Hola compañeros lectores, ¿cómo están? Antes que nada, les quiero desear que sus objetivos los cumplan poco a poco y que tengan muchas ganas de viajar y conocer nuevos lugares este año.
Esta vez les contaré, en varios capítulos, el que quizá sea el viaje más impactante que he hecho y que me marcará para el resto de mi vida, pues en él tuve todo tipo de emociones, pensamientos, recuerdos, logros, descubrimientos, aprendizaje, miedos, improvisaciones, tolerancia, contrastes, espiritualidad, compañerismo, risas, soledad, desgaste, cansancio, admiración, fuerza y un sinfín de cosas más.
Me sirvió en dos cosas principalmente: la primera, en hacerle caso a mi intuición y la segunda, ser consciente de que por mucho que tengamos preparado algo, a veces hay factores completamente ajenos que nos obligan a improvisar.
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Me llevó tiempo digerir este viaje, tuve sentimientos encontrados varios días, hasta que poco a poco noté que, a pesar de que no salió todo como lo había imaginado, había logrado una gran aventura: treinta y siete días en la cordillera del Himalaya de India y Nepal.
LA PLANEACIÓN
Todo empezó cuando Giovanny nos propuso hacer un nuevo viaje, lejos de México. Hubo varias propuestas, Sudamérica, Tailandia, Alaska o África y cuando alguien mencionó la India fue una palabra mágica y todos sin ponernos de acuerdo dijimos: “¡¡órale!!”.
Del grupo que nos reunimos al principio solo quedamos Jaime, Giovanny y yo, y empezamos a preparar todos los detalles. En otra reunión Giovanny nos presentó a un amigo de él que quería participar y se ofreció para trazar una ruta que, a mi parecer, no era viable ni correcta; le sugerí cambios y no los quiso hacer, alegando que tenía todo planeado.
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Pero todo parecía demasiado perfecto y siempre salen imprevistos… mi intuición me decía que no debía fiarme del plan de mi tocayo…
INICIA LA AVENTURA
Llegó el día de partir a Nueva Delhi, conseguimos un vuelo a precio accesible de más o menos 28 horas de viaje, pasando por Vancouver y China. Por razones administrativas de la aerolínea, Giovanny salió 2 días después. Jaime, mi tocayo y yo llegamos a Nueva Delhi sin contratiempos, ya entrada la madrugada. El vuelo no se me hizo pesado, la emoción estaba a todo.
La primera impresión de Nueva Delhi me dejó pasmado: ruido de claxon por todos lados, motocicletas, coches, tuku tukus salían en todas direcciones, basura, tráfico, desorden, muchísima contaminación, calor, gente caminando en las calles porque no hay banquetas, perros y miles de vacas…
Después de pelearnos con el taxista del tuku tuk -abusivo, flojo y grosero- porque nos dejó en otro lado, pudimos llegar a recoger las motos. Ahí nos estaba esperando Lalli, un hindú ortodoxo, alto, con gran barba blanca y un turbante azul cubriendo su cabeza.
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Nos pidió nuestro itinerario del recorrido en moto, al leerlo nos dijo que era muy difícil hacer eso por varios motivos: el número de días, el clima -que en el Himalaya siempre cambia- y otro muy delicado es que estaríamos en un pueblo frontera con Pakistán, en donde hay terrorismo.
Mi tocayo fue insistente y convenció a Jaime para hacerlo a como diera lugar; mientras yo los oía discutir e intentar trazar una “nueva” ruta se me acercó un inglés de unos 60 años llamado Simon, que lleva 15 años rodando en la India, me dijo con el hermoso acento británico y obviamente en inglés: “no lo hagan, es muy complicado, no lo van a disfrutar”. Le pedí que nos hiciera un itinerario más fácil y en 15 minutos teníamos al parecer un excelente plan para recorrer diversos lugares, bueno, eso creí yo…
EN NUEVA DELHI
Anduvimos recorriendo Nueva Delhi y visitando sitios históricos como el Fuerte Rojo, el Parque Central, el viejo centro, además de conocer el templo y centro ceremonial de Akshardham; este tiene una arquitectura impresionante, pero a mi parecer es algo Holliwoodesco el hinduismo que ahí manejan: demasiada opulencia, juegos temáticos, áreas de fast food, jueguitos, que no tienen nada que ver con la religión y el tema espiritual que dicen practicar, bueno, es mi humilde opinión.
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Por fin llegó Giovanny y fuimos por las motos para dirigirnos al Himalaya. Lalli y su equipo nos hicieron una ceremonia con humo, flores, oraciones y dulces, para pedir a los espíritus viajeros que nos protegieran y regresáramos con bien.
Al día siguiente salimos muy temprano para abandonar esa caótica ciudad, desde las 5:00 am y no paramos hasta ya casi el anochecer y ¿qué creen?, ¡aún no salíamos de Delhi!, es una ciudad gigantesca, con pueblos pegados uno tras otro; nos llevó día y medio poder salir de la mancha urbana, para ver campo y montañas.
NATURALEZA AL FIN
Después de muchas horas de manejo y algo de cansancio por no poder ver paisajes bonitos, pudimos llegar a Chamba, un pueblo hermoso, rodeado de montañas y un río espectacular. Ahí nos quedamos a dormir y a comer, ¡en verdad la comida india me encantó!
A partir de aquí el recorrido fue espectacular, yo me encontraba extasiado por toda la naturaleza que podíamos ver: lagos, ríos, montañas, árboles gigantescos, aves, cabras, changos, montañas y un largo etcétera.
Había quedado atrás todo el caos que sentimos y en el que estuvimos inmersos más de 6 días, por lo que estábamos verdaderamente felices y muy atentos, ya que ahora sí iba a empezar el verdadero viaje.