/ domingo 10 de octubre de 2021

Ni regateo, ni revendedores: artesanas defienden sus productos

Los productos hechos artesanalmente son menospreciados por el mercado mexicano, mujer artesanas se unen para defender su productos.

Mujeres artesanas de la Sierra Norte del Estado de Puebla se han unido para defender sus productos textiles del regateo, de los revendedores y de la apropiación cultural. Consideran que sus productos son menospreciados por el mercado mexicano, que se corre el riesgo de que se pierdan las tradiciones en los bordados y que las autoridades locales no han impulsado programas exitosos para dar a conocer su trabajo, y menos, para lograr que reciban un pago justo por él.

CIRILA, LA MUJER QUE PROMETIÓ DEFENDER SUS TEXTILES CONTRA VIENTO Y MAREA

La primera historia que presentará EL SOL DE PUEBLA se ubica en Papatlatla, una comunidad de Huauchinango en donde se tiene que cruzar la Presa de Tenango para llegar. Ahí todavía puede verse a las mujeres lavando ropa en donde nace el agua y escuchar la pronunciación de la lengua náhuatl.

En una pequeña casa hecha de madera y láminas vive Cirila Florentino; ella tiene 48 años de edad y desde los 12 empezó a hacer bordados en telar de cintura, textiles artesanales de la zona (blusas) y “quexquemetl”, que es un tipo de chal que se ocupa para cubrir el torso.

Papatlatla, una comunidad de Huauchinango en donde se tiene que cruzar la Presa de Tenango para llegar. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Su abuela fue la que le transmitió la elaboración de estos productos hechos a mano, nada en máquinas, y no hay día que no recuerde todas sus enseñanzas, como que la vestimenta es parte fundamental para que prevalezcan las tradiciones. Lo antes mencionado es algo que tiene muy presente Cirila y por eso se prometió a sí misma que nunca dejará morir la herencia textil, pero cumplir con esta promesa cada vez es más difícil, ya que ha tenido que enfrentarse a varias barreras.

Su primer obstáculo fue la falta de interés de los pobladores por continuar con la vestimenta tradicional; los jóvenes ya no simpatizan con la idea de vestir como sus antepasados y en las escuelas ya no enseñan el arte del tejido. Teniendo en cuenta este contexto, Cirila decidió enseñar a las mujeres adultas a tejer, impulsándolas con la idea de que pueden vender sus productos y ganar un dinero, aunque sea poco, extra.

Pero fue aquí en donde Cirila y las demás mujeres se encontraron con otro impedimento, pues la gente ya no compra la ropa típica y, cuando lo hace, lo hace después de regatear varias veces y de convencer a las artesanas de que su producto no puede costar más de 500 pesos, aunque ellas se hayan tardado dos meses en la elaboración de una sola blusa.

Ni regateo, ni revendedores, artesanas defienden sus productos. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Al ver que el mercado local no compraba sus productos, no tener suficiente dinero para invertir en material y no tener recurso suficiente para viajar y vender ellas mismas, se presentó otro obstáculo. Aunque en un principio no lo vieron así, con el tiempo, se ha convertido en uno de los principales retos que tienen hoy en día como artesanas: los revendedores.

Cirila confesó que al principio no identificaban a los revendedores o intermediarios, pues eran personas que llegaban a su comunidad y elogiaban su trabajo, se llevaban entre 200 y 300 blusas y tiempo después se enteraban de que vendían sus productos al doble o el triple del precio original, en otros lados. Estas personas en ningún momento mencionan a los compradores el origen del trabajo, es decir, no les dan crédito y mucho menos les dan algún tipo de recompensa por sus ganancias.

Esta situación deprimió a las artesanas, pero al mismo tiempo las unió para defender su trabajo. Entre ellas se avisan si hay un posible revendedor o una situación extraña en la compra y hoy en día las 12 mujeres que tejen juntas se autodenominan “defensoras del textil”

Ellas tardan hasta dos meses en la elaboración de una sola blusa. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Ellas han pedido apoyo de las autoridades, pues desconocen si alguna ley las defiende de estas personas (los revendedores) y lograron que las incluyan en un catálogo de artesanos para que las personas compren directo con ellas, no con intermediarios.

Sin embargo, esto no es suficiente y creen que el gobierno debería de trabajar de la mano con ellas para brindarles mejores condiciones laborales, como un espacio digno para tejer y un espacio en el centro del municipio para exponer sus prendas, ya que, tienen la certeza, y con razón, de que sus creaciones son parte fundamental de la historia de Huauchinango y de todo el estado.

