/ miércoles 28 de abril de 2021

[Video] Evitar el dolor o aprender de el, esto es lo que nos enseña

El ser humano en su desarrollo tiene diferentes esferas, la física, la intelectual y la emocional

El dolor es parte de la vida y, aunque no nos guste, el sentirlo es algo que no podemos evitar cuando atravesamos situaciones que implican pérdidas; pero hoy en día en nuestra sociedad buscamos escapar de él por cualquier medio, en lugar de aprender todo lo que nos puede enseñar.

Para conocer más acerca de este tema entrevistamos a Magali Becerra, especialista en psicología con maestría en orientación y desarrollo familiar, quien nos explica cómo podemos lidiar con él y sacar provecho de este “gran maestro”, como lo llama Jorge Bucay. Ella afirma que el dolor es una parte muy importante de las sensaciones, de las emociones del ser humano, porque nos avisa cuando tenemos que atender algo que está mal en nuestro cuerpo, tanto en el aspecto físico como en el emocional.

Obviamente lo tratamos de evitar porque nos provoca una sensación no placentera: de vacío, de opresión, de incertidumbre, sin embargo, mientras más huimos de él, menos nos damos cuenta de cuenta de qué es lo que necesitamos, pues el dolor tiene una voz y nos indica qué alternativas tenemos, qué es lo que tenemos que hacer, asegura.

Foto: Karlyukav

Expone que cuando estamos en bienestar sí aprendemos, sin embargo, el estar bien nos hace perdernos, no nos permite tener conciencia de las cosas que tenemos, de aquello que hemos ganado, de valorar a las demás personas. En el momento de una pérdida, cuando sentimos dolor, es cuando tenemos conciencia de todo lo bueno que hay en nuestra vida, por eso es nuestro gran maestro: nos hace darnos cuenta.

Comenta que todas las emociones tienen un fin: ser escuchadas para saber qué tenemos que hacer y de igual forma debemos aprender a escuchar a nuestro dolor; si tuvimos una perdida, ¿qué necesitamos?: atención, estar con nosotros mismos, recapitular y poder entender dónde vamos a colocar nuestra vida o proyecto. Añade que cuando experimentamos algo doloroso tenemos también que consentirnos y apapacharnos, decir “ya pasó”, así como a nuestros hijos cuando se caen y los acariciamos.

NO ESTACIONARNOS

Magali expresa que el dolor es parte de la vida, llega y no nos pregunta; el problema no es sentirlo, sino estacionarnos en él y no enfrentarlo, no entenderlo, porque entonces se convierte en sufrimiento; este es una decisión, porque cuando insistimos en decir “es que yo sufro…, yo soy víctima”, no dejamos entrar a la felicidad. Nosotros podemos elegir volver a ser felices, estar en paz, tener tranquilidad y bienestar.

Foto: Pixnio

Sin embargo, es importante vivir este proceso de dolor cuando aparece, para poder entenderlo aun cuando no nos guste: llorar cuando así lo amerita, enojarnos, sentir frustración; debemos reconocer lo que nos sucede, aprendamos a escuchar a nuestras sensaciones, emociones, solo así podemos aprender, para evitar situaciones que ya hemos vivido antes y no repetirlas.

POR QUÉ NO DEBEMOS REPRIMIRLO

Asevera que cuando lo evitamos, no resolvemos lo que nos pasa en la vida, ese ciclo no se cierra; si lo ponemos a un lado, se llena poco a poco nuestra “olla exprés” interior y llegará un momento en que explote, a través de una depresión que ya requiera una situación más física, más orgánica, incluso apoyo medicamentoso.

De igual manera, si no resolvemos alguna situación con otra persona, si la dejamos pasar, hasta esta relación terminan por llegar a su fin o pueden surgir situaciones más pesadas, entra la violencia o el abandono. Si lo evitamos no desaparece, llega un momento en que tengamos que enfrentarlo, tal vez ya con otras cosas acumuladas.

Foto: Snap_it | Pixabay

ENSEÑARLES A LOS NIÑOS A LIDIAR CON ÉL

El ser humano en su desarrollo tiene diferentes esferas, la física, la intelectual y la emocional, que también es una parte del crecimiento normal, sin embargo, es en la que menos ponemos atención. Es necesario que los niños sepan discernir sus emociones, entenderlas, actuar, autorregularse, de lo contrario, cuando crezcan se convertirán en personas impulsivas, probablemente violentas o que van a victimizarse, esto justamente por no manejar el dolor y dejarlo que se encapsule.

Por eso debemos ayudar y acompañar a nuestros hijos cuando ellos emocionalmente sienten; deben escuchar qué es lo que pasa, saber también que el dolor es parte de la vida, que habrá cosas qué perder y que se vale llorarlas, tener tiempo para resurgir ante las pérdidas, que se vale perder, enojarse, sentir frustración; aquí lo importante es acompañarlos en este proceso, hacerles saber que estamos con ellos y que aprendan a conocer qué es lo que quieren hacer a partir de esto, sostiene la especialista.

