/ martes 6 de agosto de 2019

Los títeres, una tradición ancestral de México y Huamantla

La familia de Alberto “Beto” Orozco García ha mantenido viva esta tradición histórica mexicana con dedicación

Los títeres forman parte de la historia ancestral de México y Huamantla, pueblo Mágico del estado de Tlaxcala, conserva esta tradición prehispánica gracias al Museo Nacional del Títere y el Festival Internacional de Títeres “Rosete Aranda”, uno de los más prestigiosos del mundo.

“La tradición de los títeres ha marcado la historia de nuestro país desde hace cientos de años. Se han encontrado figurillas de barro en sitios arqueológicos de Tlaxcala como Cacaxtla y Xochitécatl, que imitan seres humanos articulados. Los hijos de las altas clases sociales contaban con estos juguetes ya en épocas prehispánicas”, afirma Julio García Castillo de rehiletes.com, especialista en turismo cultural de Tlaxcala.

Incluso hay un códice maya que revela al personaje “Teokikixltli” (el que hace bailar a los dioses) que en una mano muestra a un títere de guante y en la otra un títere de hilos.

La familia de Alberto “Beto” Orozco García ha mantenido viva esta tradición histórica mexicana con dedicación, pasión y un amor inagotable a las marionetas. Tres generaciones al servicio de este arte que Beto, de 34 años, comenzó a aprender con 8 años.

Desde la construcción de sus propios títeres, al arreglo de las obras y los escenarios hasta su manejo, Beto y sus cuatro hermanos –y ahora su sobrino- mantienen viva la tradición. Su madre, Aída García Hernández, elabora el vestuario de las marionetas.

“Es una tradición familiar que sigo porque la conozco desde que nací. Todos en casa somos músicos, titiriteros, mi hermano mayor es cantante de ópera, mi mamá cose el vestuario”, explica Beto.

Los cientos de marionetas que han elaborado a lo largo de los años permanecen en su taller como patrimonio familiar.

Beto resume su arte en “dar vida a cualquier objeto inanimado” y maneja marionetas de hilo, guante, sombra, bocones, de varilla, fantoches. En definitiva, de todo el espectro infinito del guiñol.

En cuanto a los materiales, la familia utiliza cualquier material que tenga capacidad de moldeado, “desde pasta, madera, látex y hasta reciclado. Todo lo que ayude a crear esa vida. Mi mamá los viste de acuerdo al personaje”, afirma Beto.

Si alguien puede dar vida a unos acróbatas saltimbanquis, a un esqueleto bailón pasado de tequila, a un triste tenor o a un titiritero en pena, es Beto, con unas manos mágicas que mueven los títeres de tal manera que magnetizan al público.

Beto dirige el grupo de teatro de títeres La Bruja, con sede en Huamantla, Tlaxcala, desde 2005. La mayoría de sus integrantes pertenecieron al grupo Malinzi (Museo Nacional del Títere) desde el año de 1993 hasta 2002.

La Bruja lo integran músicos, bailarines, profesores, administradores, pintores y cantantes. Su objetivo primordial es preservar y difundir el arte titiritero en México.

Es tal la importancia del arte titiritero que la Legislatura Local de Tlaxcala tiene previsto debatir una iniciativa para declarar a los Títeres de Huamantla y al Festival de Títeres “Rosete Aranda” como patrimonio cultural Material e Inmaterial del Estado de Tlaxcala.

FAMILIA ROSETE ARANDA.

En 1835 se creó la empresa de autómatas de los Hermanos Rosete Aranda, la compañía de títeres más importante de México y conocida a nivel mundial, cuya influencia ha llegado hasta Rusia, donde en una de sus universidades existe una materia teatral llamada Rosete Aranda.

La familia Rosete Aranda es fundamental a la hora de entender la historia de los títeres en México. Julián Aranda y sus hermanos Hermenegildo, Ventura, María de la Luz y Francisco, -fundadores de la compañía- crearon personajes de todo tipo que representaron historias, cuentos, leyendas, obras literarias, acontecimientos históricos, hasta conciertos que entretenían y educaban al público.

El Museo de Títeres de Huamantla conserva la colección de los Hermanos Rosete Aranda, donde algunos de sus títeres ya forman parte del acervo cultural mexicano como “El vale coyote”, “La Parrasconcita” o “El pilluelo dinamita”.

