocesano puede exorcizar, esto después de un protocolo de evaluación que determina si la persona está verdaderamente poseída o presenta algún tipo de enfermedad mental.
“Un exorcismo es un acto litúrgico, solemne y privado, que se reserva para una persona que puede estar bajo la acción extraordinaria del demonio. De modo entonces que, después de un discernimiento que incluye la valoración psiquiátrica, psicológica, neurológica y, por supuesto, espiritual, podríamos llegar a la conclusión que nos da la certeza moral (verdad irrefutable) para proceder al exorcismo”, expuso Pedro Sánchez Priego, sacerdote exorcista de la Arquidiócesis de Puebla y rector de la parroquia María Reina de La Paz en Villa Encantada.
Sánchez Priego es médico cirujano, filósofo e investigador nivel 2 del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT). Pertenece al Colegio de Exorcistas de México y a la Asociación Internacional de Exorcistas con sede en Roma, Italia. Para realizar el ministerio de liberación del exorcismo fue autorizado por monseñor Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla.
Su formación académica, científica y biológica le ha permitido tratar a las personas de manera integral y discernir si el daño que presentan es espiritual o se trata de una alteración de la salud mental.
Desde hace 25 años ha acompañado a personas en este servicio que dice, es misericordioso y de caridad, porque la persona que busca ayuda, esté o no poseída, necesita consuelo y que la escuchen.
Alteraciones mentales y daño espiritual
El sacerdote detalló que muchas veces las personas que creen estar poseídas tienen esquizofrenia o un trastorno de personalidad que tiene como base heridas emocionales de la infancia que los llevan a alteraciones psicosomáticas. También ha observado que la mayoría de las personas tienen daño en el lóbulo frontal y parietal, entonces tienen alucinaciones, escuchan ruidos, etcétera.
El 98 % de los casos se trata de una patología mental y solamente en un 2 % podríamos hablar de verdadera posesión. Sin embargo, el porcentaje de daño espiritual que no es posesión, si es mucho muy amplio, hablamos de obsesión, vejación e infestación detalló.
La obsesión se entiende como la acción extraordinaria del demonio que puede entrar y salir del cuerpo de la persona a voluntad, un asedio que la debilita física, psicológica y espiritualmente. La persona presenta tendencias suicidas o pérdida del sentido de la vida, entre otras, pero estos también son síntomas propios de una depresión profunda, por eso se debe discernir.
La infestación se puede dar en animales, cosas, o en inmuebles y se da porque ahí se cometieron pecados graves o se realizaron ritos esotéricos u ocultistas que han generado la presencia del espíritu maligno en ese lugar, entonces ocurren fenómenos extraños.
La vejación es cuando el espíritu inmundo ataca a la persona físicamente en su salud, e incluso, en sus bienes y/o propiedades. La posesión satánica es cuando el espíritu inmundo o demonio toma posesión sobre la persona en su cuerpo físico y lo manipula como quiere explicó.
Síntomas que presentan las personas posesas
Sánchez Priego refiere que una persona que está verdaderamente poseída presenta una serie de síntomas o características. Una de ellas sería la aversión hacia las cosas santas, lo sagrado, lo relacionado con Dios. Pueden ser lugares como una iglesia, objetos como una reliquia o una cruz, y personas como él, religiosos. De igual forma, dice que estas personas tienen una fuerza fuera de lo normal.
No estamos hablando del estado psicótico delirante de un individuo con trastorno mental que por supuesto manifiesta una gran fuerza, estoy hablando, por ejemplo, del caso de un niño de 6 años que es incapaz de ser controlado por diez individuos adultos y a los diez puede aventarlos en fracciones de segundos a distancia advirtió.
Otro síntoma es la reacción a la oración, además, estas personas también pueden saber hechos ocultos y manifestarlos, o hablar un idioma perfectamente estructurado sin haberlo estudiado, incluso una lengua muerta (hebreo, arameo, latín, sanscrito).
