/ sábado 27 de febrero de 2021

El lado oculto del Museo Amparo | TURISTEANDO CON EL BARÓN ROJO

En este recinto había un área enorme, la esquina sur, con hermosas antigüedades de origen francés

Hola queridos lectores, gracias nuevamente por abrirme las puertas de su hogar en este todavía muy friolento y loco sábado febrerino. En esta entrega le voy a narrar un recorrido muy breve por el ya famoso y muy poblanísimo Museo Amparo; pero no, no es la parte que ustedes conocen, sino un área bastante desconocida y de la que tengo la seguridad de que muchos de ustedes ni siquiera habían nacido cuando se abrió al público.

LO QUE NO CONOCÍAS DEL MUSEO AMPARO

Lo que todo poblano conoce de este museo es su majestuoso recibidor, obra del afamado arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, conocido por lo majestuoso de sus obras y qué más suerte para los poblanos que el tener aquí, en pleno Centro Histórico, una de las dos últimas obras realizadas en su vida.

Pero de este enorme museo existe un área, de la cual ignoro el motivo por el que cerraron al público: la esquina sur, formada por una gran casa colonial que, según se dice, fue la mansión del patriarca de la familia Espinoza Rugarcía, don Manuel Espinoza Iglesias, afamado millonario que deja la totalidad de su fortuna para la administración de la Fundación Amparo.

Cuando se inaugura, esta parte del museo estuvo abierta al público por un breve tiempo; mostraba una increíble colección de mobiliario y obras de arte de origen francés, la mayoría de los siglos XVI y XVII. Dentro de esta vasta colección, la cual ignoro si la tengan en exhibición o ya la hayan embodegado, estaban varios espejos franceses enormes, candiles de gran peso, unos muebles muy curiosos llamados bargueños, que constan de muchos pequeños cajoncitos; sillería e incluso un juego de escritorio y libreros que, según sabía, fueron propiedad de la nobleza francesa del siglo XV.

Toda esta narración, la cual acompaño de varias fotografías, fue vista por su servidor hace más de treinta años, a principios de la década de los noventas del siglo pasado. ¿Por qué cerrarían al público esta área?, lo ignoro, sus motivos tendrían. Ojalá cuando nuestra ciudad vuelva a la normalidad los directivos del museo decidan mostrar otra vez al público esta enorme colección de mobiliario antiguo.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.

  • WhatsApp: 22 14 15 85 38
  • Facebook: Eduardo Zamora Martínez

Hola queridos lectores, gracias nuevamente por abrirme las puertas de su hogar en este todavía muy friolento y loco sábado febrerino. En esta entrega le voy a narrar un recorrido muy breve por el ya famoso y muy poblanísimo Museo Amparo; pero no, no es la parte que ustedes conocen, sino un área bastante desconocida y de la que tengo la seguridad de que muchos de ustedes ni siquiera habían nacido cuando se abrió al público.

LO QUE NO CONOCÍAS DEL MUSEO AMPARO

Lo que todo poblano conoce de este museo es su majestuoso recibidor, obra del afamado arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, conocido por lo majestuoso de sus obras y qué más suerte para los poblanos que el tener aquí, en pleno Centro Histórico, una de las dos últimas obras realizadas en su vida.

Pero de este enorme museo existe un área, de la cual ignoro el motivo por el que cerraron al público: la esquina sur, formada por una gran casa colonial que, según se dice, fue la mansión del patriarca de la familia Espinoza Rugarcía, don Manuel Espinoza Iglesias, afamado millonario que deja la totalidad de su fortuna para la administración de la Fundación Amparo.

Cuando se inaugura, esta parte del museo estuvo abierta al público por un breve tiempo; mostraba una increíble colección de mobiliario y obras de arte de origen francés, la mayoría de los siglos XVI y XVII. Dentro de esta vasta colección, la cual ignoro si la tengan en exhibición o ya la hayan embodegado, estaban varios espejos franceses enormes, candiles de gran peso, unos muebles muy curiosos llamados bargueños, que constan de muchos pequeños cajoncitos; sillería e incluso un juego de escritorio y libreros que, según sabía, fueron propiedad de la nobleza francesa del siglo XV.

Toda esta narración, la cual acompaño de varias fotografías, fue vista por su servidor hace más de treinta años, a principios de la década de los noventas del siglo pasado. ¿Por qué cerrarían al público esta área?, lo ignoro, sus motivos tendrían. Ojalá cuando nuestra ciudad vuelva a la normalidad los directivos del museo decidan mostrar otra vez al público esta enorme colección de mobiliario antiguo.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.

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