Este establecimiento alberga también una amplia colección de marionetas de Alemania, Francia, Italia, Indonesia, China, Sudamérica, Estados Unidos y México gracias a las donaciones de muchas de las compañías de títeres internacionales que participan en el Festival Internacional del Títere que se celebra las dos últimas semanas de octubre.

La tradición del títere en México resurgió con la llegada de los religiosos europeos que vieron en estos espectáculos la posibilidad de la evangelización, contando historias ejemplares en las representaciones.

En los escritos que dejó Fray Bernardino de Sahagún se menciona que la forma de llegar a los indígenas y convertirlos a la religión era a través de personajes animados.

Pronto surgieron las compañías de titiriteros de carpa que abordaban temas pícaros, burlescos y de sátira y crítica política, creando un sinfín de escenarios y obras espectaculares con cantantes y actores que daban vida a las marionetas.

En esta época dorada del títere nació la compañía de los Hermanos Rosete Aranda, mucho antes de la llegada de la radio y la televisión.

Si la Inquisición en la Edad Media prohibió los espectáculos y persiguió a los titiriteros, también lo hicieron posteriormente varios gobiernos tras la independencia de México en 1821.

Las marionetas hablaban lo que estaba en la mente de todos, pero nadie se atrevía a decir por miedo a arresto y encarcelamiento.

Por su boca se criticaba a políticos y gobernantes y fueron estos espectáculos los que transmitieron la crítica social y la voz y el sentir del pueblo antes de la aparición de los medios de comunicación.

A los títeres también se les llama “marionetas” derivado de la palabra francesa "marionette" que se refería a la virgen María quien se aparecía en representaciones religiosas y efectuaba un sonido agudo. Por eso las marionetas hablan con voces agudas o falsas.

El nombre de títere es una palabra onomatopéyica que hacían los actores con un silbato produciendo un ti-ti al mismo tiempo que movían los muñecos. ¡Ahí viene el ti-ti-ritero!

LAS TÉCNICAS DEL TÍTERE.

Dentro del teatro de títeres hay distintas técnicas: los de hilos, los de guante, los de varilla, los de sombra, los bocones, los ventrílocuos, los de cachiporra, los de tiro. Se puede manipular un títere de tantas maneras que ya la expresión ha pasado a la cultura popular bajo el dicho: “te manipulan como títere”.

Aún subsiste esta tradición en muchos países además de México como Francia, República Checa, Indonesia, China, Bulgaria, Rusia y Cuba. Alemania, España, Italia, China, Inglaterra e India conservan también esta tradición.

El Museo de Títeres de Huamantla no es solo una exposición, sino un recorrido por la historia de México. Aquí se aprecia como el fraile Simeón evangelizaba moviendo a las marionetas con los hilos de una cruz de Cristo.

Las marionetas también conservaron historias no escritas con espectáculos como el de Don Ferruco y Doña Mariquita que, además de ser grandes artistas, fueron maestros que se adentraron en la sierra para alfabetizar a toda una generación a través de las marionetas.

Hubo títeres como “Los Petul”, quienes iban puebleando por el sureste de México para hablar con los campesinos, evitando así que fueran engañados para regalar sus tierras a cambio de una televisión.

Fueron tan importantes las obras que había representaciones especiales para presidentes y dictadores que mandaban traer a los titiriteros más famosos para sus fiestas.

Algunos títeres fueron tan relevantes que pasaron luego a la televisión como la Familia Telerín que primero fue un grupo de títeres mexicano.

La denominación guiñol también proviene de la historia de México: fue un personaje que durante la intervención francesa animaba a los soldados mexicanos a luchar. Monsieur Guignol y su muñeco eran todos unos personajes de la época.

Protagonistas de obras de García Lorca, o Cantinflas, Benito Juárez, Carlomagno, personajes de cuento como Hansel y Gretel, Blancanieves o Pinocho tuvieron sus títeres y espectáculos en la época dorada.

  • La familia de Alberto “Beto” Orozco García ha mantenido viva esta tradición histórica mexicana con dedicación, pasión y un amor inagotable a las marionetas. Tres generaciones al servicio de este arte que Beto, de 34 años, comenzó a aprender con 8 años.
  • Beto dirige el grupo de teatro de títeres La Bruja, con sede en Huamantla, Tlaxcala, desde 2005. La mayoría de sus integrantes pertenecieron al grupo Malinzi (Museo Nacional del Títere) desde el año de 1993 hasta 2002.
  • El Museo de Títeres de Huamantla conserva la colección de los Hermanos Rosete Aranda, donde algunos de sus títeres ya forman parte del acervo cultural mexicano como “El vale coyote”, “La Parrasconcita” o “El pilluelo dinamita”.