“Como ser espiritual, el demonio conoce todo lo relacionado con la naturaleza humana y material que nosotros desconocemos, entonces tiene la capacidad de manipular esa naturaleza material del individuo y modificarla, no su espíritu, no su alma (…) Por eso la persona puede caminar en el techo, disminuir a voluntad su estatura o aumentarla, y generar movimientos que son imposibles de hacer de forma natural por parte de una persona”, señaló.
Lo anterior le permite al padre darse cuenta si la persona está de verdad posesa espiritualmente hablando, y si la conclusión del examen médico, psicológico y psiquiátrico es la certeza moral (verdad irrefutable), se procede al exorcismo.
Solo después de la comprobación de que, efectivamente, se trata de una posesión satánica y el discernimiento de la evaluación, neurológica, psiquiátrica y psicológica, se procede al exorcismo enfatizó.
De la posesión satánica a la expulsión del espíritu maligno
Para hacer un exorcismo la Iglesia Católica procede con extrema cautela porque puede tener implicaciones en la salud y en la vida de la persona. Si el poseído es menor de edad tienen que estar presentes sus padres, y si es mayor de edad, tiene que haber una persona que la represente legalmente.
“Primero procedemos a la firma de un consentimiento informado en el que se les explica de qué se trata el rito que se va a realizar y ponen, bajo nombre y firma, que aceptan con los riesgos que esto conlleva, porque es importante señalar que ha habido algunos casos de posesión tratados mediante el exorcismo en los que la persona puede morir, muy rara vez, pero ha ocurrido. Es tan violento lo que pasa que afecta al cuerpo, y a la función cardiaca y respiratoria, sobre todo”, aseguró.
Para hacer el exorcismo el sacerdote se hace acompañar de un grupo de laicos que lo apoyan durante el mismo en diferentes aspectos, como para controlar al poseído y, algo muy importante, rezar por él, por el sacerdote, no por la persona poseída.
“Los laicos más antiguos que me apoyan en el equipo de intercesión tienen unos 15 años trabajando conmigo, son laicos catequizados, evangelizados, y en formación continua que además, llevan una vida de fe. En este equipo hay médicos, una psicóloga, una enfermera, y otros con otras profesiones. Ellos oran por mí, porque la potestad la tengo yo, pidiéndole a Dios su gracias para que me mantenga firme en lo que estoy haciendo, porque el demonio, al ser un ser espiritual actúa en la tentación como especie inteligible, puede venir a las facultades inferiores del alma, en la imaginación y en la afectividad, para debilitar la voluntad y entonces engañar o pretender engañar al exorcista y al equipo”, explicó.
Algo muy importante es que yo no toco a la persona, el equipo de intercesión son los que me ayudan a sujetarla cuando entra en trance porque existe una forma de hacerlo para que el poseso no se lastime, su fuerza es extraordinaria y pueden fracturarse los huesos o desgarrarse los músculos agregó.
Algo que subraya Sánchez Priego como fundamental es no dialogar con el demonio, el sacerdote exorcista debe estar centrado en el poder del Dios, debe actuar con autoridad sin distracciones por más espectacularidad que esto pudiera presentar o fenómenos preternaturales, dice, además que no debe ceder a la fascinación de lo que el demonio pueda revelar porque todo lo que hace es manifestar un poder que en realidad no tiene para genera terror y hacer creer que tiene el poder de Dios, lo cual es absurdo, subraya.
De acuerdo con el catolicismo el diablo es la personificación del mal que se rebeló contra Dios en un intento de igualarse a él. Se le representa como un ángel caído, que fue expulsado del cielo al principio de los tiempos, y está en constante oposición a Dios.
Debemos decir que ponerse de lado del maligno y del pecado, con todas sus letras, es ponerse del lado de los perdedores, porque el demonio no puede hacer nada excepto lo que Dios le permita con la intención de obtener un mayor bien, en este caso el bien de la persona, porque no es solo liberarla del daño espiritual sino que a partir de esta experiencia, que es verdaderamente terrible física, psicológica, espiritual y social, entre a un proceso de conversión sentenció.