NORMA, LA ARTESANA QUE SUEÑA CON VER SUS PRENDAS EN TODO EL MUNDO

La otra historia que este medio presenta tiene como protagonista a la comunidad de Atmoloni, en Hueyapan, otro municipio de la Sierra Norte, un lugar lleno de colores, pues las prendas que aquí se hacen se tiñen de manera natural con materiales de la región.

Aprendieron a identificar a los revendedores o intermediarios, que venden al doble su producto. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

En este lugar la mayoría de las mujeres se dedican a la elaboración de hupiles o chales, pero al igual que en Papatlatla, las artesanas tienen que enfrentarse a varios retos, ninguno fácil.

Norma Martínez tiene 26 años y desde que tiene 7 se dedica a la elaboración de estas prendas. Ella ama todo lo que conlleva la creación de huipiles, disfruta el más mínimo detalle como calentar el agua en una tina para su teñido y pasar horas tejiendo hasta dar con su producto final.

Su sueño es convertirse en una artesana reconocida mundialmente y ganar premios por sus creaciones, como Teresa Lino Bello, que es una maestra artesana de gran trayectoria y que le enseñó el teñido; además de que quiere promover la identidad artesanal, pues en las escuelas ya no promueven este tipo de actividades y teme que con los años se pierda la tradición.

Su cómplice para lograr estos sueños es su esposo, Moisés Martínez, quien no sólo es su fan número uno, sino que él la apoya en los telares de pedal hechos a mano para que posteriormente Norma pueda decorarlos.

Ellas han pedido apoyo de las autoridades, pues desconocen si alguna ley las defiende de los revendedores. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Sin embargo, sus sueños no han sido tan fáciles de alcanzar, ya que Norma ha impulsado varios diseños nuevos para innovar en sus productos y posteriormente los ve en redes sociales arropando otra marca, lo que ella cataloga como apropiación cultural.

También ha tenido que vender sus productos a muy bajo costo para tener recursos para su familia y luego se entera que los revenden en ferias o en tiendas de la ciudad de Puebla a un costo muy elevado.

“Estoy en contra de esto, llegan clientes y me dicen que mis productos son muy caros, que los venda a mayoreo y me malbaratan mi producto. Luego por la necesidad los vendo muy baratos y ellos les ponen su marca cuando el origen fue aquí, en Hueyapan. Pero entre nosotras ya nos estamos alertando porque si no lo valoramos nosotros nadie más lo hará; sólo nosotras sabemos cuánto esfuerzo cuesta cada huipil o capa”, compartió.

Su esposo Moisés platicó que una ocasión una “marca grande” se acercó a ellos y les ofreció trabajo, les dijeron que les gustaba lo que hacían, pero les ofrecieron un salario muy bajo y una condición que los alertó: que el producto ya no sería suyo, sino que pasaría en su totalidad a dicha empresa.

Ellos se negaron, pues lo vieron “como una trampa”, pero temen que un día por la necesidad accedan, pues tienen un hijo por el que velar.

Norma resaltó que en Hueyapan las autoridades municipales sí han impulsado programas para artesanos, pero también cree que estos apoyos sólo se dan a los negocios grandes, pero ella que apenas está abriendo su negocio físico (el cual está dentro de su hogar) requiere de orientación y soporte para no caer en las garras de los revendedores.

Las redes sociales son un reto, pero un aire de esperanza. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

LAS REDES SOCIALES SON UN RETO, PERO UN AIRE DE ESPERANZA

Tanto Cirila como Norma defienden sus productos a tal grado que han tenido que perderle el miedo a la tecnología. El Internet era para ellas su enemigo, pero hoy en día lo están viendo como un aliado para combatir a los intermediarios y para exigir justicia cuando ven plagios de sus prendas.

A Cirila sus hijas le ayudan para subir en Facebook sus blusas de cuadrado tradicional y otros productos como aretes, diademas, pulseras y monederos. Pueden contactarla a través de los siguientes números telefónicos para adquirir un bordado: 7641111745 y al 7641111137.

Norma abrió una cuenta en Facebook que se llama “Ti Sen Tajsomanej Martinez”, lo que significa “Bordamos juntas”. En este espacio sube fotos de sus productos y explica los pasos para que puedan comprarlos sin intermediarios. También pide contactarla por WhatsApp a través del número 231 145 0757.