Los títeres forman parte de la historia ancestral de México y Huamantla, pueblo Mágico del estado de Tlaxcala, conserva esta tradición prehispánica gracias al Museo Nacional del Títere y el Festival Internacional de Títeres “Rosete Aranda”, uno de los más prestigiosos del mundo.

“La tradición de los títeres ha marcado la historia de nuestro país desde hace cientos de años. Se han encontrado figurillas de barro en sitios arqueológicos de Tlaxcala como Cacaxtla y Xochitécatl, que imitan seres humanos articulados. Los hijos de las altas clases sociales contaban con estos juguetes ya en épocas prehispánicas”, afirma Julio García Castillo de rehiletes.com, especialista en turismo cultural de Tlaxcala.

Incluso hay un códice maya que revela al personaje “Teokikixltli” (el que hace bailar a los dioses) que en una mano muestra a un títere de guante y en la otra un títere de hilos.

La familia de Alberto “Beto” Orozco García ha mantenido viva esta tradición histórica mexicana con dedicación, pasión y un amor inagotable a las marionetas. Tres generaciones al servicio de este arte que Beto, de 34 años, comenzó a aprender con 8 años.

Desde la construcción de sus propios títeres, al arreglo de las obras y los escenarios hasta su manejo, Beto y sus cuatro hermanos –y ahora su sobrino- mantienen viva la tradición. Su madre, Aída García Hernández, elabora el vestuario de las marionetas.

“Es una tradición familiar que sigo porque la conozco desde que nací. Todos en casa somos músicos, titiriteros, mi hermano mayor es cantante de ópera, mi mamá cose el vestuario”, explica Beto.

Los cientos de marionetas que han elaborado a lo largo de los años permanecen en su taller como patrimonio familiar.

Beto resume su arte en “dar vida a cualquier objeto inanimado” y maneja marionetas de hilo, guante, sombra, bocones, de varilla, fantoches. En definitiva, de todo el espectro infinito del guiñol.

En cuanto a los materiales, la familia utiliza cualquier material que tenga capacidad de moldeado, “desde pasta, madera, látex y hasta reciclado. Todo lo que ayude a crear esa vida. Mi mamá los viste de acuerdo al personaje”, afirma Beto.

Si alguien puede dar vida a unos acróbatas saltimbanquis, a un esqueleto bailón pasado de tequila, a un triste tenor o a un titiritero en pena, es Beto, con unas manos mágicas que mueven los títeres de tal manera que magnetizan al público.

Beto dirige el grupo de teatro de títeres La Bruja, con sede en Huamantla, Tlaxcala, desde 2005. La mayoría de sus integrantes pertenecieron al grupo Malinzi (Museo Nacional del Títere) desde el año de 1993 hasta 2002.

La Bruja lo integran músicos, bailarines, profesores, administradores, pintores y cantantes. Su objetivo primordial es preservar y difundir el arte titiritero en México.

Es tal la importancia del arte titiritero que la Legislatura Local de Tlaxcala tiene previsto debatir una iniciativa para declarar a los Títeres de Huamantla y al Festival de Títeres “Rosete Aranda” como patrimonio cultural Material e Inmaterial del Estado de Tlaxcala.

FAMILIA ROSETE ARANDA.

En 1835 se creó la empresa de autómatas de los Hermanos Rosete Aranda, la compañía de títeres más importante de México y conocida a nivel mundial, cuya influencia ha llegado hasta Rusia, donde en una de sus universidades existe una materia teatral llamada Rosete Aranda.

La familia Rosete Aranda es fundamental a la hora de entender la historia de los títeres en México. Julián Aranda y sus hermanos Hermenegildo, Ventura, María de la Luz y Francisco, -fundadores de la compañía- crearon personajes de todo tipo que representaron historias, cuentos, leyendas, obras literarias, acontecimientos históricos, hasta conciertos que entretenían y educaban al público.

El Museo de Títeres de Huamantla conserva la colección de los Hermanos Rosete Aranda, donde algunos de sus títeres ya forman parte del acervo cultural mexicano como “El vale coyote”, “La Parrasconcita” o “El pilluelo dinamita”.

Este establecimiento alberga también una amplia colección de marionetas de Alemania, Francia, Italia, Indonesia, China, Sudamérica, Estados Unidos y México gracias a las donaciones de muchas de las compañías de títeres internacionales que participan en el Festival Internacional del Títere que se celebra las dos últimas semanas de octubre.

