Seguro eres de los que al comerse una jugosa manzana o degustar un delicioso durazno le quitas la calcomanía que tienen, pero ¿alguna vez te has preguntado si son comestibles?
Lo primero que hay que precisar es que estas etiquetas deben cumplir ciertas normas respecto a su material de fabricación, pues independientemente de si son comestibles, tendrán contacto directo con los alimentos, por lo que no pueden tener ningún material tóxico.
Otro de los aspectos es que en caso de que no sean consumidas pueden ser reciclables y es que aunque no lo creas estas estampas pueden ser consumidas, pues están hechas a base de fécula de papa.
Cabe señalar que si bien estas estampas están hechas de papel y pegamento comestible, la recomendación es quitarlas, pues su finalidad no es ser consumidas, pues aunque comer una etiqueta por equivocación no causa daño, tampoco es recomendable hacerlo por hábito.
Y es que la restricción en su consumo no se debe a que pueda generar daños a la salud por los materiales con los que están elaboradas, sino debido a que aumentan el riesgo de asfixia al ingerirlas.
¿CUÁL ES LA FINALIDAD DE LAS ETIQUETAS EN LAS FRUTAS?
Estas peculiares etiquetas sirven para diferenciar el tamaño y almacenaje de las cosechas, mientras que a los consumidores les ayuda a saber si los productos son transgénicos, orgánicos o convencionales.
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Todas contienen cuatro dígitos como base, los productos que tienen un número 9 antes dicho código significa que es orgánico, mientras que si tiene un 8 se trata de un producto transgénico y si sólo tiene los cuatro dígitos significa que fue cosechado de manera convencional.
Esta normativa es regulada por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), con base en las reglas de la Federación Internacional para los Estándares de Productos, IFPS por sus siglas en inglés, que denomina a este código como PLU (Price Look Up).