Dicen que el color verde significa aventura y armonía, mientras que el azul es el de la paz. Cuando ambos se juntan hacen magia y esto se puede comprobar en el lago-cráter de Atexcac. Se trata de un lugar hermoso a la vista por su naturaleza, pero olvidado por las autoridades, incluso se enfrenta al robo de yucas o sierrillas, una planta originaria de este hábitat que es utilizada para adornos en otras poblaciones.
San Luis Atexcac es una población pequeña en el municipio de Guadalupe Victoria, son alrededor de ochos calles las que integran la comunidad y no hay presidencia auxiliar, sino que todavía hay un juez de paz que apoya a los pobladores con sus necesidades. En este lugar la mayoría de los habitantes se dedica a la ganadería, elaboración de quesos de cabra y trabajan en las “bloqueras”, es decir, en donde se hace y se vende bloques de hormigón.
Se estima que hay alrededor de 500 habitantes, pues por falta de empleo la mayoría ha emigrado. No hay muchos negocios y no es un lugar muy turístico, sin embargo, en últimos meses ha cobrado fuerza en redes sociales como en TikTok y los pobladores cada fin de semana reciben a cientos de turistas que preguntan cómo llegar a la famosa laguna de tonalidades verdes con azul, quieren saber su historia, sus leyendas y tomarse fotografías.
UN LAGO DE CRÁTER VOLCÁNICO OLVIDADO POR LAS AUTORIDADES
Pese a que es un lago de cráter volcánico y tiene muchas similitudes con la laguna de Alchichica, este espacio natural está en el olvido, lo que ha derivado en delincuencia hacia las personas que la visitan, robo de sus piedras volcánicas y robo de sus plantas nativas, como las yucas o sierrillas (así le dicen los pobladores de Atexcac).
Chantal Silva es una de las habitantes de San Luis y es la única persona que ofrece servicio a los turistas, como estacionamiento, baños y bebidas. Ella explicó que en últimos años ha crecido el interés de extranjeros, pero, hasta el momento, no hay pobladores interesados en ser guías o que ofrezcan su tiempo a cambio de dinero por hacer recorridos.
Aunque cada vez hay más turistas, la seguridad no ha incrementado, sólo hay una patrulla municipal que vigila la zona en las tardes. Por ello sugieren a las personas que acuden que sean cuidadosas y que sigan el camino de piedra, pues hubo dos casos que por querer acercarse con su automóvil fueron asaltados.
Tan olvidado está este lugar que las personas que lo visitan se están robando las piedras volcánicas sin que nadie les diga nada. Se las llevan porque les gustan sus tonalidades negras. Los ciudadanos de Atexcac se han dado cuenta porque cada vez hay menos, pero desconocen si tendrá repercusiones en un futuro.
Tampoco hay alguien que vigile el ingreso en la laguna, por ejemplo, si alguien entra a nadar. Los oriundos de Atexcac no se meten a estas aguas, pues creen que hacerlo es una falta de respeto y como si estuvieran retando a la muerte. Su sugerencia a los viajeros es no hacerlo, pero no hay una autoridad que los haga entrar en razón.
Chantal aceptó que tiene sentimientos encontrados. Por una parte, le gustaría que este lugar fuera más turístico, pues su negocio crecería, pero, por otra parte, tiene miedo que los visitantes destruyan el tesoro de su comunidad.
“LOS SIERRILLEROS”, LA PREOCUPACIÓN DEL PUEBLO
No sólo el hurto de piedras volcánicas es la preocupación del pueblo, sino que han notado el incremento de “sierrilleros”, son estas personas que llegan al lago y cortan de manera desmedida la yuca o la “sierra”, que es una planta nativa de la zona. Estas personas cortan con el permiso de particulares, pues no hay nadie que proteja el campo y no se ha considerado como un área natural protegida.
Jesús Cruzado fue el juez de paz de Atexcac hasta el 2 de mayo, tuvo el cargo por tres años y confirmó que la tala de estas plantas ha ido al alza y estas personas no plantan más para evitar un desajuste natural. Como han pasado los años el cerro luce cada vez más vacío y no saben si esto afectará al lago.
Los sierrilleros venden las plantas a los pueblos grandes, ya que con este material hacen los adornos para las iglesias o artesanías. El problema es que ya lo hacen sin ningún control y las cortan en temporadas que no deberían porque la planta está en su desarrollo o cuando es más difícil que se puedan volver a plantar. Ahora con el auge del lugar, espera que lo volteen a ver y que se tomen cartas en el asunto.
LOS TURISTAS LO VEN COMO UN LUGAR MÁGICO
Para ver el lago se tiene que caminar alrededor de 20 minutos cuesta arriba, hay varios caminos, pero como no hay señalética ni nadie que brinde indicaciones cada quien por su cuenta debe de buscar como subir. Al llegar a la cima se siente una paz inexplicable y la vista es un regalo.
Cuando EL SOL DE PUEBLA acudió sólo pudo encontrar a una pareja que estaba de visita, ellos comentaron que supieron del lugar por conocidos y llegaron gracias a google maps, pero les hubiera gustado que alguien les diera un tour.
No obstante, llegar a un lugar que aún no tiene tantos turistas y que no hay tanto información al respecto hizo que se sintieran en una aventura. Ellos pidieron informes para saber más acerca de Atexcac, pero no hubo nadie que pudiera ayudarlos.
“Es un lugar mágico, nunca creí que esto existiera en Puebla, ya había ido a Alchichica y es bonito entre semana porque en fines de semana ya es una cantina, por eso quise venir aquí, para comprobar si era cierto lo que se veía en redes sociales, sus colores y que era tan hermosa”, compartió Daniel Hernández.
LAS LEYENDAS QUE RODEAN ATEXCAC
Una de las leyendas es que dentro del lago hay “un encanto”, el 24 de junio día de San Juan, una luz dorada se ve en medio del agua y parece que hay una fiesta, se escucha música y parece que hay gente bailando. Algunos pobladores juran que lo han visto, pero no hay fotografías.
Este día los pobladores tienen una gran fiesta en su iglesia y no suben a celebrar, por eso son muy pocas personas las que han podido ver la luz dorada, pero si lo hacen, serán bendecidos de por vida.
Otra leyenda dice que el lago no tiene fondo y por ello, es peligroso entrar a nadar. Antes de la pandemia, los pobladores aseguraron que varias personas llegaban a Atexcac para estudiar el lago, decían que eran de la UNAM o del Instituto Politécnico Nacional, venían con buzos para encontrar el fondo, pero nunca lo encontraron.
Todas las personas que fueron a investigar nunca regresaron y no compartieron los estudios a los pobladores, por tanto, desconocen cuales son los resultados.
Atexcac está ubicado a dos horas de la capital poblana en auto y en definitiva es un lugar que tienen que voltear a ver las autoridades para su cuidado y su protección, pues es un tesoro que pocos imaginarían está en el estado de Puebla.