La tradición del títere en México resurgió con la llegada de los religiosos europeos que vieron en estos espectáculos la posibilidad de la evangelización, contando historias ejemplares en las representaciones.

En los escritos que dejó Fray Bernardino de Sahagún se menciona que la forma de llegar a los indígenas y convertirlos a la religión era a través de personajes animados.

Pronto surgieron las compañías de titiriteros de carpa que abordaban temas pícaros, burlescos y de sátira y crítica política, creando un sinfín de escenarios y obras espectaculares con cantantes y actores que daban vida a las marionetas.

En esta época dorada del títere nació la compañía de los Hermanos Rosete Aranda, mucho antes de la llegada de la radio y la televisión.

Si la Inquisición en la Edad Media prohibió los espectáculos y persiguió a los titiriteros, también lo hicieron posteriormente varios gobiernos tras la independencia de México en 1821.

Las marionetas hablaban lo que estaba en la mente de todos, pero nadie se atrevía a decir por miedo a arresto y encarcelamiento.

Por su boca se criticaba a políticos y gobernantes y fueron estos espectáculos los que transmitieron la crítica social y la voz y el sentir del pueblo antes de la aparición de los medios de comunicación.

A los títeres también se les llama “marionetas” derivado de la palabra francesa "marionette" que se refería a la virgen María quien se aparecía en representaciones religiosas y efectuaba un sonido agudo. Por eso las marionetas hablan con voces agudas o falsas.

El nombre de títere es una palabra onomatopéyica que hacían los actores con un silbato produciendo un ti-ti al mismo tiempo que movían los muñecos. ¡Ahí viene el ti-ti-ritero!

LAS TÉCNICAS DEL TÍTERE.

Dentro del teatro de títeres hay distintas técnicas: los de hilos, los de guante, los de varilla, los de sombra, los bocones, los ventrílocuos, los de cachiporra, los de tiro. Se puede manipular un títere de tantas maneras que ya la expresión ha pasado a la cultura popular bajo el dicho: “te manipulan como títere”.

Aún subsiste esta tradición en muchos países además de México como Francia, República Checa, Indonesia, China, Bulgaria, Rusia y Cuba. Alemania, España, Italia, China, Inglaterra e India conservan también esta tradición.

El Museo de Títeres de Huamantla no es solo una exposición, sino un recorrido por la historia de México. Aquí se aprecia como el fraile Simeón evangelizaba moviendo a las marionetas con los hilos de una cruz de Cristo.

Las marionetas también conservaron historias no escritas con espectáculos como el de Don Ferruco y Doña Mariquita que, además de ser grandes artistas, fueron maestros que se adentraron en la sierra para alfabetizar a toda una generación a través de las marionetas.

Hubo títeres como “Los Petul”, quienes iban puebleando por el sureste de México para hablar con los campesinos, evitando así que fueran engañados para regalar sus tierras a cambio de una televisión.

Fueron tan importantes las obras que había representaciones especiales para presidentes y dictadores que mandaban traer a los titiriteros más famosos para sus fiestas.

Algunos títeres fueron tan relevantes que pasaron luego a la televisión como la Familia Telerín que primero fue un grupo de títeres mexicano.

La denominación guiñol también proviene de la historia de México: fue un personaje que durante la intervención francesa animaba a los soldados mexicanos a luchar. Monsieur Guignol y su muñeco eran todos unos personajes de la época.

Protagonistas de obras de García Lorca, o Cantinflas, Benito Juárez, Carlomagno, personajes de cuento como Hansel y Gretel, Blancanieves o Pinocho tuvieron sus títeres y espectáculos en la época dorada.

  • La familia de Alberto “Beto” Orozco García ha mantenido viva esta tradición histórica mexicana con dedicación, pasión y un amor inagotable a las marionetas. Tres generaciones al servicio de este arte que Beto, de 34 años, comenzó a aprender con 8 años.
  • Beto dirige el grupo de teatro de títeres La Bruja, con sede en Huamantla, Tlaxcala, desde 2005. La mayoría de sus integrantes pertenecieron al grupo Malinzi (Museo Nacional del Títere) desde el año de 1993 hasta 2002.
  • El Museo de Títeres de Huamantla conserva la colección de los Hermanos Rosete Aranda, donde algunos de sus títeres ya forman parte del acervo cultural mexicano como “El vale coyote”, “La Parrasconcita” o “El pilluelo dinamita”.

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