CÓMO NOS AYUDA A MEJORAR

El dolor por sí mismo ya es un gran maestro, por ejemplo, en cuestiones físicas, cuando nos quemamos con la estufa, aprendemos que el fuego quema; de igual manera, en el ámbito emocional, cuando nos sentimos mal con algunas conductas que tenemos en la vida, que nos provocan enojo, frustración o fracaso a seguir un mismo esquema; si aprendemos a ver las señales de alerta, podremos evitar “tropezar dos veces con la misma piedra”, expone Magali Becerra, especialista en orientación y desarrollo familiar.

Foto: Susan Cipriano | Pixabay

Por ejemplo, si pasas por una situación complicada, como una relación en donde te maltratan, en donde te violentan, tú vas a sentir dolor y es la alerta, es la alarma, es lo primero que te dice: “¿sabes qué?, esto no está bien”, porque la persona con quien estás provoca que te duela, entonces es foco rojo inmediato.

Asegura que debemos descubrir, primero lo que está pasando, cómo trabajarlo y arreglarlo; puedes hablar con la persona y decirle que aquello que hizo te dolió, no debes posponerlo ni aguantarte. Esto debes hacerlo incluso con tus hijos, decirles: “oye la manera como me contestaste o lo que me contestaste me dolió” para hacerlos entender que nosotros como papás también sentimos dolor, que hay cosas que no nos gustan, para que para que ellos también puedan manejar situaciones así, ser asertivos, entender que nuestras palabras y nuestras acciones ante los demás tienen consecuencias.

“Algo muy importante es aprender a reconocer nuestras emociones, incluyendo al dolor, y reconocer las sensaciones físicas de cada emoción (…) ¿cómo sé que estoy triste?, bueno porque tengo un nudo en la garganta, una opresión en el pecho, me dan ganas de llorar, quiero estar sola y me pongo a lo mejor en la cama en posición fetal (que es de protección)”, indica.

Foto: Cortesía | Luis Miguel Bugallo Sánchez

Añade que también debemos identificar qué situaciones son las que causan lo que sentimos: el abandono, la agresión, la mentira, la obscuridad y cuando las reconocemos no tratar de evitarlas, sino entender que las emociones son parte de nosotros como seres humanos, pues no existen emociones buenas o emociones malas. El error, dice Magali, es reconocer la manera en que actuamos ante las diferentes situaciones que enfrentamos para poder controlarlas.

A raíz de reconocerlas y escucharlas podemos entender el mensaje que tienen para nosotros: “date la vuelta, retírate, sigue adelante, es momento de darte un espacio, de hacer alguna otra cosa”; es todo un proceso, pero aquí lo importante es siempre enfrentarlas, tenerlas, entenderlas, afirma.

Entrevista completa en Facebook ⬇⬇⬇



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Para conocer más acerca de este tema entrevistamos a Magali Becerra, especialista en psicología con maestría en orientación y desarrollo familiar, quien nos explica cómo podemos lidiar con él y sacar provecho de este “gran maestro”, como lo llama Jorge Bucay. Ella afirma que el dolor es una parte muy importante de las sensaciones, de las emociones del ser humano, porque nos avisa cuando tenemos que atender algo que está mal en nuestro cuerpo, tanto en el aspecto físico como en el emocional.

Obviamente lo tratamos de evitar porque nos provoca una sensación no placentera: de vacío, de opresión, de incertidumbre, sin embargo, mientras más huimos de él, menos nos damos cuenta de cuenta de qué es lo que necesitamos, pues el dolor tiene una voz y nos indica qué alternativas tenemos, qué es lo que tenemos que hacer, asegura.

Foto: Karlyukav

Expone que cuando estamos en bienestar sí aprendemos, sin embargo, el estar bien nos hace perdernos, no nos permite tener conciencia de las cosas que tenemos, de aquello que hemos ganado, de valorar a las demás personas. En el momento de una pérdida, cuando sentimos dolor, es cuando tenemos conciencia de todo lo bueno que hay en nuestra vida, por eso es nuestro gran maestro: nos hace darnos cuenta.

Comenta que todas las emociones tienen un fin: ser escuchadas para saber qué tenemos que hacer y de igual forma debemos aprender a escuchar a nuestro dolor; si tuvimos una perdida, ¿qué necesitamos?: atención, estar con nosotros mismos, recapitular y poder entender dónde vamos a colocar nuestra vida o proyecto. Añade que cuando experimentamos algo doloroso tenemos también que consentirnos y apapacharnos, decir “ya pasó”, así como a nuestros hijos cuando se caen y los acariciamos.

NO ESTACIONARNOS

Magali expresa que el dolor es parte de la vida, llega y no nos pregunta; el problema no es sentirlo, sino estacionarnos en él y no enfrentarlo, no entenderlo, porque entonces se convierte en sufrimiento; este es una decisión, porque cuando insistimos en decir “es que yo sufro…, yo soy víctima”, no dejamos entrar a la felicidad. Nosotros podemos elegir volver a ser felices, estar en paz, tener tranquilidad y bienestar.