Ambas mujeres necesitan ayuda ya que durante la pandemia bajó considerablemente la venta de sus prendas. Es decir, les fue peor que antes.

Con sus bordados, mujeres poblanas buscan salir adelante. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

MUJERES QUE A TRAVÉS DE SUS BORDADOS BUSCAN SALIR ADELANTE

No lejos de la capital poblana también hay mujeres que han visto la creación de ropa típica como una herramienta para salir adelante. Ese es el caso de Angelina López y Susana Rodríguez, quienes son beneficiarias de Yo'on Ixim, una asociación civil que apoya el desarrollo de comunidades que viven en pobreza extrema, trabajan con familias para promover alfabetización, derechos de la mujer, desarrollo económico y salud.

Ni Angelina ni Susana son poblanas, son originarias de Chiapas, pero la falta de empleo hizo que llegaran a Puebla. Ellas laboran en las calles, pero en Yo'on Ixim les han dado un espacio para que puedan tejer y de este lugar han salido varias blusas que han dado un aire de esperanza a estas mujeres para salir adelante.

Solían tejer para ellas mismas y para sus familias pues todo lo que usan está hecho a mano, pero hoy piden apoyo de los poblanos para vender y tener una mejor condición de vida. Pueden contactarlas y comprar sus productos a través de los números 2211522882, 2222062673 y para ayudar a Yo'on Ixim, una organización que vive gracias a donativos, el contacto es 221 286 3076.

TOMAR CARTAS EN EL ASUNTO

Nancy Chamorro Castillo, gestora cultural, considera que los textiles representan la cosmovisión de los pueblos en donde se elaboran y por ello es importante que estas técnicas no se pierdan, por tal motivo, las autoridades deberían de impulsar estas actividades dentro de las escuelas o comunidades.

También cree que deben de apoyar más proyectos culturales para que puedan vender sus productos de manera segura y justa.

Por su parte, Adriana Quirós, coordinadora de la licenciatura de Diseño Textil de la Ibero Puebla, opina que es necesaria mayor intervención de las autoridades, pues su problemática se trata de un tema olvidado y nadie ha trabajado para ponerle un alto a los “coyotes de este tipo de mercancías”.

Asimismo, expone que las autoridades deben de interponer algún tipo de sanción para las personas que abusan de la confianza de las y los artesanos, los revendedores, quienes sacan más provecho del trabajo ajeno, que ni siquiera valoran.

Mujeres artesanas de la Sierra Norte del Estado de Puebla se han unido para defender sus productos textiles del regateo, de los revendedores y de la apropiación cultural. Consideran que sus productos son menospreciados por el mercado mexicano, que se corre el riesgo de que se pierdan las tradiciones en los bordados y que las autoridades locales no han impulsado programas exitosos para dar a conocer su trabajo, y menos, para lograr que reciban un pago justo por él.

CIRILA, LA MUJER QUE PROMETIÓ DEFENDER SUS TEXTILES CONTRA VIENTO Y MAREA

La primera historia que presentará EL SOL DE PUEBLA se ubica en Papatlatla, una comunidad de Huauchinango en donde se tiene que cruzar la Presa de Tenango para llegar. Ahí todavía puede verse a las mujeres lavando ropa en donde nace el agua y escuchar la pronunciación de la lengua náhuatl.

En una pequeña casa hecha de madera y láminas vive Cirila Florentino; ella tiene 48 años de edad y desde los 12 empezó a hacer bordados en telar de cintura, textiles artesanales de la zona (blusas) y “quexquemetl”, que es un tipo de chal que se ocupa para cubrir el torso.

Papatlatla, una comunidad de Huauchinango en donde se tiene que cruzar la Presa de Tenango para llegar. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Su abuela fue la que le transmitió la elaboración de estos productos hechos a mano, nada en máquinas, y no hay día que no recuerde todas sus enseñanzas, como que la vestimenta es parte fundamental para que prevalezcan las tradiciones. Lo antes mencionado es algo que tiene muy presente Cirila y por eso se prometió a sí misma que nunca dejará morir la herencia textil, pero cumplir con esta promesa cada vez es más difícil, ya que ha tenido que enfrentarse a varias barreras.

Su primer obstáculo fue la falta de interés de los pobladores por continuar con la vestimenta tradicional; los jóvenes ya no simpatizan con la idea de vestir como sus antepasados y en las escuelas ya no enseñan el arte del tejido. Teniendo en cuenta este contexto, Cirila decidió enseñar a las mujeres adultas a tejer, impulsándolas con la idea de que pueden vender sus productos y ganar un dinero, aunque sea poco, extra.

