“Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar…” esta frase de la que quizá es la canción ranchera más popular de nuestro país, resume bastante bien lo que en este artículo vamos a tratar, pues no es raro sentir que estás ante un gran obstáculo que no te deja avanzar, pero es necesario tratar de sortear las dificultades que se nos presentan y seguir adelante.
En ciertas etapas de la vida es muy común sentir que nuestra vida no avanza y es entonces cuando, a través de una crisis, nos empezamos a hacer preguntas diferentes acerca de nuestra propia existencia y el sentido que ella tiene, asegura Jaquelin Machado, profesional de la salud mental con especialidad en coaching multidimensional e instructora en desarrollo de consciencia.
En esos momentos, en que sentimos que estamos atorados y no hay para donde movernos, los sentimientos que podemos experimentar son, de forma general, un desasosiego y cierta apatía ante lo que hasta el momento presente se venía haciendo con cierto fastidio, añade la especialista.
Expone que también nos enfrentamos al aburrimiento por la rutina de hacer lo mismo, con las mismas personas, de la misma manera y vemos que solo el tiempo avanza, pero nosotros seguimos sin evolucionar, y sientes como que estás caminando, pero en círculos. Es una sensación de desamparo y falta de dirección, entre otros.
¿POR QUÉ OCURRE ESTO?
Las causas por las cuales se presentan estos sentimientos de estar estancados son diversas, pero entre las esenciales está que de pronto llegamos a tener conciencia de que todo aquello que de pequeños se nos dijo que conseguiríamos si nos portábamos bien, si terminábamos los estudios, si pertenecíamos adecuadamente a cierta religión o grupo social y toda una serie de condiciones.
Se nos dijo que nuestra vida iba a estar cargada de equilibrio, alegría, felicidad, armonía si cumplíamos con todo esto, pero ya sea que lo hagamos o lo dejemos de hacer, de todas maneras, no tenemos un resultado prometido… el vacío interno sigue ahí, comenta Jaquelin.
Entonces nos damos cuenta de que hemos actuado de forma complaciente para ser buenos seres humanos, alineados a un sistema social, familiar, religioso, político, económico y científico, entre otros, pero resulta que nunca es suficiente; esa insatisfacción sigue latente. En ese momento una crisis nos dirige hacia nuestro interior para replantearnos el sentido de nuestra vida.
LAS OTRAS PERSONAS NOS PIDEN MÁS
Por otro lado, siempre sucede que quienes nos rodean nos preguntan por el siguiente paso “lógico” que se supone deberíamos de dar: al soltero le dicen que ya se case, al casado que para cuándo los hijos… siempre nos piden que demos más de nosotros mismos.
Hacen esto porque en nuestra sociedad hay una programación de todo aquello que deberíamos cumplir a cierta edad: si eres mujer unas cosas, si eres hombre otras, pero todas están basadas en expectativas exteriores, explica la entrevistada.
Pero aquellas personas que nos piden más, también están condicionadas a su vez por el mismo sistema y de alguna manera proyectan en nosotros lo que no pudieron hacer, o también es una forma de sentir tranquilidad, porque todos tenemos que caminar el mismo sendero que exige el “buen vivir”, argumenta.
Es decir, las máximas aspiraciones generales son tener una buena profesión, un buen trabajo, casarte con el hombre o la mujer que se convertirá en el padre o madre de tus hijos, que, a su vez, repetirán el mismo patrón de comportamiento.
Ese estándar que se supone debemos cumplir es: tener cierta cuenta en el banco para vivir más o menos holgadamente, tener una buena casa, un buen coche, unos buenos amigos, asistir a una orden religiosa, criar a los hijos, mantener más o menos una buena salud-
Todo esto sería la “fórmula de la felicidad”, lo cual evidentemente no es cierto; cuando todas esas expectativas están regidas por un sistema exterior a nosotros, inevitablemente se presenta la crisis y después la sensación de estancamiento.
Es importante comprender, recomienda Machado, que la vida tiene dos caras en general y que ninguna es buena o mala, solo son aspectos que representan a la vida misma. Por eso tenemos día y noche, luz y oscuridad, masculino y femenino, conciencia y energía, cielo y tierra.
Estos son los aspectos y las caras de la vida, pero si entramos en juicio de valor y siempre buscamos perseguir uno negando el otro, esto inevitablemente genera sufrimiento. Muchas veces, y por lo general, aprendemos más de la sombra, del estancamiento en este caso, si aprendemos a abrazar y afrontar todo lo que nos dé placer de los momentos superficiales de la vida.
¿CUÁNDO ACUDIR CON UN PROFESIONAL?
Según la intensidad de tu sensación de estancamiento, sería aconsejable pedir ayuda profesional. Si la visión que tienes de ti mismo en esos momentos se encuentra cubierta de un “muro de niebla”, que no te permite ver claramente qué hay más allá de lo que estás viviendo, un apoyo profesional te permitirá ampliar el espectro de lo que experimentas y cambiar tu perspectiva, para que la transición sea mucho más consciente y clara para ti.
PODRÍA SER UNA ETAPA DE TRANSICIÓN
La sensación de estancamiento puede tratarse de una etapa de transición entre tu momento actual y el que sigue, por lo cual sería recomendable profundizar en aquella situación que te llevó a sentirte así, sin huir, sin reprimir ni tratar de evadirla a través de diferentes aspectos y comportamientos, como el alcohol en exceso, drogas o sexo, comida o trabajo compulsivos, incluso ver series televisivas, todo para no afrontar lo que atraviesas.
Por otro lado, una crisis existencial más profunda es una excelente oportunidad para atravesar la famosa “noche oscura del alma”, para hallar tu verdadero significado y misión. Este es uno de los grandes desafíos que todo ser humano atraviesa en algún momento de su vida, menciona.
¿QUÉ DEBEMOS HACER?
Ante esta crisis existencial, en vez de huir de ella se recomienda afrontar y abrazar todo aquello que consideras desagradable, intimidante, que se supone no deberías pensar ni sentir, pero a pesar de todo sí lo sientes, recomienda.
Se requiere meterse al pozo profundo de las emociones y de los programas limitantes que has adquirido durante el transcurso de tu vida y empezar a identificar, de todo lo aprendido hoy por hoy, qué es lo que sí funciona en tu vida o lo que ya no forma parte de ella.
Debes darte cuenta si te has comportado como un “adolescente tardío” o como un “adulto adulterado”, que no quiere crecer ni hacerse responsable de su propia vida; o si te has comportado como el padre o madre de tu pareja, pero no has sido el hombre integrado o la mujer integrada, completo (a), que tienen un propósito de vida claro.
Es necesario estar conscientes de que la vida en dualidad siempre tiene dos aspectos, el oscuro y el luminoso, que nos permiten evolucionar y transformarnos en adultos conscientes, que saben que la vida está llena de matices, que cuando toca llorar, lloro, pero no me hundo en el precipicio de la depresión y cuándo toca reír, me río, pero no me excedo en los placeres del hedonismo; en pocas palabras: aprendo a equilibrar lo que pienso, lo que siento y cómo actuó.
Pero una crisis existencial que me lleva al estancamiento no es mala, por el contrario, es una excelente oportunidad para replantear hacia dónde quiero dirigir mi vida, pues la sensación de insatisfacción y de incomodidad me indican un cambio de camino, concluye. Es como la piedra de la canción, que mencionamos al inicio de este artículo.