Acerca del conjuro o mandato, exorcismo
Los exorcismos se han practicado desde tiempos remotos como prueba de la autoridad de Dios sobre el diablo. Continúan en la vida de la Iglesia Católica como parte del cuidado pastoral de las almas, sin importar raza o religión. El exorcismo es una forma específica de oración que la Iglesia usa contra el demonio, por ello el sacerdote exorcista debe ser piadoso, conocedor, prudente, y llevar una vida íntegra.
“La palabra exorcismo desde su etimología significa ´conjuro´. Es un mandato, una orden, en este caso para expulsar, entonces exorcizar significa ´mandar con autoridad para expulsar´ (…) Se utiliza el Ritual Romano de los Exorcismos que recoge toda la tradición de oración de la iglesia a lo largo de los siglos desde los apóstoles y con oraciones específicas (…) Es un proceso que inicia al ponerse en la presencia de Dios, para pedir su gracia e invocar a la iglesia triunfante que son los santos. Después se lee la palabra de Dios y diversas partes del evangelio, especialmente el de San Juan”, detalló.
Posteriormente se le pide a Dios en una oración de intercesión que libere a la persona y luego viene el verdadero exorcismo que es ya mandato, conjuro: ´Yo, con mi autoridad sacerdotal en el nombre de Jesucristo señor te ordeno, ¡sal de esta persona!´. Esto puede durar una hora, dos, o tres, puede ser suficiente un solo exorcismo, o hacerlos cinco veces al mes, dependiendo añadió.
La característica de una verdadera posesión es que cuando la persona es liberada del espíritu maligno no es consciente de lo sucedido.
Cuando se entrevista a alguien que ha estado poseso, dice que cuando entra en trance no tiene consciencia de sí mismo, se ve en un lugar oscuro y hay mucho sufrimiento en su cuerpo y en su mente, no sabe qué está pasando, siente como si se estuviera ahogando, pero no tiene consciencia de lo que ocurrió externamente, por así decirlo señaló.
El sacerdote mencionó que, más allá del cansancio físico que supone estar atendiendo a alguien durante dos o tres horas, es donde uno de se da cuenta cómo la gracia lo sostiene física, psicológica y espiritualmente, uno humanamente no podría hacerlo, nos rebasa totalmente, advierte, “es pura gracia y bendición de Dios”.
Cada caso es diferente y si me han tocado algunos fenómenos como la materialización a través de la boca de animales, clavos, o vidrio (…) El demonio que existe antes de la creación de la naturaleza si lo sabe hacer y lo manifiesta para impresionarnos, pero dicen en italiano, “no es más que un payaso de Dios que pretende imitarlo". Por eso, quien conoce a Dios verdadero no tiene nada que temer y es una invitación a la que debemos llegar porque dice San Pablo, ‘si Dios está conmigo quién contra mí’ sentenció.
Finalmente, Pedro Sánchez Priego, es claro al decir que el demonio no entra al cuerpo de una persona por voluntad propia sino es la persona la que en la mayoría de los casos le abre la puerta por renegar a Dios, o por ignorancia, al realizar prácticas que van desde las más comunes como el esoterismo, el ocultismo, el espiritismo, la santería, etcétera, y todo lo que de ello deriva, como puede ser portar amuletos, hacer rituales de superstición, lectura de cartas, etcétera, hasta una forma más elaborada de pensamiento y de práctica que no es una religión: la Nueva era o New age, en la que el concepto básico de energía universal “es Dios”.
“De ahí se derivan diversa prácticas como el thetahealing, el mindfulness y otras que vienen del budismo como sistema ideológico para alcanzar ´la iluminación´ y entonces la persona se termina desviando del camino de la fe verdadera y sobrenatural que nos revela nuestro señor Jesucristo para quedarse en una fe y una práctica inmanente, es decir, se queda en el nivel estrictamente humano y no abre a la trascendencia”, concluyó el sacerdote.
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Esto solo manifiesta la necesidad que tiene el ser humano de creer en algo o en alguien, pero no es Dios.