Pero fue aquí en donde Cirila y las demás mujeres se encontraron con otro impedimento, pues la gente ya no compra la ropa típica y, cuando lo hace, lo hace después de regatear varias veces y de convencer a las artesanas de que su producto no puede costar más de 500 pesos, aunque ellas se hayan tardado dos meses en la elaboración de una sola blusa.

Ni regateo, ni revendedores, artesanas defienden sus productos. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Al ver que el mercado local no compraba sus productos, no tener suficiente dinero para invertir en material y no tener recurso suficiente para viajar y vender ellas mismas, se presentó otro obstáculo. Aunque en un principio no lo vieron así, con el tiempo, se ha convertido en uno de los principales retos que tienen hoy en día como artesanas: los revendedores.

Cirila confesó que al principio no identificaban a los revendedores o intermediarios, pues eran personas que llegaban a su comunidad y elogiaban su trabajo, se llevaban entre 200 y 300 blusas y tiempo después se enteraban de que vendían sus productos al doble o el triple del precio original, en otros lados. Estas personas en ningún momento mencionan a los compradores el origen del trabajo, es decir, no les dan crédito y mucho menos les dan algún tipo de recompensa por sus ganancias.

Esta situación deprimió a las artesanas, pero al mismo tiempo las unió para defender su trabajo. Entre ellas se avisan si hay un posible revendedor o una situación extraña en la compra y hoy en día las 12 mujeres que tejen juntas se autodenominan “defensoras del textil”

Ellas tardan hasta dos meses en la elaboración de una sola blusa. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Ellas han pedido apoyo de las autoridades, pues desconocen si alguna ley las defiende de estas personas (los revendedores) y lograron que las incluyan en un catálogo de artesanos para que las personas compren directo con ellas, no con intermediarios.

Sin embargo, esto no es suficiente y creen que el gobierno debería de trabajar de la mano con ellas para brindarles mejores condiciones laborales, como un espacio digno para tejer y un espacio en el centro del municipio para exponer sus prendas, ya que, tienen la certeza, y con razón, de que sus creaciones son parte fundamental de la historia de Huauchinango y de todo el estado.

NORMA, LA ARTESANA QUE SUEÑA CON VER SUS PRENDAS EN TODO EL MUNDO

La otra historia que este medio presenta tiene como protagonista a la comunidad de Atmoloni, en Hueyapan, otro municipio de la Sierra Norte, un lugar lleno de colores, pues las prendas que aquí se hacen se tiñen de manera natural con materiales de la región.

Aprendieron a identificar a los revendedores o intermediarios, que venden al doble su producto. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

En este lugar la mayoría de las mujeres se dedican a la elaboración de hupiles o chales, pero al igual que en Papatlatla, las artesanas tienen que enfrentarse a varios retos, ninguno fácil.

Norma Martínez tiene 26 años y desde que tiene 7 se dedica a la elaboración de estas prendas. Ella ama todo lo que conlleva la creación de huipiles, disfruta el más mínimo detalle como calentar el agua en una tina para su teñido y pasar horas tejiendo hasta dar con su producto final.

Su sueño es convertirse en una artesana reconocida mundialmente y ganar premios por sus creaciones, como Teresa Lino Bello, que es una maestra artesana de gran trayectoria y que le enseñó el teñido; además de que quiere promover la identidad artesanal, pues en las escuelas ya no promueven este tipo de actividades y teme que con los años se pierda la tradición.

Su cómplice para lograr estos sueños es su esposo, Moisés Martínez, quien no sólo es su fan número uno, sino que él la apoya en los telares de pedal hechos a mano para que posteriormente Norma pueda decorarlos.

Ellas han pedido apoyo de las autoridades, pues desconocen si alguna ley las defiende de los revendedores. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Sin embargo, sus sueños no han sido tan fáciles de alcanzar, ya que Norma ha impulsado varios diseños nuevos para innovar en sus productos y posteriormente los ve en redes sociales arropando otra marca, lo que ella cataloga como apropiación cultural.

También ha tenido que vender sus productos a muy bajo costo para tener recursos para su familia y luego se entera que los revenden en ferias o en tiendas de la ciudad de Puebla a un costo muy elevado.