Foto: Pixnio

Sin embargo, es importante vivir este proceso de dolor cuando aparece, para poder entenderlo aun cuando no nos guste: llorar cuando así lo amerita, enojarnos, sentir frustración; debemos reconocer lo que nos sucede, aprendamos a escuchar a nuestras sensaciones, emociones, solo así podemos aprender, para evitar situaciones que ya hemos vivido antes y no repetirlas.

POR QUÉ NO DEBEMOS REPRIMIRLO

Asevera que cuando lo evitamos, no resolvemos lo que nos pasa en la vida, ese ciclo no se cierra; si lo ponemos a un lado, se llena poco a poco nuestra “olla exprés” interior y llegará un momento en que explote, a través de una depresión que ya requiera una situación más física, más orgánica, incluso apoyo medicamentoso.

De igual manera, si no resolvemos alguna situación con otra persona, si la dejamos pasar, hasta esta relación terminan por llegar a su fin o pueden surgir situaciones más pesadas, entra la violencia o el abandono. Si lo evitamos no desaparece, llega un momento en que tengamos que enfrentarlo, tal vez ya con otras cosas acumuladas.

Foto: Snap_it | Pixabay

ENSEÑARLES A LOS NIÑOS A LIDIAR CON ÉL

El ser humano en su desarrollo tiene diferentes esferas, la física, la intelectual y la emocional, que también es una parte del crecimiento normal, sin embargo, es en la que menos ponemos atención. Es necesario que los niños sepan discernir sus emociones, entenderlas, actuar, autorregularse, de lo contrario, cuando crezcan se convertirán en personas impulsivas, probablemente violentas o que van a victimizarse, esto justamente por no manejar el dolor y dejarlo que se encapsule.

Por eso debemos ayudar y acompañar a nuestros hijos cuando ellos emocionalmente sienten; deben escuchar qué es lo que pasa, saber también que el dolor es parte de la vida, que habrá cosas qué perder y que se vale llorarlas, tener tiempo para resurgir ante las pérdidas, que se vale perder, enojarse, sentir frustración; aquí lo importante es acompañarlos en este proceso, hacerles saber que estamos con ellos y que aprendan a conocer qué es lo que quieren hacer a partir de esto, sostiene la especialista.

CÓMO NOS AYUDA A MEJORAR

El dolor por sí mismo ya es un gran maestro, por ejemplo, en cuestiones físicas, cuando nos quemamos con la estufa, aprendemos que el fuego quema; de igual manera, en el ámbito emocional, cuando nos sentimos mal con algunas conductas que tenemos en la vida, que nos provocan enojo, frustración o fracaso a seguir un mismo esquema; si aprendemos a ver las señales de alerta, podremos evitar “tropezar dos veces con la misma piedra”, expone Magali Becerra, especialista en orientación y desarrollo familiar.

Foto: Susan Cipriano | Pixabay

Por ejemplo, si pasas por una situación complicada, como una relación en donde te maltratan, en donde te violentan, tú vas a sentir dolor y es la alerta, es la alarma, es lo primero que te dice: “¿sabes qué?, esto no está bien”, porque la persona con quien estás provoca que te duela, entonces es foco rojo inmediato.

Asegura que debemos descubrir, primero lo que está pasando, cómo trabajarlo y arreglarlo; puedes hablar con la persona y decirle que aquello que hizo te dolió, no debes posponerlo ni aguantarte. Esto debes hacerlo incluso con tus hijos, decirles: “oye la manera como me contestaste o lo que me contestaste me dolió” para hacerlos entender que nosotros como papás también sentimos dolor, que hay cosas que no nos gustan, para que para que ellos también puedan manejar situaciones así, ser asertivos, entender que nuestras palabras y nuestras acciones ante los demás tienen consecuencias.

“Algo muy importante es aprender a reconocer nuestras emociones, incluyendo al dolor, y reconocer las sensaciones físicas de cada emoción (…) ¿cómo sé que estoy triste?, bueno porque tengo un nudo en la garganta, una opresión en el pecho, me dan ganas de llorar, quiero estar sola y me pongo a lo mejor en la cama en posición fetal (que es de protección)”, indica.

Foto: Cortesía | Luis Miguel Bugallo Sánchez

Añade que también debemos identificar qué situaciones son las que causan lo que sentimos: el abandono, la agresión, la mentira, la obscuridad y cuando las reconocemos no tratar de evitarlas, sino entender que las emociones son parte de nosotros como seres humanos, pues no existen emociones buenas o emociones malas. El error, dice Magali, es reconocer la manera en que actuamos ante las diferentes situaciones que enfrentamos para poder controlarlas.

A raíz de reconocerlas y escucharlas podemos entender el mensaje que tienen para nosotros: “date la vuelta, retírate, sigue adelante, es momento de darte un espacio, de hacer alguna otra cosa”; es todo un proceso, pero aquí lo importante es siempre enfrentarlas, tenerlas, entenderlas, afirma.

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