/ domingo 17 de octubre de 2021

Paty, la joven que mintió para ir al concierto de Queen en Puebla

Paty desconocía el peso de aquel concierto en la historia reciente de Puebla.

“La Reina” está en la casa y resulta un pecado no ir a su recibimiento. Ella, Paty Tello Cano, una adolescente de 17 años debe de hacer de todo, hasta mentirle a sus padres, para rendirle los honores a Queen cuando se corone en el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza de Puebla el domingo 18 de octubre de 1981, en el tercer y último espectáculo de los británicos en tierras aztecas.

Paty, como muchos de los asistentes, desconoce el peso de aquel concierto en la historia reciente de la ciudad; no porque el espectáculo la ponga frente a frente con un grupo con madera para ser leyenda de la música popular; sino porque el recital de Queen le abrirá las puertas hacia el respeto de la diversidad sexual y muchas de las cosas de la vida adulta, que para ella aún escapan de largo a sus 17 en un ingenuo 1981.

“En la radio cada vez que pasan (Queen) hay una gran euforia, grabo sus temas y las disfruto una y otra vez. Queen es sinónimo de un mundo propio, de sentirte superior por escuchar esta música, es en pocas palabras la droga de mi adolescencia”, cuenta Paty.

“Pero cómo no ser fanática después de escuchar Rapsodia Bohemia, Don’t Stop Me Now o Another One Bites The Dust. Esa adrenalina con solamente escucharlos al lado de amigos, hombres o mujeres es lo que me encanta”, agrega.

Ella como en la canción Killer Queen si bien “habla como baronesa” tras comprar sus boletos para dicho banquete en 300 pesos, es incapaz de presumirlos porque si en casa se enteran de su asistencia al concierto pueden la castiguen de por vida, pues un recital de tal alcurnia no es apto para una princesa, al menos eso piensan papá y mamá.

Pero Paty se ha hecho de sus entradas luego de constatar la noticia de la llegada a Puebla de “La Reina” después de ver decenas de anuncios publicitarios del concierto por la avenida 5 de mayo, una de las arterias más importantes del centro de la ciudad. Aunque tras dudar y constatar la presencia de Queen en Puebla gastó los ahorros generados durante el verano en el trabajo del mañana al capturar datos en una máquina que llaman computadora.

Paty y compañía presumen la mitad del plan, pero aún falta la venia para asistir puntual a la cita con “La Reina”. Sin embargo, “ir a ver a Queen no es igual como pedir permiso para ir al cine”, pues cuando Paty seguramente les solicite el permiso a sus padres, éstos la mandarán a volar, e inclusive diseñarán una estrategia para dejarla sin salir todo el sábado 17… día del primer recital de Freddie, Roger, John y Brian en Puebla.


“La Reina” está en la casa y resulta un pecado no ir a su recibimiento. Ella, Paty Tello Cano, una adolescente de 17 años debe de hacer de todo, hasta mentirle a sus padres, para rendirle los honores a Queen cuando se corone en el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza de Puebla el domingo 18 de octubre de 1981, en el tercer y último espectáculo de los británicos en tierras aztecas.

Paty, como muchos de los asistentes, desconoce el peso de aquel concierto en la historia reciente de la ciudad; no porque el espectáculo la ponga frente a frente con un grupo con madera para ser leyenda de la música popular; sino porque el recital de Queen le abrirá las puertas hacia el respeto de la diversidad sexual y muchas de las cosas de la vida adulta, que para ella aún escapan de largo a sus 17 en un ingenuo 1981.

“En la radio cada vez que pasan (Queen) hay una gran euforia, grabo sus temas y las disfruto una y otra vez. Queen es sinónimo de un mundo propio, de sentirte superior por escuchar esta música, es en pocas palabras la droga de mi adolescencia”, cuenta Paty.

“Pero cómo no ser fanática después de escuchar Rapsodia Bohemia, Don’t Stop Me Now o Another One Bites The Dust. Esa adrenalina con solamente escucharlos al lado de amigos, hombres o mujeres es lo que me encanta”, agrega.

Ella como en la canción Killer Queen si bien “habla como baronesa” tras comprar sus boletos para dicho banquete en 300 pesos, es incapaz de presumirlos porque si en casa se enteran de su asistencia al concierto pueden la castiguen de por vida, pues un recital de tal alcurnia no es apto para una princesa, al menos eso piensan papá y mamá.

Pero Paty se ha hecho de sus entradas luego de constatar la noticia de la llegada a Puebla de “La Reina” después de ver decenas de anuncios publicitarios del concierto por la avenida 5 de mayo, una de las arterias más importantes del centro de la ciudad. Aunque tras dudar y constatar la presencia de Queen en Puebla gastó los ahorros generados durante el verano en el trabajo del mañana al capturar datos en una máquina que llaman computadora.

Paty y compañía presumen la mitad del plan, pero aún falta la venia para asistir puntual a la cita con “La Reina”. Sin embargo, “ir a ver a Queen no es igual como pedir permiso para ir al cine”, pues cuando Paty seguramente les solicite el permiso a sus padres, éstos la mandarán a volar, e inclusive diseñarán una estrategia para dejarla sin salir todo el sábado 17… día del primer recital de Freddie, Roger, John y Brian en Puebla.


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