“Estoy en contra de esto, llegan clientes y me dicen que mis productos son muy caros, que los venda a mayoreo y me malbaratan mi producto. Luego por la necesidad los vendo muy baratos y ellos les ponen su marca cuando el origen fue aquí, en Hueyapan. Pero entre nosotras ya nos estamos alertando porque si no lo valoramos nosotros nadie más lo hará; sólo nosotras sabemos cuánto esfuerzo cuesta cada huipil o capa”, compartió.

Su esposo Moisés platicó que una ocasión una “marca grande” se acercó a ellos y les ofreció trabajo, les dijeron que les gustaba lo que hacían, pero les ofrecieron un salario muy bajo y una condición que los alertó: que el producto ya no sería suyo, sino que pasaría en su totalidad a dicha empresa.

Ellos se negaron, pues lo vieron “como una trampa”, pero temen que un día por la necesidad accedan, pues tienen un hijo por el que velar.

Norma resaltó que en Hueyapan las autoridades municipales sí han impulsado programas para artesanos, pero también cree que estos apoyos sólo se dan a los negocios grandes, pero ella que apenas está abriendo su negocio físico (el cual está dentro de su hogar) requiere de orientación y soporte para no caer en las garras de los revendedores.

Las redes sociales son un reto, pero un aire de esperanza. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

LAS REDES SOCIALES SON UN RETO, PERO UN AIRE DE ESPERANZA

Tanto Cirila como Norma defienden sus productos a tal grado que han tenido que perderle el miedo a la tecnología. El Internet era para ellas su enemigo, pero hoy en día lo están viendo como un aliado para combatir a los intermediarios y para exigir justicia cuando ven plagios de sus prendas.

A Cirila sus hijas le ayudan para subir en Facebook sus blusas de cuadrado tradicional y otros productos como aretes, diademas, pulseras y monederos. Pueden contactarla a través de los siguientes números telefónicos para adquirir un bordado: 7641111745 y al 7641111137.

Norma abrió una cuenta en Facebook que se llama “Ti Sen Tajsomanej Martinez”, lo que significa “Bordamos juntas”. En este espacio sube fotos de sus productos y explica los pasos para que puedan comprarlos sin intermediarios. También pide contactarla por WhatsApp a través del número 231 145 0757.

Ambas mujeres necesitan ayuda ya que durante la pandemia bajó considerablemente la venta de sus prendas. Es decir, les fue peor que antes.

Con sus bordados, mujeres poblanas buscan salir adelante. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

MUJERES QUE A TRAVÉS DE SUS BORDADOS BUSCAN SALIR ADELANTE

No lejos de la capital poblana también hay mujeres que han visto la creación de ropa típica como una herramienta para salir adelante. Ese es el caso de Angelina López y Susana Rodríguez, quienes son beneficiarias de Yo'on Ixim, una asociación civil que apoya el desarrollo de comunidades que viven en pobreza extrema, trabajan con familias para promover alfabetización, derechos de la mujer, desarrollo económico y salud.

Ni Angelina ni Susana son poblanas, son originarias de Chiapas, pero la falta de empleo hizo que llegaran a Puebla. Ellas laboran en las calles, pero en Yo'on Ixim les han dado un espacio para que puedan tejer y de este lugar han salido varias blusas que han dado un aire de esperanza a estas mujeres para salir adelante.

Solían tejer para ellas mismas y para sus familias pues todo lo que usan está hecho a mano, pero hoy piden apoyo de los poblanos para vender y tener una mejor condición de vida. Pueden contactarlas y comprar sus productos a través de los números 2211522882, 2222062673 y para ayudar a Yo'on Ixim, una organización que vive gracias a donativos, el contacto es 221 286 3076.

TOMAR CARTAS EN EL ASUNTO

Nancy Chamorro Castillo, gestora cultural, considera que los textiles representan la cosmovisión de los pueblos en donde se elaboran y por ello es importante que estas técnicas no se pierdan, por tal motivo, las autoridades deberían de impulsar estas actividades dentro de las escuelas o comunidades.

También cree que deben de apoyar más proyectos culturales para que puedan vender sus productos de manera segura y justa.

Por su parte, Adriana Quirós, coordinadora de la licenciatura de Diseño Textil de la Ibero Puebla, opina que es necesaria mayor intervención de las autoridades, pues su problemática se trata de un tema olvidado y nadie ha trabajado para ponerle un alto a los “coyotes de este tipo de mercancías”.

Asimismo, expone que las autoridades deben de interponer algún tipo de sanción para las personas que abusan de la confianza de las y los artesanos, los revendedores, quienes sacan más provecho del trabajo ajeno, que ni siquiera valoran.

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